«Imaginen por un momento que estamos en el año 2030». Con esta contundente y por momentos enigmática frase ha comenzado Pedro Sánchez su discurso en la 54ª edición del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), una de las citas anuales de su agenda internacional que su equipo cuida con más mimo. Aunque el mismo presidente del Gobierno, ante los mandatarios e inversores internacionales que acuden a este prestigioso foro, ha señalado que no pretendía hacer una «distopía», sino un relato real de lo que puede ocurrir en el mundo en un futuro próximo si no se toman determinas decisiones, sus palabras han sonado a eso.
Así, ha descrito un posible futuro en apenas un lustro en el que «la temperatura del plantea ha aumentado más de 1.5 grados, provocando la degradación de nuestros ecosistemas, y que nuestro PIB ha caído 15 puntos». O en el que, ha detallado, «las fake news y la polarización política han reducido el número de democracias. En el que el avance de la digitalización y la Inteligencia Artifical no se ha gobernado adecuadamente y ha aumentado la desigualdad, y ha expulsado a millones de personas del mercado laboral».
A partir de ahí, le ha lanzado varias interrogaciones retóricas a quienes le escuchaban: «Imaginen ese escenario y díganme: ¿sería bueno para sus negocios? Y lo que es más importante: ¿sería bueno para sus hijos, para sus amigos, para sus conciudadanos?». Según ha expuesto, en un discurso pronunciado íntegramente en inglés, «es un futuro posible. Una proyección probable del mundo que acabaremos teniendo si nos dejamos llevar por la inercia o la resignación».
Además, ha hecho una referencia a que «76 países -más de la mitad de la población mundial- celebrarán elecciones este año. Y habrá que tomar decisiones políticas cruciales sobre algunos de los principales dilemas sociales a los que nos enfrentamos». Entre esos países, EE.UU., que en noviembre vivirá unas presidenciales entre su actual presidente, el demócrata Joe Biden, y el candidato republicano, que muy probablemente, y más después de su arrolladora victoria en el caucus de Iowa, será el expresidente Donald Trump, un dirigente descalificado en multitud de ocasiones por Sánchez (incluso en su reciente libro, ‘Tierra Firme’) como uno de los que amenazan la democracia en el mundo, y con el que llegó a cohabitar al principio de su estancia en Moncloa, entre 2018 y 2020.
Críticas a Israel
Sánchez ha hecho referencia también a los conflictos bélicos que asolan al mundo en este 2024 recién comenzado. El presidente español ha proclamado que desde su Gobierno «apoyamos a Ucrania y acogemos con satisfacción el reciente anuncio de una futura Cumbre de Paz que defienda los principios y valores consagrados en la Carta de Naciones Unidad», para a continuación añadir que un escenario parecido «está ocurriendo en Siria, donde una guerra ya olvidada se ha cobrado la vida de más de 300.000 almas, 4.000 sólo el año pasado», ya también, ha enfatizado, «en Gaza, donde 24.000 personas han muerto en sólo cien días y cientos de miles se encuentran al borde de una catástrofe huanitaria. Ancianos, mujeres y niños inocentes que han perdido sus casas, sus trabajos, sus familias. Y ahora están a punto de perder la esperanza».
Ante una audiencia tan selecta e influyente, Sánchez ha vuelto a arremeter contar el Gobierno de Benjamin Netanyahu, una posición que ya le ha valido severos encontronazos diplomáticos con Tel Aviv, que llegó a llamar a consultas a la embajadora en España, Rodica Radian-Gordon, ya de regreso a nuestro país. «Reconocemos el legítimo derecho de Israel a defenderse de un ataque terrorista vil y monstruoso. Pero también exigimos el respeto al Derecho Internacional Humanitario. Por eso, hoy aquí, quiero reiterar una vez más la necesidad de un alto el fuego inmediato y de convocar una conferencia internacional para poner en marcha una solución definitiva a este largo conflicto. Una solución que reconozca la existencia de dos Estados, Israel y Palestina, que vivan en paz y seguridad».
Por otro lado, y advirtiendo de entrada que no es un «ludita», sino un «firme defensor del progreso tecnológico», ha lanzado una seria advertencia sobre el desarrollo de la Inteligencia Artifical (IA), estableciendo de entrada que bien utilizada junto con otras tecnologías «nos permitirán alcanzar un nivel de bienestar inimaginable». Sánchez ha puesto de relieve que «las encuestas revelan que una mayoría de ciudadanos piensa que la IA acabará con sus empleos, amliará la brecha entre ricos y pobres y empeorará su nivel de vida. Y debemos escuchar estos temores». En esa parte de su intervención no ha dudado en criticar las «advertencias vacías de algunos gurús de Silicon Valley, que están más interesados en ganar adeptos o escalar en la lista de millonarios de Forbes que en el verdadero progreso de la humanidad», ha sentenciado.
Y como no podía ser de otra manera, en ese discurso y en las varias entrevistas que ha mantenido con medios internacionales, Sánchez ha alertado sobre el auge de la «extrema derecha» en Europa y en el mundo. Si bien ha admitido que «esta terrible tendencia no es más que un síntoma de problemas más profundos». Uno de ellos, ha mencionado, «la eorosión de las clases medias y trabajadoras», las mismas que a su juicio «no siempre se han beneficiado de las transformaciones económicas de las últimas décadas. Las que sufrieron durante las crisis financieras de 2008 y 2012. Y que ahora se angustian ante un futuro marcado por la incertidumbre mientras siguen perdiendo poder adquisitivo.
En la entrevista concedida a la NBC, entre otras, el presidente del Gobierno ha pedido la colaboración en la Unión Europea (UE) entre las tres grandes familias políticas, la del Partido Popular Europeo, la de los liberales y la suya propia, la socialdemócrata, ante la pujanza para las elecciones a la Eurocámara de junio de la derecha radical o populista. No ha mencionado, sin embargo, a otra familia, la de la izquierda en la que se encuadran sus aliados en España, incluido el de coalición, Sumar.
