La “Operación Limpieza” de Morena

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La Presidenta Sheinbaum aún goza de altos niveles de popularidad, no siendo lo mismo que aprobación, lo que explica porqué su gobierno.

La corrupción generalizada y la decadencia acelerada de Morena está a la vista de todos. Tan es así que incluso los medios internacionales lo dicen en sus portadas principales. El New York Times reportó, en su portada del día de ayer, que el estilo de vida extravagante y lleno de lujos de sus líderes está creando una sensación de frustración, enojo y alejamiento social dentro del partido “de los pobres”.

La Presidenta Sheinbaum aún goza de altos niveles de popularidad, no siendo lo mismo que aprobación, lo que explica porqué su gobierno sale fuertemente reprobado en sus políticas de seguridad, salud, educación y, especialmente, en el combate a la corrupción.

De hecho, en los rubros más potentes por su importancia, como lo son seguridad, salud y corrupción, sus niveles de reprobación del gobierno están arriba del 70%. El desconecte entre la popularidad presidencial y el rechazo a sus políticas públicas son el punto focal donde se encuentra la creciente decadencia del modelo de gobierno representado por Morena.

Según el reportaje del New York Times, el descubrimiento de altos niveles de corrupción en todas las esferas del gobierno hizo que las mismas fuentes gubernamentales confirmaran que nunca en su historia había habido tanta corrupción en México como en la actualidad. Ni siquiera durante el “odioso periodo neoliberal”, agregaría.

La corrupción que vive Morena hoy es el equivalente al “Toque del Rey Midas”. En el caso del Rey Midas, por decisión propia, todo lo que tocaba se volvía oro, y cuando abrazó a su hija sucedió lo inevitable: se transformó en una estatua de oro. Así, perdió a lo que más amaba: su hija, producto de su insaciable avaricia.

Con Morena en el poder en México, todo lo que toca se transforma en sujeto-objeto de corrupción y la avaricia de sus dirigentes y funcionarios de gobierno. Este es el legado más evidente y tangible que heredó la presidencia de Andrés Manuel López Obrador a su sucesora, y a México.

Pero debido a que Morena y sus líderes se saben expuestos a la ira del pueblo por sus excesos, su inmoralidad y su traición al proyecto político prometido de limpieza y honestidad, ahora están dedicados en cuerpo y alma a ocultar y destruir todas las huellas de su colectivo delito.

Para lograr el propósito de ocultar el delito, López Obrador inició la “Operación Limpieza”. Rápidamente se percató que no fue suficiente endeudar al país a niveles históricos para comprar el resultado de las elecciones del 2024. Tampoco fue suficiente con desaparecer algunos órganos autónomos. Era necesario eliminarlos todos para que cualquier investigación quedara bajo estricto control gubernamental, evitando revelar datos duros que pudieron incriminar de corrupción a los líderes del movimiento,

Tampoco fue suficiente chantajear a los miembros de los órganos electorales para que avalaran la sobrerrepresentación de Morena en el Congreso federal, otorgándole, por las malas, una mayoría calificada. Tampoco fue suficiente que esa mayoría calificada aprobara un plan electoral para apoderarse del Poder Judicial con fraude para asegurar el control absoluto de los tres Poderes de la República.

Sin embargo, ya poseyendo el control de los tres Poderes de la Unión, Morena aún no está seguro que sea suficiente para cubrir las huellas de sus delitos. Cree necesitar más control.

A pesar de que ya controla la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Morena promueve más reformas jurídicas y legales encubridoras para tratar de lograr que nadie sepa de sus corruptelas y de las fortunas mal habidas por parte de sus líderes, sus familias y socios inconfesables.

Ahora pretende limitar el ejercicio del amparo para impedir que grupos o individuos puedan cuestionar y limitar las acciones de “autoridad” del Estado cuando hay un conflicto de interés. La idea es debilitar la capacidad de la ciudadanía de defenderse ante un Estado que será cada día más agresivo contra quienes osen cuestionar sus acciones o decisiones.

Pero Morena sigue sintiéndose vulnerable y amenazada ante las presiones populares y ciudadanas. Para atajar otro flanco vulnerable a su pretendida fortaleza, necesita cambiar las reglas electorales para cimentar su control político total sobre el sistema electoral.

Necesita reglas que le permitan ganar las elecciones siempre, con consejos electorales siempre de su lado, simpatizantes de su “Operación Limpieza”. Entonces tendremos una reforma electoral que reducirá significativamente los espacios permitidos a la oposición, con reglas acotadas y muchas causales para eliminar candidaturas incómodas.

Pero aún así, a Morena le faltan pasos adicionales para que la sociedad no se entere de lo que realmente acontece tras bambalinas, en los salones oscuros donde los morenistas dirimen sus intereses políticos y sus negocios económicos en negociaciones a navaja limpia. Tiene que limitar la información a la prensa critica. Voces morenistas ya lo dijeron: quieren crear un tribunal especial dedicado a los medios de comunicación, ligado al Poder Judicial, que considerará las críticas al gobierno como mentiras judicializables y, por tanto, objetos de castigos con multas, prisión o ambas cosas.

Los ensayos en ésta materia ya están en curso: ahí está Campeche, con sus jueces del Poder Judicial del estado con la facultad de decidir qué publica, y qué no publica, un medio de comunicación. Y aplicando castigos económicos y morales a su editor. Lo mismo ocurrió en Sonora, con dos diputados de Morena logrando que el Poder Judicial emita un castigo económico y moral a una ciudadana por sus críticas al poder político hegemónico. En el estado de Puebla se intentó lo mismo, aunque resultó fallido.

Estos son ensayos relevantes que normarán el siguiente paso que dará Morena en su intento por encubrir la masiva corrupción que ocurre en su gobierno. Ésta corrupción que hoy es visible a pesar de los enormes esfuerzos del gobierno por ocultarla, y es el legado más relevante de la obra y gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La corrupción es el epicentro del gobierno morenista. Y su sucesora está empeñada en encubrir esa corrupción que ocurre en una escala industrial.

Es escala industrial porque, a diferencia de sexenios anteriores, donde también hubo corrupción de políticos asociados con empresarios, con Morena el abanico de la corrupción se abrió y se extendió como un fuego en pasto seco. La corrupción de Morena empieza, obviamente, con el aval presidencial.

Así lo entendieron los empresarios que se asociaron con los políticos de Morena, incluyendo a los hijos del Presidente. Pero rápidamente el abanico se abrió más, para incluir a los militares en todos sus rangos y a los cárteles del narcotráfico. El ecosistema de corrupción se disparó como un cohete rumbo a la luna.

Y todos se metieron manos a la obra. Políticos, desde la presidencia para abajo, empresarios, militares y narcotraficantes, todos en una gran asociación donde el lema parece ser: “México es nuestro para hacer lo que se requiere para tener abundancia”. Con el subtexto cínico de que “lo hacemos para que los pobres también puedan acceder a riquezas”, el atraco irrefrenable de estos socios ya no tiene reversa. Y lo sabe la Presidenta.

A lo que se dedica ella es a llevar a cabo la “Operación Limpieza”, según indicaciones de López Obrador. Esto será su legado histórico: crear todos los diques de contención institucionales necesarios para que nadie pueda enterarse cabalmente del tamaño del robo que representa Morena para el país. Y también para evitar que alguien relevante caiga en manos de algún juez que pudiera perjudicar todo el andamiaje político, económico y judicial del gran saqueo que ocurre en México hoy, ante nuestros ojos.

Fuente: Heraldo de México

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