El Niño Verde y su rancho llamado Tulum

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Ya ni el jaguar ruge en Tulum… lo tienen amarrado con cinta verde.

Lo que alguna vez fue un paraíso hoy parece un tianguis político administrado por Jorge Emilio González, mejor conocido como El Niño Verde, ese personaje que envejeció sin madurar y que todavía cree que la selva es su rancho y el pueblo su peón.

Tulum no está en crisis por la “temporada baja” —no, señores—. Está en ruinas por la voracidad de un político que convirtió la ecología en un negocio familiar, que se adueñó hasta del último metro de playa y que hoy presume su “Parque del Jaguar” como si no hubiera sido él quien cazó primero.

Los tulumnenses ya no tienen mar ni tierra: tienen recibos, rentas impagables y discursos reciclados de “sustentabilidad”.

Y mientras el pueblo se seca como la selva, los verdes florecen con dólares y concesiones.

El Niño Verde no hace política: administra el saqueo.

Su estrategia es la de siempre: poner a sus muñecos a bailar mientras él cobra la entrada.

Ahí está Diego Castañón, el alcalde impuesto como cuota del PVEM, un eco de su patrón con menos colmillo y más obediencia.

Tulum se le cae a pedazos, pero eso sí, los contratos y permisos siguen saliendo como si no hubiera mañana.

Y claro, cuando la gente protesta, llega la solución mágica: una despensa por cabeza y una foto para las redes.

Porque el Verde descubrió que el hambre es más rentable que cualquier campaña.

Tristemente, Jorge Emilio resultó peor que el priista más cuestionado, con la diferencia de que el PRI al menos sabía disimular.

Nos vendieron el “Parque del Jaguar” como santuario, pero es un club privado con nombre indígena.

Si ese jaguar ancestral pudiera despertar, ya habría sacado a dentelladas a los conquistadores modernos, igualito que en la Guerra de Castas, cuando el pueblo maya se cansó de servir a los amos blancos.

Hoy no traen fusil, pero sí notario, dron y un discurso de “sustentabilidad verde” que huele a billete.

Y mientras el dinero fluye, los verdaderos tulumnenses miran el mar desde la banqueta.

No nos hagamos tontos, el PVEM ya cocina su siguiente golpe electoral. Repartirá más despensas, más abrazos falsos, más promesas biodegradables.

Todo con la bendición del mismo Niño Verde, ese que cree que gobernar es como administrar un zoológico: alimentar a los suyos y encerrar a los demás.

Tulum no parece un municipio sino un botín con vista al mar y el responsable del desastre tiene nombre y apellido: Jorge Emilio González Martínez, el eterno Niño Verde que convirtió la política en una agencia inmobiliaria.

Él no protege la naturaleza: la vende y la alquila en metros cuadrados.

El jaguar puede callar, pero el pueblo maya ya está gruñendo.

Y cuando despierte rumbo al 2027, que los verdes se cuiden. porque la selva tiene memoria y ningún saqueador electoral quedará impune.

Fuente: Por Luis Mis – Gato Maya🐾

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