Caminante, sí hay camino

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Desde su país de origen, durante el tránsito y en el país de destino, las y los migrantes enfrentan condiciones precarias y deshumanizantes que merman su integridad física y mental. Para las mujeres, niñas, niños y adolescentes, grupos con intersección de vulnerabilidad, la situación se agrava.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que una de cada tres mujeres migrantes en todo el mundo ha sufrido violencia de género. Pero, ¿cómo denunciaría cualquiera de ellas las agresiones que encuentra en el camino? Desde barreras como el idioma hasta la obvia de mantenerse escondidas de la autoridad por temor a ser deportadas impiden su acceso a mecanismos de protección y justicia.

En el caso de las niñas, niños y adolescentes, existe un riesgo latente de caer en redes de explotación laboral. Tan solo el año pasado, el gobierno estadounidense —principal país destino de las corrientes migratorias de Latinoamérica— encontró que 835 empresas emplearon a más de 3 mil 800 menores de manera ilegal. El drama de infantes que cruzan fronteras sin sus padres, desesperados por ofrecerles un futuro menos pobre o violento que el de sus territorios de origen, es desolador.

El dato más reciente disponible de Unicef revela que en 2017, casi 9 mil niños, niñas y adolescentes mexicanos que llegaron a Estados Unidos sin documentos fueron repatriados y la mayoría viajaban sin la compañía de un adulto. ¿Cuánto habrán encontrado en su camino que nunca debieron haber visto? El estrés postraumático parece ser la última de las prioridades de gobiernos empecinados en defender sus fronteras.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha convocado en diversas ocasiones a  los países receptores a garantizar el derecho a la vida de migrantes, una condición que además considera iniciada desde antes del desplazamiento físico porque supone una preparación y predisposición mental a nivel individual, familiar y comunitario.

Cada 18 de diciembre es Día Internacional de la y el Migrante, una oportunidad para recordar que se hace camino al andar y mientras exista un entramado de solidaridad, empatía y humanismo nadie tendrá que transitarlo en soledad o desventaja. Ya estamos cerca de fin de año, ¿se vale soñar? 

Que haya camino siempre, para todas y todos… después de todo, como dice el antimonumento instalado en Paseo de la Reforma por Uno de Siete Migrando AC en memoria de los 72 asesinados en San Fernando, Tamaulipas: “Migrar es un derecho humano”.

POR MARÍA ELENA ESPARZA GUEVARA

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