En unos días, sabremos quien tomará el mando en materia de seguridad. Así el nombramiento de quien estará a cargo de la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Defensa Nacional y Marina, tendrán retos enormes, y la responsabilidad de asumir desafíos que este sexenio que termina, minimizó o negó, enfocados principalmente en reconocer la gravedad del aumento de homicidios en el país, de la mano de una amplia cooptación de territorios por grupos del crimen organizado que hoy imponen reglas a sus anchas sin que nada ni nadie se los impida, tan solo habría que ver los casos del Michoacán -con la delicada situación del aguacate o Tila, donde miles de desplazados no pueden volver a sus hogares por miedo, entre muchos otros casos que son verdaderamente preocupantes como el tema migratorio, extorsiones, robos, tráfico de drogas. Desplazamiento forzado y armas.
Claudia Sheinbaum ha dado a conocer sus cuatro pilares estratégicos para atender el tema de la seguridad, mismos que fueron puestos a prueba e impactaron en la disminución de homicidios en algunas zonas de la Ciudad de México, de la mano de la disminución de otros delitos como la extorsión y robos, -de conformidad a cifras del INEGI y del Secretariado Nacional Ejecutivo de Seguridad Pública-. Si bien es cierto que hubo resultados positivos en materia de seguridad ¿la estrategia implementada en la Ciudad de México dará la talla, si se decide replicarla a nivel nacional? No hay que olvidar que la Ciudad de México, contó con recursos que contribuyeron a la mejora de apoyo tecnológicos y capacidades de investigación, y mano de obra -3.9 policías por cada 1000 habitantes, cuando en el resto del país, encontramos localidades en promedio con 0.9 policías.
Si bien es cierto que los cuatro pilares: apoyo a jóvenes con programas sociales, para que estos no se involucren en la delincuencia -mismos que al día de hoy, habría que evaluar y analizar, en torno a si la relación reclutamiento criminal-apoyo social están o no siendo afectados proporcionalmente-, la mejora policiaca enfocada en aumentos salariales y capacitación, que se enfocará en fortalecer a la Guardia Nacional bajo mando militar-, la perspectiva de un desarrollo de inteligencia focalizada en delitos de alto impacto y regiones específicas a partir de la creación de un Sistema Nacional de Inteligencia y el énfasis en construir un andamiaje de coordinación federal efectiva con las fiscalías de los estados son acciones positivas que pueden evaluarse y medirse en su efectividad, a su vez habría que considerar la complejidad que se vive en materia de criminalidad y violencia.
Desde hace muchos años hemos insistido que la dimensión criminal en estados y municipios debe atenderse a partir de su condición para desarrollar actividades delictivas, que se fortalecen por corrupción, impunidad, ausencia de instituciones de estado y oportunidades logísticas y estratégicas espaciales que permiten desarrollar economías ilegales y predatorias. Así, pensar las dimensiones rurales y urbanas, de la mano de capacidades de fuego que en el contexto real han desarrollado grandes organizaciones criminales en varios estados del país -operaciones paramilitares-, no debe dejarse fuera de la ecuación.
Por otra parte, habría que considerar que las estrategias de seguridad tienen que calcular en varias dimensiones: experiencia en mar donde los grupos delictivos pelean los controles de trasiego en puertos, fronteras -en sus múltiples dimensiones y problemáticas-, rutas estratégicas de comunicación criminal transnacional, y la logística delictiva actual que tiene presencia en al menos 23 estados del país, sin dejar fuera la agenda y con Estados Unidos. Tener estos factores en el tablero, puede contribuir a fortalecer visiones que pudieran abrirse a diálogos más amplios entre comunidades, que por años a nivel local y estatal han aprendido sobre el problema de las violencias, como contenerlo y prevenirlo. Ojalá estas oportunidades se abran a un entorno más amplio, y se permita construir un diálogo activo y provechoso para todos y todas con la federación. ¿Será que habrá disposición para dialogar y construir perspectivas críticas, evaluables, medibles y positivas en temas de crimen y violencia?
Fuente: eleconomista
