«Tu hijo sí ha visto porno hasta que no se demuestre lo contrario»

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El 90% de los padres cree que su hijo no ha visto pornografía, pero desde los 8 años visualizan este contenido, «no porque ellos lo busquen, sino porque el porno busca a los niños», se aseguró en la presentación del libro ‘Cuando la cigüeña empezó a ver porno’.

El Ministerio de Juventud e Infancia ha servido de escenario para la presentación de ‘Cuando la cigüeña empezó a ver porno’, un libro escrito por Miriam Al Adib, ginecóloga y obstetra, y por Diana Al Azem, sexóloga, profesora de Secundaria y fundadora de la plataforma Adolescencia Positiva. En él, ambas autoras alertan de que ya hay menores que a muy temprana edad visualizan porno y recalcan el gran impacto que provoca en la formación sexual y emocional de niños y adolescentes. Por ello, ofrecen en sus páginas una información muy práctica para que tanto padres como educadores sepan abordar el asunto y prevenir estos comportamientos de riesgo.

La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, que inauguró la presentación del libro, apuntó que «acompañar, que no es necesariamente vigilar a niños y adolescentes en el uso de la tecnología. La verdadera protección nace de la confianza y no del control». Manifestó que «tener un móvil a los 11 años a lo mejor tiene que dejar de molar. Hay que elevar socialmente la preocupación para que cada vez más familias entiendan que no es normal dar un móvil tan pronto. No se trata de culpabilizar a las familias, puesto que es un asunto que constituye un desafío social de primer orden«.

A la izquierda, Diana Al Adib, junto a la ministra Sira Rego y Miriam Al Adib (derecha) en la presentación del libro

En ese sentido, destacó la importancia de la Ley de Entornos Digitales Seguros, actualmente en trámite parlamentario, que busca «abrir un nuevo tiempo y hacer de Internet un espacio de derechos, seguridad y libertad, ya que esta norma obligará a las plataformas digitales a asumir responsabilidades que durante años han eludido«.

Destacó que el capitalismo digital administra la intimidad de los usuarios, ofreciendo «una ilusión de libertad mientras define qué cuerpos se muestran, qué placeres se premian, qué afectos se borran. Este control se ejerce con la eficacia propia de la tecnología y aprovechando la impunidad derivada de la ausencia de regulación adecuada. Cada clic, cada segundo de atención, cada imagen compartida, genera beneficio«,

Defendió una educación digital integral, no solo técnica, sino también ética, afectiva y colectiva, que permita a los menores distinguir, dudar y cuestionar lo que consumen en línea. «Proteger a la infancia es garantizar que la tecnología esté al servicio de la vida, y no la vida al servicio de la tecnología».

Su discurso concluyó con un mensaje de esperanza: «Nos toca conquistar la libertad y la justicia en el espacio digital, que nuestros cuerpos y emociones no sean materia prima para la acumulación económica. No se trata de demonizar la tecnología, sino de poner límites donde el mercado no los pone y de acompañar donde el algoritmo no acompaña», afirmó.

«Antes, cuando los niños preguntaban de dónde vienen los niños, les contestaban que los traía la cigüeña; ahora, hay niños que aún creen en los Reyes Magos y ya ven porno»

En su turno de palabra, Diana Al Azem explicó que la idea de escribir ‘Cuando la cigüeña empezó a ver porno’, surgió de su propia experiencia vivida en las aulas como profesora. «Al finalizar mis clases se me acercaban alumnas que dudaban de su identidad, que no sabían si le gustaban los chicos o las chicas, pero que no se atrevían a hablarlo con sus padres; alumnos que se sentían incapaces de mantener relaciones sexuales por miedo a no estar a la altura de lo que ven en Internet, pero que no querían que lo supiesen en su familia… Me di cuenta de que me hacían grandes confesiones, muy íntimas, porque no tenían a nadie en quien confiar para que les ayudara. Y acudían a mí, ¡que soy profesora de inglés!». Aquella realidad cotidiana la llevó a formarse en sexología: «Estos chavales no necesitan tanto aprender inglés como tener a alguien los escuche. Antes, cuando los niños preguntaban a sus padres de dónde vienen los niños, les contestaban que los traía la cigüeña; ahora, hay niños que aún creen en los Reyes Magos y ya ven porno«.

Aseguró que hay niños que con tan solo 8 años se encuentran por accidente imágenes pornográficas cuando ven dibujos animados en internet. «Si no hay un control detrás de los padres es normal que los menores tengan curiosidad por ver este tipo de contenido que les aparece en la pantalla. Es decir, ellos no buscan porno, el porno les busca a ellos. Hay una ‘pornificación’ de la infancia para atraer a esos pequeños cuanto antes a visualizar este tipo de contenidos porque se sabe que su cerebro se está desarrollando y cuanto antes se genere esa adicción más publico consume estos contenidos que generan tanto dinero«.

Miriam Al Adib añadió que a pesar de que el 90% de los adolescentes ha visto pornografía, «el 90% de los padres cree que sus hijos no lo han hecho. Una brecha de percepción que revela la falta de diálogo familiar«. Diana Al Azem no dudó en asegurar que la verdadera realidad es que «tu hijo ha visto porno hasta que no se demuestre lo contrario»

Ante estas afirmaciones, Miriam Al Adib destacó que no hay que olvidar que «la educación sexual tiene dos momentos claves: el primero comienza desde que nacemos, durante la infancia, con el apego y la confianza, y hay un segundo momento crucial que es la adolescencia, cuando el cerebro desarrolla la empatía y la curiosidad sexual. Si no ofrecemos respuestas claras y afectivas, las buscarán en Internet, donde solo encontrarán la versión del porno», alertó esta ginecóloga.

Las autoras coincidieron en que la educación sexual es una tarea pendiente de toda la sociedad, no solo de los jóvenes. «Las madres y los padres también tenemos que educarnos. Muchos no recibimos más que una charla de cinco minutos con un ‘no hagas nada hasta que te cases’. Eso no basta». Aprovecharon, además, para denunciar que el modelo de mujer promovido hoy en redes sociales reproduce viejos patrones desde una nueva forma de opresión: «Antes la mujer ideal era la casta, ahora es la hipersexualizada. Seguimos siendo objeto, solo que de placer en lugar de reproducción. Cambió el discurso, pero no la estructura de poder».

Diana Diaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR, recordó durante su intervención que, según sus estudios, los casos relacionados con el consumo de pornografía aumentaron un 155,9% entre 2019 y 2023, y las agresiones sexuales en grupo pasaron del 0% al 11,2%. Además, el 21,4% de los abusos fueron cometidos por menores contra otros menores, y la tecnología estuvo implicada en el 56,4% de los casos atendidos en 2023-2024.

«Llevamos 55 años acompañando a niños y adolescentes. Este diálogo es esencial para construir un futuro digital más humano. Necesitamos reforzar la educación sexual y digital, fomentar la escucha activa y ofrecer herramientas preventivas como este libro, para abordar el tema sin tabúes y proteger a los menores», reclamó la portavoz de la fundación.

La pediatra Mª Angustias Salmerón Ruiz, especialista en Medicina de la Adolescencia, alertó también sobre el efecto del porno en la afectividad juvenil, «puesto que separa el sexo del vínculo emocional. No se puede separar lo afectivo de lo sexual. Hay que enseñar a quererse bien y a que te quieran bien».

Aseguró por su experiencia que «si queréis saber cuál es la última droga o práctica sexual entre adolescentes, preguntadme: lo vemos cada día en consulta». Incidió en la idea de que el porno «busca a los menores gracias a los algoritmos de las plataformas digitales, diseñadas para retener la atención y monetizar los datos personales«. Recordó un caso atendido en consulta tras detectarse contenido sexual explícito en la plataforma Roblox, y alertó de la incapacidad de los adolescentes para distinguir ficción y realidad debido al desarrollo incompleto de su cerebro.

Igualmente, reivindicó la educación sexual y afectiva desde la infancia, basada en el respeto, el consentimiento y la autoestima. «Estamos viviendo una etapa esquizofrénica, centrada en el yo, y sólo cuando aprendamos a mirar al otro dejaremos de tener un problema como sociedad».

Fuente: ABC

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