La respuesta gubernamental ha sido que “no hay oposición” o “que no existe la oposición” en esto tienen algo de razón, porque no hay estrategia ni organización articulada.
Es evidente la inconformidad en numerosos sectores de la sociedad con las políticas públicas del gobierno, el descontento se manifiesta de diversas maneras, aisladas unas y desorganizadas las más.
Unas de estas expresiones están en las voces populares o en redes sociales y otras – algunas ciertamente – en los medios de comunicación tradicionales.
La respuesta gubernamental ha sido que “no hay oposición” o “que no existe la oposición” en esto tienen algo de razón, porque no hay estrategia ni organización articulada, las mismas voces disidentes no tienen un objetivo específico, más allá de ser voces críticas o de denuncia al gobierno, criticando a secas.
O constructivamente otras, el gobierno les ignora y otras veces les combate sin argumentos sólidos y otras con la contundencia de la fuerza del Estado.
Por una parte, el gobierno mantiene un discurso de descalificar a la disidencia agrupándolas en los “partidos políticos” y con ello, señalando la ausencia de coordinación entre los partidos “adversarios”, porque se ha sembrado la desconfianza entre ellos acusados de negociar en lo oscurito engañando a sus militancias.
Hay partidos acusados de ser comparsa del gobierno y no están aliados a MORENA, son aquellos ajenos a la alianza oficial, que en la práctica votan atendiendo a las exigencias del gobierno.
Si el gobierno sostiene que oposición son solamente los partidos, se equivoca, sí es verdad que están desorganizados y desarticulados, el gobierno apuesta a la desconfianza que campea entre ellos.
Pero la oposición no son solamente partidos, hay otra oposición más contundente pero también desorganizada – al menos hasta el momento – es la corriente de pensamiento ciudadano que día a día da señales de inconformidad y molestia, que desde el poder han decidido minimizar y descalificar, apostando a su desarticulación, sabedor que no ha podido consolidarse “UNIRSE” como fuerza electoral.
Desde esa perspectiva la oposición, no se limita a partidos políticos, algunos desdibujados. El gobierno niega a la oposición, ya por falta de visión o porque ha optado por minimizarla como estrategia, para convencer a la sociedad que no es posible que se consolide “UNIDA LA OPOSICIÓN”, desde el gobierno se alienta el conformismo y la resignación resumida en la expresión popular “ya ni modo”.
Pero ¡cuidado!, no todos se han resignado y esos son los que votan, que estadísticamente, son quienes determinan las elecciones, más que los votos duros o comprados.
Fuente: Heraldo de México /EDUARDO SADOT








