La eutanasia se convierte en una nueva vía de donación: 22 muertes permitieron 68 trasplantes el primer año de la ley

Los pacientes solo deben manifestar su voluntad y fallecer en un hospital para que los tejidos no se deterioren

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Si alguna muerte tiene sentido es la que, de alguna manera, logra salvar otras vidas. Y ese ‘milagro’ solo es posible con el trasplante de órganos. La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) abrió con la ley de Eutanasia una vía para facilitar la donación entre las personas que estaban dispuestas a solicitar la prestación de ayuda a morir.

Un año después de la entrada en vigor de la ley, el Ministerio de Sanidad estima que 22 muertes permitieron 68 trasplantes de órganos, decisiones que tuvieron un efecto multiplicador en la vida de otras personas.

Nuevo desafío

La donación en un proceso de eutanasia es un nuevo desafío para la coordinación de trasplantes. Técnicamente, es similar a la donación en asistolia o a corazón parado, cuando ha dejado de bombear sangre y los órganos y tejidos se deben trasplantar con rapidez para evitar su deterioro.

Pero emocionalmente tiene otro coste. Los coordinadores de trasplantes están habituados a situaciones dramáticas, a tratar con familias rotas con sus seres queridos sin posibilidad de salvación. «En este caso, es el propio paciente quien solicita la donación y a quien tenemos que explicar cómo va a ser todo el proceso. Es difícil de abordar porque su situación es muy vulnerable y nos tenemos que introducir en su esfera más íntima», explica Charo, una coordinadora bregada en estas situaciones. Prefiere no facilitar ni sus apellidos ni el hospital donde trabaja para proteger al máximo el anonimato de sus enfermos.

Cinco órganos, siete vidas salvadas

Ella gestionó una de las donaciones de órganos que se hicieron en España el año pasado por eutanasia. Fue un varón joven con una enfermedad neurodegenerativa, que dudó en ningún momento. «Estaba condenado a sufrir por una enfermedad y pensaba que la donación daría sentido a su decisión», recuerda Charo. La muerte y la donación llegó tras tres reuniones previas con los coordinadores de trasplantes y su médico de Familia, el que más le conocía y quien le acompañó en el proceso. Se extrajeron cinco órganos y varios tejidos que han dado otra oportunidad a siete enfermos.

¿Todos pueden ser donantes?

No todas las personas que solicitan ayuda para morir pueden ser donantes. Enfermedades como el cáncer pueden hacerlo inviable o su estado de salud muy deteriorado. Superada la evaluación médica, no es necesario solicitar permiso judicial como sucede en las donaciones de personas vivas. El único requisito es que el paciente muera en un hospital. La donación solo es posible si se muere en un centro sanitario porque los órganos y tejidos se deteriorarían.

«Un hospital es un lugar hostil y frío, que intentamos humanizar para facilitar este paso tan difícil. Se permite elegir el día y nos adaptamos a su decisión, quién les acompañará, qué música les relajará o qué rostro verán por última vez. Personalizamos ese escenario final para hacer la transición más fácil y que se olviden de cables y monitores. Todo antes de inyectarles el medicamento que, primero les sedará, y después pondrá fin a su vida.

Charo recuerda cómo le explicaron el proceso, con calma, sin prisa, con sencillez. «Garantizamos que no habría dolor ni angustia y visualizamos previamente qué es lo que se encontraría al llegar: los pasillos, las salas del centro sanitario, la habitación en la que estaría…. Intentamos que todas las explicaciones fueran lo más sencillas posibles. Nunca utilizamos términos técnicos, le dijimos que se iría quedando dormido, con la sensación de sueño que va invadiendo poco a poco cuando te quedas dormido durante la siesta en un sofá. De aquel día recuerdo su sonrisa de agradecimiento. Fue un paciente muy especial».

Fuente: ABC

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