Dandapani: «La ansiedad es la primera señal que da una mente excesivamente distraída»

En la sociedad de la hiperconexión el ex monje hinduísta Dandapani explica en su libro 'El poder de la concentración absoluta' cómo traspasar las barreras mentales que nos alejan de poner foco en lo que de verdad nos importa

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Distraerse en muy fácil. Vivimos en la sociedad de la multitarea, de la hiperestimulación y de la hiperconexión. En cualquier momento y en cualquier lugar nos acecha un caleidoscopio visual y sonoro con todo tipo de estímulos (internos y externos) que nos impiden concentrarnos, estar presentes y poner foco en lo que hacemos y en lo que sentimos. Cuando asistimos a una reunión en el trabajo estamos más pendientes de lo que vamos a decir que de lo que cuentan los otros, cuando nuestra pareja explica cómo le ha ido el día estamos pensando en el WhatsApp que acaba de sonar en el móvil o en si habrá comprado la leche que faltaba. Y si resulta que tenemos hijos y alguno nos cuenta lo que le ha pasado en el recreo nos viene a la mente el informe que no nos acordamos de entregar en el trabajo que se mezcla con la tentación de preguntarle si ya ha hecho los deberes… ¿Por qué resulta tan difícil concentrarse en lo que hacemos, decimos o sentimos? En ‘El poder de la concentración absoluta’ (Diana / Planeta) el sacerdote hinduista ex monje de clausura, Dandapani, intenta dar respuesta a esta pregunta mostrando cómo dominar la capacidad de la concentración a través de la comprensión de la mente y la sincronización de la conciencia y de la fuerza de voluntad. No parece una tarea fácil, sin embargo él asegura que es posible simplificarla. Veamos cómo…

Cuando intentamos concentrarnos, ¿Cómo podemos conseguir el equilibrio entre lo que nos viene del exterior y lo que sentimos en el interior?

Una vez que entendemos cómo funciona la mente, podremos tener el control. En el libro explico que no controlamos la mente, sino que lo que controlamos es la conciencia dentro de ella. La mente, por tanto, no se mueve, sino que es la conciencia la que viaja dentro de la mente. Me gusta poner el ejemplo de que es como una mansión con muchas habitaciones. Una es la habitación de la felicidad, otra es la de la tecnología, otra es la de la tristeza… Y lo que se puede hacer es entrar a esas habitaciones de la mente. Y dependiendo de la habitación en la que entres, tendrás una experiencia distinta.

¿Y qué determina que uno vaya a una habitación de la mente o a otra?

Hay dos cosas que lo determinan. Puedo escoger ir a la habitación de la felicidad o la gente de mi alrededor o de mi entorno puede determinar que yo vaya a esa habitación.

Pero si soy fuerte y aprendo a controlar mi consciencia puedo decirle a mi entorno que no quiero entrar en esa habitación sino que me quiero quedar en la que estoy o incluso ir a otra que yo elija. Y ese es el estado que tenemos que entrenar y de eso es de lo que hablo precisamente en ‘El poder de la concentración absoluta’.

Te voy a poner un ejemplo que comencé a usar con mi hija cuando tenía tres años. A ella le he enseñado que hay un lugar feliz, un lugar divertido, un lugar tonto, un lugar triste y un lugar furioso en la mente y que ella puede elegir a cuál quiere ir. Y cuando me cuenta que alguien en el colegio le ha dicho que su vestido es feo le explico que le están intentando llevar a la habitación triste de su mente, pero que es ella la que puede elegir si quiere ir a esa habitación o prefiere quedarse en una habitación feliz. Hoy mi hija tiene cinco años y puede elegir en qué lugar de su mente quiere estar.

No parece tan difícil de aprender…

Y no lo es. Una vez que entiendes cómo funciona, puedes tomar el control de tu mente y, con la práctica, incluso puedes conseguir tener más fuerza, que tu entorno. Y es es, al fin y al cabo el objetivo, porque si no eres más fuerte que el entorno (y aquí no solo se incluyen las personas, sino por ejemplos los dispositivos como el móvil) será el entorno el que decida a qué lugar de tu mente vas. Y eso puede convertirte en esclavo o en sirviente de tu entorno.

En su libro explica además que algunas personas tienen apego a las habitaciones de su mente en las que se encuentra el miedo o la tristeza… ¿Es más difícil para ellos entender que pueden salir de ahí para irse a otro lugar de su mente?

Sí, es probable que con el tiempo algunas personas se sientan cómodas con sitios, situaciones o cosas. Veamos, ¿Cuál es tu comida favorita?

La tortilla de patata.

Bien, pues esa es la comida con la que más cómoda te sientes. Digamos que es tu comida de confort. Y lo cierto es que para algunas personas ir a la zona mental del miedo les hace sentirse seguros porque están cómodos, conocen esa experiencia y no quieren salir de ahí, no quieren abandonarla porque prefieren ese miedo a la incertidumbre que les produce algo nuevo, algo que no saben cómo es. Y eso puede hacer que algunos se sientan cómodos en la zona triste, en la alegre, en la de los celos… Puede hacer todo tipo de casos. Pero lo que tenemos que hacer es entrenarnos para poder fluir a través de nuestra mente y así ser capaces de elegir a qué lugar queremos ir.

Algunas personas aseguran que no son capaces de concentrarse por culpa del cansancio, ¿en qué medida es importante tener energía para concentrarse?

Sí, es probable que alguna vez hayas visto uno de esos carteles en fábricas o en lugares en los que trabajan con máquinas en los que se anuncia que no se debe operar con maquinaria pesada si el trabajador está cansado. Y la explicación está en que cuando estás cansado es más difícil concentrarse y se pueden cometer más errores y es más fácil lesionarse. Con la mente sucede algo similar pero la cuestión es que tenemos que aprender a concentrarnos. Y para ello necesitamos energía. Pero nadie nos enseña. No enseñamos a nuestros hijos, no se enseña a los empleados, no se enseña a los jugadores de fútbol…

La capacidad para concentrarse es lo que intento enseñar en este libro.

«Hay que definir qué relación vamos a tener con la tecnología. Deberíamos ver el móvil como una herramienta que está ahí para ayudarnos cuando lo necesitemos, no como algo de lo que no podemos prescindir»

Dandapani

Ex monje hinduísta y conferenciante

En la sociedad actual en la que reina la multitarea y el impacto de la tecnología tenemos una dificultad añadida… ¿Cómo podemos escapar de la influencia de esas distracciones constantes?

La solución está en definir nuestra relación con la tecnología y para ello siempre doy un ejemplo. En la actualidad estamos construyendo en Costa Rica un santuario espiritual con un jardín botánico en el que hemos plantado en los últimos años unos 6.000 vegetales distintos (entre árboles y plantas). Y allí tengo un contenedor con herramientas y palas, así que cuando quiero plantar un árbol lo abro, cojo la pala o la herramienta necesaria, excavo el agujero, meto la semilla, cierro el agujero y guardo la pala de nuevo en el contenedor. No me llevo la pala de acá para allá durante todo el día. Y así es como deberíamos ver el teléfono móvil, como esa herramienta que está ahí para ayudarte cuando lo necesitas, no como algo de lo que no puedes prescindir. Digamos que tu móvil es tu sirviente, tu mayordomo… Y lo usas cuando lo necesitas, para tareas determinadas, y cuando ya no lo necesitas, lo apartas. Pero no tienes que estar con él a todas horas ni acariciarlo ni darle besitos, porque no tienes una relación sentimental con él.

Por tanto, una vez que defines cuál es la relación con tu móvil, dejarás de tenerlo presente a todas horas. Es lo mismo que sucede cuando definimos la relación que tenemos con la gente que nos rodea. ¿Acaso tienes la misma relación con tu pareja que con tu jefa? Definir esa relación de una determinada manera determina cómo interactuarás con cada persona, ¿Verdad? Pues la idea es aplicar ese mismo concepto con la tecnología… Úsalo como una herramienta.

Es cierto que la tecnología nos hace más difícil concentrarnos. Pero, ¿sería posible citar otras cuestiones externas que mejoran la concentración?

La música, el yoga, la meditación y la respiración pueden ayudar, pero no son la solución, ya que la solución siempre está en aprender a concentrarse. Una periodista me contó recientemente que hacer ejercicio le ayuda a concentrarse y entonces yo le pregunté si, para permanecer concentrada todo el día, tenía que pasarse las 24 horas haciendo ejercicio…

En realidad lo más efectivo es aprender a concentrarse entendiendo cómo funciona la mente y a partir de ahí sostener la conciencia en una sola cosa cada vez y seguir practicándolo para mejorar. Y una vez que hayas aprendido a concentrarte, entonces podrás meditar, hacer yoga, ejercicios de respiración y todo eso te ayudará a concentrarte mejor y a ser más fuerte mentalmente. Pero el primer paso es aprender a concentrarte.

¿Podríamos plantear una diferencia sencilla entre la mente y la conciencia, porque son conceptos que pueden resultar confusos?

Sí, lo haré con un ejemplo. Pensemos en la ciudad de Barcelona. Imagina que esta ciudad es la mente. En ella hay partes históricas, partes modernas, partes artísticas, partes más buenas o más agradables, hay zonas de playa, y partes menos buenas o más desagradables… En función de la zona a la que decida ir tendré una experiencia distinta. Pero Barcelona no se mueve, sigue estando donde está, ¿verdad? La mente también funciona así. Hay muchas zonas distintas en la mente, pero ella no se mueve. Lo que se mueve es la conciencia, que se desplaza dentro de la mente (de Barcelona) y que escoge a dónde quiere ir, es decir, tiene elección. Por tanto siempre hay dos elecciones: o tú eliges dónde quieres ir o permites que tu entorno (el móvil, las noticias, la música que escuchas, la gente que te rodea…) te lleve a un lugar de tu mente que no has decidido. Tienes que ser, por tanto, más fuerte que tu entorno.

¿Cuáles son las señales que uno puede ver en sí mismo para darse cuenta de que no tiene una mente concentrada y se deja llevar por todo tipo de distracciones?

La primera señal que indica que una mente (o mejor dicho, una conciencia) está excesivamente distraída es la ansiedad. Te cuento un ejemplo relacionado con mi día a día. En mi vida personal tengo un proyecto en Costa Rica donde, además de plantar los árboles, estamos haciendo obras de mejora. Pero además estoy reconfigurando la página web y reconstruyendo nuestra app con un equipo de diseño web, estoy haciendo entrevistas como ésta con los periodistas de todo el mundo por el libro de ‘El poder de la concentración absoluta’, mañana tengo que dar una conferencia… Pero si permito que mi conciencia se vaya a esa lista de cosas por hacer y se ponga a pensar en todas ellas en lugar de en escucharte o en hablar contigo, te puedo garantizar que dentro de tres minutos sufriré ansiedad.

La solución es hacer una cosa cada vez, no todo a la vez. Sentir ansiedad es la primera señal de una mente distraída que piensa 20 cosas a la vez.

Es imposible, por tanto, concentrarse pensando muchas cosas a la vez…

Claro, digamos que uno tiene muchas habitaciones en la mente. Una puede ser la familia, otra el trabajo, otra los amigos… Cuando uno siente ansiedad está yendo de una habitación a otra y de ahí a otra y de ahí a otra… Y eso genera ansiedad. La clave es quedarse en una habitación. O mejor dicho, no puedes permitir que tu conciencia se vaya a otra habitación si has decidido que te vas a quedar en una. Ahora estoy hablando contigo. Y estoy aquí al cien por cien. Y por eso no siento ansiedad, porque siempre estoy haciendo una cosa al mismo tiempo, aunque la lista de tareas pendientes sea tan larga como la Gran Muralla China.

Sí, de hecho a menudo podemos sentir que no nos escuchan mientras hablamos… ¿Qué relación hay entre la concentración y estar presente y atento justo en el momento presente?

Es algo que cuento en el libro y lo digo con una frase parecida a esta: «La energía fluye en la dirección que toma la conciencia». Entonces, si mi conciencia está en ti, mi energía fluye hacia ti. Si no fuera así, aunque te mirase, aunque pareciese que te estuviera escuchando, mi conciencia estaría en otro lugar y sería allí donde iría mi energía y tú sentirías que no te estoy prestando atención.

Algunas personas creen que la concentración no se practica sino que llega por arte de magia, pero en su libro nos propone ejercicios prácticos para trabajarla…

Todo requiere práctica. Si quiero tocar bien el piano, tengo que hacer dos cosas: el primer paso es aprender a tocar el piano y después el segundo paso, es que tengo que practicar. Y después habría que valorar cuánto debo practicar. Por ejemplo, si voy a tocar una canción para mi abuela el fin de semana tal vez deba practicar un rato un par de días a la semana, pero si quiero tocar en el mejor conservatorio del mundo es probable que deba practicar seis horas al día, siete días a la semana. Eso nos lleva a pensar: ¿Quiero concentrarme bien para tener relaciones plenas y profundas con las personas y para tener experiencias plenas y profundas en la vida? Pues tal vez debería practicar la concentración durante todo el día.

La concentración nos lleva a estar presentes. No se practica el vivir en el aquí y en el ahora, lo que se practica es estar focalizado y estar presentes es el subproducto, es decir, es el resultado de practicar la concentración. Cuando estoy concentrado en mi hija, le estoy diciendo que la amo, que me preocupo por ella, que me importa, que valoro su tiempo, su energía, su vida y su presencia. Y todo esto se lo puedo estar diciendo sin pronunciar una sola palabra porque puedo concentrarme y estar presente con ella.

Es precioso poder hacer ese regalo a la gente que queremos.

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