No existen dudas de que la forma en que nos alimentamos condiciona nuestra salud a lo largo de toda la vida. Durante la edad infantil, una alimentación completa, equilibrada y suficiente tiene un papel clave. Por ello, se debe promover el consumo de alimentos que, por su calidad nutricional, aporten nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo y, al mismo tiempo, contribuyan a la reducción del consumo de otros de menor calidad, o asociados al desarrollo de enfermedades crónicas.
Esto no solo va a permitir el adecuado crecimiento y desarrollo de los niños, sino que además influirá también en la adquisición de hábitos que van a guiar su comportamiento alimentario el resto de sus vidas. Además, hay que tener en cuenta que la calidad de la alimentación recibida en la infancia va a influir directamente sobre la salud en etapas posteriores de la vida.
Fuente: ABC
