“Lo que vemos en Chiapas es parte de los costos de militarizar el Instituto de Migración”

El primer encargado de la dependencia en la administración de López Obrador critica la estrategia de “contención” del Gobierno y la deriva agresiva de los agentes

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En los últimos días, miles de migrantes, sobre todo haitianos, han tratado de salir de Chiapas, en el sur de México, buscando el camino al norte. Empujados por crisis políticas, amenazas violentas o emergencias climáticas, han visto en el país el reflejo de algo mejor. En Chiapas han topado sin embargo con un Ejército de “contención”, según el término que ha empleado esta semana el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Cientos de agentes del Instituto Nacional de Migración, INAMI, y de la Guardia Nacional, han dispuesto un muro humano frente a los grupos de migrantes, que han tratado de avanzar por carreteras y campos del Estado sureño. En vídeos grabados por reporteros desplazados a la zona esta semana, agentes de migración aparecen insultando a los migrantes y corriendo tras ellos, en escenas inimaginables hace apenas dos años y medio.

En entrevista con EL PAÍS, el primer comisionado del INAMI del actual Gobierno, Tonatiuh Guillén, critica la acción del instituto y la Guardia Nacional. Guillén, que dejó el cargo en mayo de 2019, en plena ofensiva intervencionista de Donald Trump, cuestiona el camino que ha tomado la política migratoria de López Obrador, muy alejado de lo que se planteó al principio. Las imágenes de los últimos días así lo prueban.

Pregunta. ¿Ha podido ver los vídeos que han grabado estos días los reporteros en Chiapas?

Respuesta. Sí

P. ¿Qué le han parecido?

R. Retratan una iniciativa muy agresiva de lo que se llama política de contención, en lo que han sido muy explícitos el presidente y el Secretario de la Defensa. He visto acciones que ameritarían sanciones penales a funcionarios. Están en un límite inaceptable desde todos los puntos de vista. Y retrata una regresión profunda de la política de migración de este Gobierno, que yo creo que pensó un escenario muy diferente, de respeto a los derechos humanos. Estamos al otro lado ahora.

Hay que explicar que la inercia que vemos hereda la interiorización institucional de los acuerdos de contención establecidos con el Gobierno de Trump. Interiorizamos ese acuerdo y sus lineamientos, cosa que se expresa en dos medidas. La primera, que la ley de la Guardia Nacional le diera atribuciones de control migratorio a la corporación. Y como sabemos, la Guardia Nacional es un aparato militar, cosa que el presidente mismo ha dicho. Y segunda, que el INAMI fue permeado por militares.

P. Llama la atención la beligerancia de los agentes de migración. ¿Le ha sorprendido?

R. Está en línea con la militarización. El INAMI y la Guardia actúan pensando que enfrente tienen un enemigo. Es parte de los costos de interiorizar una política de contención y materializarla en el aparato de la Guardia Nacional y la militarización del INAMI. El instituto se llenó de personal militar o exmilitar y la coordinación con la Secretaría de la Defensa es muy estrecha. Estas son las consecuencias. Y los costos los pagan personas muy vulnerables.

Y otra cosa. Lo que vemos es la punta del iceberg. Sobre la punta se concentran las medidas de contención agresivas. Pero miles de personas cruzan todos los días, gracias al aparato que manejan los traficantes de personas. ¡Mira el tamaño del mercado que hay ahí, son mil millones de dólares por mes, es una cifra brutal! La política de contención debería estar centrada en estas organizaciones criminales.

P. ¿Qué tanto tiene que ver con Estados Unidos con este viraje?

R. El peso central está en la interiorización. Porque esos acuerdos se convirtieron en aparato y ley. Solo escucha los discursos de control explícito. Es una misión, una misión militar. Obviamente debe haber también una presión del Gobierno de Biden. Tenemos ese aparato y funciona.

P. ¿Qué efectos crees que tendrá a medio plazo la decisión del juez texano de ordenar que se reinstaure el programa Quédate en México?

R. La migración sigue siendo un eje por la disputa por el poder en Estados Unidos, entre demócratas y republicanos, sobre todo el ala de la ultraderecha, muy viva sobre todo en el aparato judicial. Por ahí respira Trump, por los jueces y los ministros del Supremo.

Por el lado de México, volveremos a asumir. Punto. Más allá de lo que digan los discursos. Y eso quiere decir que si los regresan, los regresan. Hemos visto estos vuelos de Texas a Tapachula. El escenario para México es asumir.

P. ¿Cuándo tomó el puesto de comisionado, pensó en algún momento en que la situación migratoria sería como es hoy?

R. No. Justo estábamos avanzando hacia la otra dirección. La propuesta inicial era un programa mucho más ambicioso, que implicaba la formación de una región de desarrollo, en el sur de México y el norte de Centroamérica. Algo parecido a lo que tenemos en el norte con Estados Unidos. Se trataba de empezar a dibujar las bases de una macrorregión, que pudiera tener relevancia continental. La región está llena de potencialidades. Construir un desarrollo económico con base en las potencialidades era el proyecto. Pero bueno, lamentablemente topamos con Trump y no pudimos negociar con Estados Unidos. Y cuando la pelea se perdió… La Guardia Nacional pasó a ser el aparato de control migratorio y el proyecto se perdió, aunque verbalmente se enuncie o recuerde.

Fuente: elpaís

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