El REDAM no es solo una herramienta tecnológica, es un compromiso cumplido de transparencia proactiva, porque las obligaciones alimentarias no son una opción: son derechos ineludibles
Hace unos días, la jefa de gobierno, Clara Brugada, dio un paso decisivo en beneficio de la niñez con la apertura del Registro de Deudores Alimentarios Morosos (REDAM) en la Ciudad de México; ahora existe una herramienta que convierte el deber de alimentar y cuidar en un derecho visible, implacable ante la impunidad.
Soy hijo de un padre ausente que nunca me reconoció al nacer y crecí al amparo del esfuerzo incansable de Irma, mi madre, que día tras día se desveló para cubrir cada carencia y mantenernos a flote.
Por eso celebro que quienes rehúyen su responsabilidad no puedan ocultarse tras el anonimato y hoy, con el REDAM, cualquier persona, institución o empresa puede consultar en línea si alguien ha incumplido con su deber de pagar la pensión alimentaria que le corresponde, para lo que solo se necesita dar nombre y fecha de nacimiento en la opción de búsqueda.
Esta apertura representa un avance histórico en la deuda que nuestra sociedad -en especial los varones padres-, mantiene con las infancias y adolescencias, pues el 86 por ciento de los nombres que están en el REDAM son de varones.
El REDAM no es solo una herramienta tecnológica, es un compromiso cumplido de transparencia proactiva, porque las obligaciones alimentarias no son una opción: son derechos ineludibles.
No se trata de castigar sin razón, pero sí de exigir que quienes son padres destinen los recursos al bienestar de quienes más lo necesitan, y de que los cuidados no recaigan únicamente en las madres.
Ponerle nombre y apellidos al incumplimiento es una sanción social que conlleva consecuencias jurídicas, poniendo freno a una subcultura de la impunidad y el anonimato.
Este registro opera con base en una orden judicial. Estar inscrito en él no solo implica una mala nota pública: impide la posibilidad de ser postulado y ocupar cargos públicos.
Tampoco se puede tramitar pasaporte, licencia de conducir, realizar actos notariales ni casarse, incluso, impacta el historial crediticio de los deudores alimentarios.
Sin embargo, no podemos quedarnos en este paso. Falta mucho por hacer. Aún son muchos los padres -en su mayoría varones- quienes, amparados en disputas judiciales, pelean la custodia de sus hijos no por amor o afecto, sino para evadir la pensión.
Lo peor es que algunos jueces conceden la guarda sin razón, como una forma de eludir el deber legal de manutención. Esto reproduce desigualdades de género y exonera a quienes deberían responder por sus hijos.
El acceso al REDAM también permite a las mujeres identificar con claridad a hombres irresponsables que incumplen con su obligación parental.
Más allá de buscar venganza, se trata de reconstruir equilibrio y justicia: la crianza y el cuidado no deben recaer en una sola persona ni en una sala de tribunales.
Esta medida capitalina responde a un mandato más amplio: la Ley Sabina del Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias, surgido de exigencias derivadas de adecuar distintas leyes y fortalecer la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
En la CDMX, esta norma se hace pública y efectiva, con consecuencias y sanciones reales.
Brugada la ha convertido en un instrumento tangible para visibilizar la deuda histórica pendiente con nuestra infancia.
Es innegable que México ha avanzado en igualdad de género: este año se ubicó en el 23° lugar global en participación, liderazgo político y educativo, superando incluso a EUA y Canadá.?
Pero cerrar las brechas no solo es ocupar cargos públicos o alcanzar paridad estadística, también es garantizar que en el cotidiano se repartan responsabilidades, que los hombres asuman el compromiso de la manutención y crianza.
El REDAM es un gran avance en la larga lucha por justicia, igualdad sustantiva y responsabilidad parental, un mensaje claro: las obligaciones alimentarias no son opcionales ni una carga exclusiva de las madres.
En una ciudad que aspira a ser vanguardia en materia de cuidados, la impunidad de los deudores alimentarios no tiene cabida.
POR VÍCTOR HUGO ROMO DE VIVAR GUERRA
Fuente: Heraldo de México








