El decreto que emitió el tabasqueño en el 2000, para “rescatar” a la capital, fue un detonante de la gentrificación: favoreció la especulación inmobiliaria y generó procesos de desplazamiento de población, aumento en rentas y transformación del tejido social
No fue casualidad ni espontáneo. Las imágenes de jóvenes y no tanto, rompiendo ventanales en la Roma y Condesa, grafiteando terrazas hípsters y arremetiendo contra autos de lujo, son apenas el epílogo de una historia que comenzó hace casi 25 años con la firma de un decreto silencioso, pero determinante: el Bando 2.
El expresidente Andrés Manuel López Obrador, en su papel de jefe de Gobierno del todavía DF, lo promovió como un instrumento para “rescatar” el Centro Histórico. Pero lejos de sólo revivir una zona abandonada, sembró el germen de un modelo de ciudad desigual, excluyente y ferozmente clasista.
Con incentivos fiscales y permisos a modo, el Bando 2 limitó la construcción de vivienda en la mayoría de las alcaldías periféricas, mientras abría la puerta al desarrollo inmobiliario en el corazón de la capital.
Resultado: un éxodo urbano silencioso, especulación inmobiliaria y el florecimiento de corredores de capital privado disfrazados de regeneración urbana.
Hoy, los efectos son inocultables. Lo que se anunció como “reactivación” derivó en desplazamiento de residentes, aumento desmedido en rentas y una ciudad fracturada entre los que pueden pagar 40 mil pesos por un estudio y quienes son empujados al borde de la periferia.
La pandemia y el boom de los nómadas digitales hicieron el resto. En 2025, colonias como la Roma, Condesa, Juárez o San Rafael son más un showroom de Airbnbs y cafés bilingües que espacios barriales. Mientras tanto, zonas como Iztapalapa, Tláhuac o GAM siguen esperando inversión, transporte y oportunidades.
Y aunque ningún gobierno lo admite, la raíz de esta transformación –y de la rabia que hoy estalla en vidrios rotos– está en ese decreto firmado un 5 de diciembre de 2000. El Bando 2 no fue sólo un acto administrativo: fue una declaración de intenciones sobre qué ciudad se quería construir… y para quiénes.
Y el responsable descansa tranquilo en una hamaca de Palenque.
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EN PALACIO NACIONAL observan que las protestas contra la gentrificación podrían estar impulsadas por grupos afines a Morena. Fuego amigo que busca presionar de cara al Mundial de Futbol de 2026. ¿Será?
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EL RECHAZO A LA GENTRIFICACIÓN ha permitido también que germine un odio contra extranjeros; sin embargo, hay personajes que ya son célebres en redes sociales por sus desatinos y no se dejan ayudar. Como el caso de la argentina Ximena Pichel.
Su altercado con policías y sus expresiones racistas no dejan de alimentar los deseos de quienes piden que salgan del país cuanto antes.
Algo parecido ocurrió con el ciudadano estadounidense que paseaba a sus perros por un camellón, sin recoger sus desechos, haciendo caso omiso a quienes le reclamaron.
Ambos “percances” pueden dar risa y no pasar de hacerse virales, pero las expresiones de odio que generan con sus conductas muestran que una olla de presión social podría estallar en cualquier momento. Y alguien debe tomar cartas en el asunto.
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MIENTRAS CIENTOS DE FAMILIAS esperan una explicación y que les den certeza sobre el paradero de sus seres queridos fallecidos, el presidente municipal de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, muy campante encabezó una cabalgata y un torneo de golf el fin de semana.
No se sabe todavía quién autorizó la operación del crematorio “Plenitud” en aquel municipio, cuyos propietarios defraudaron a casi 400 familias, entregando materiales diversos sin haber incinerado a sus parientes. Y del macabro hallazgo, el alcalde morenista ha querido deslindarse sin asumir una responsabilidad cabal y plena.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Gracias a López Obrador, la CDMX ya no es de los chilangos, es de los que pagan en dólares y se quejan del chile en la comida».
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
Fuente: Heraldo de Mexico








