Tabasco: alerta preventiva

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El empoderamiento de La Barredora como monopolio criminal en la entidad, se convirtió en un inesperado boomerang, pues este mismo monstruo que Adán Augusto López había creado terminó por engullir a su equipo de colaboradores cercanos.

La historia de corrupción y crimen que se fraguó en Tabasco durante el último lustro y que ha empezado a develarse en las últimas semanas trae consigo una alerta preventiva: los pactos entre políticos y funcionarios de alto nivel con el crimen organizado ya no pertenecen sólo a un modus operandi presente en las esferas locales de gobierno, sino que empieza a ser también visible en las cúpulas de las secretarías federales de mayor relevancia, como la de Gobernación. Esto debería convertir el reciente escándalo de Tabasco, ipso facto, en un asunto de la mayor preocupación para nuestra seguridad nacional e, incluso, para nuestra soberanía interna.

Esta trama tabasqueña de pactos y entendimientos entre el crimen y las autoridades arranca como otras varias en la última década: un gobernador toma posesión de su cargo y, ante el complejo panorama que encuentra en el ámbito de la seguridad (delitos de alto impacto al alza y una robusta y agresiva fauna criminal), decide nombrar como secretario de Seguridad a alguien de todas sus confianzas, que posee un indispensable lado oscuro, pues tendrá que pacificar la entidad ‘sea como sea’, según le ha instruido su jefe. Bajo tal instrucción, el recién nombrado y empoderado secretario empieza a trabar acuerdos con el grupo criminal con el que tiene mejor relación. Estos acuerdos van desde cooptar o eliminar ‘a la competencia’ hasta ‘plantar cadáveres’ fuera de la entidad para que no sean contabilizados en Tabasco.

Aquí vale detenernos un momento y destacar tres factores que contribuyen a entender mejor este caso. El primero es que Adán Augusto López Hernández (AALH) es un viejo amigo del presidente de la República, a quien AMLO considera su ‘hermano’ y cuyo padre, Payambé López Falconi, apoyó y protegió a AMLO cuando éste era joven (lo que genera una especie de ‘deuda de gratitud’). El segundo factor es que AMLO es oriundo de Tabasco, donde fue candidato a la gubernatura en dos ocasiones (1988 y 1994). De aquí que sea casi imposible engañar a AMLO sobre lo que sucede en el bajo mundo de Tabasco, pues AMLO tiene una comunicación estrecha con un amplio abanico de actores políticos y empresariales de primer orden en la entidad. Y el tercer factor es que, después de gobernar Tabasco por casi tres años y reducir la violencia criminal en la entidad, AALH fue nombrado por AMLO secretario de Gobernación, quizás para conocer de cerca sus dotes como estratega de seguridad y evaluarlo de cerca como un potencial candidato presidencial.

El primer factor, ‘la deuda de gratitud’ y el aparente buen desempeño de AALH, contribuyeron probablemente a su nombramiento como jefe de la Segob. Durante el último año de la gestión de Arturo Núñez como gobernador de Tabasco (2018), los delitos de alto impacto, como los homicidios, las desapariciones, los secuestros y la extorsión, habían escalado aceleradamente. Con el arribo de AALH a la gubernatura, estos delitos (con excepción de las desapariciones) decrecieron notablemente. Sin embargo, el eje de la estrategia de AALH, es decir, el empoderamiento de La Barredora como monopolio criminal en la entidad, se convirtió en un inesperado boomerang, pues, aunque esta jugada había propiciado la reducción de varios delitos graves, este mismo monstruo que AALH había creado terminó por engullir a su propio secretario de Seguridad y a su equipo de colaboradores cercanos.

En la misma lógica, es altamente probable que el paso de AALH a Segob haya detonado su propósito de que, a través de La Barredora, pudieran recolectarse fondos para financiar su eventual campaña, en caso de que se convirtiera en candidato presidencial. Esta ambición y el plan de que varios de sus colaboradores en Tabasco, ahora bajo el mando de su sucesor y amigo, Carlos Manuel Merino, colaboraran en tal misión con el apoyo del grupo criminal, terminaron por profundizar y evidenciar la alianza inconfesable. Esto significó la ruina para AALH, pues cuando políticos y empresarios de Tabasco –y el propio Ejército– enteraron a AMLO del objetivo y las malas artes de su cercano colaborador, el presidente no sólo le cerró la posibilidad de convertirse en candidato presidencial, sino que además ya no le permitió tener voz en la designación del siguiente candidato a la gubernatura de Tabasco.

El rompimiento fue claro entre AMLO y AALH. En cuanto el candidato triunfante de Morena, Javier May, tomó posesión de la gubernatura, decidió designar como secretario de Gobierno, ni más ni menos que a José Ramiro López Obrador, hermano de AMLO, y ambos denunciaron ‘la podredumbre’ que significaba la fusión de la Secretaría de Seguridad estatal con La Barredora. Así, el sueño presidencial de AALH terminó por convertirse en una pesadilla que, aparentemente, apenas empieza.

Fuente: EF

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