Dejando a un lado los pequeños raspones o dolores musculares que se resuelven solos, existen accidentes que requieren atención médica inmediata.
El sexo suele asociarse con placer, bienestar físico y emocional, pero también puede esconder riesgos poco conocidos.
Más allá de pequeños raspones o dolores musculares que se resuelven solos, existen accidentes graves como ataques cardíacos durante el acto y, en casos más específicos, fracturas de pene que requieren atención médica inmediata.
De acuerdo con el Dr. Michael C. Gerling, cirujano ortopédico y director de cuidados musculoesqueléticos en el Bayonne Medical Center de Nueva Jersey, estas lesiones pueden presentarse en cualquier posición. Sin embargo, existen tres movimientos sexuales que concentran la mayoría de los casos documentados.
¿Qué es una fractura de pene?
Se trata de un desgarro de la túnica albugínea, una capa fibrosa que sostiene el pene. La lesión ocurre cuando, durante una penetración, el miembro se dobla bruscamente contra la pelvis de la pareja.
Los síntomas incluyen un chasquido audible, dolor intenso, pérdida inmediata de la erección e hinchazón. Aproximadamente 1 de cada 175 mil hombres sufre una fractura de pene.
“Si esto ocurre, hay que acudir de inmediato a urgencias”, advierte Gerling.
La reparación requiere cirugía, drenaje de sangre acumulada y un periodo de recuperación en el que los pacientes deben abstenerse de tener relaciones sexuales por al menos seis semanas.
Las posiciones sexuales más riesgosas
Un estudio brasileño de 2020, basado en dos décadas de casos clínicos, identificó tres posiciones sexuales con mayor incidencia de fracturas de pene:
- “Perrito” (doggy style): 43% de los casos
- Misionero: 40%
- Mujer encima: 12%
- Otras apenas representaron el 4%.
Según Gerling, estas cifras no sorprenden, pues corresponden a las posiciones más practicadas.
Cómo tener sexo seguro
El especialista recomienda un enfoque más pausado, con buena comunicación entre las parejas y atención a las señales de dolor o incomodidad. También aconseja:
- Evitar sexo brusco, especialmente en superficies inestables o resbaladizas.
- Ser precavido con maniobras de mayor riesgo, como hacerlo de pie o cargando a la pareja.
- Escuchar los límites del cuerpo, en especial si se tienen antecedentes de problemas articulares o de espalda.
- Realizar estiramientos y fortalecer el core como parte de la preparación física.
“Las palabras de seguridad y la alerta frente a conductas de riesgo son vitales”, enfatiza Gerling.
Fuente: SIPSE








