Cinco niños figuran entre las ocho víctimas mortales recientes de un brote de cólera en Sudán del Sur, según reportó la organización benéfica Save the Children.
Las muertes ocurrieron en el estado de Jonglei oriental, una región vulnerable a inundaciones, donde el cierre de siete centros de salud —debido a recortes en la financiación— ha dejado a la población sin acceso oportuno a atención médica.
Actualmente, otros 20 centros apenas logran operar con la ayuda de voluntarios, pero sin recursos para transportar pacientes, una función vital que antes sí podían cumplir.
La emergencia es una consecuencia directa de la suspensión de programas financiados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), los cuales han sido eliminados en varios países del este de África afectados por conflictos y sequías.
Esto ha dejado a millones de personas sin la ayuda humanitaria que necesitan de forma urgente.
El director de Save the Children en Sudán del Sur, Chris Nyamandi, declaró que el bienestar de los niños en zonas de conflicto debe ser una prioridad internacional:
“Debería haber una indignación moral global de que las decisiones tomadas por personas poderosas en otros países hayan llevado a la muerte de niños en solo unas semanas”.
La situación en el hospital de Akobo, una de las pocas instalaciones gestionadas por el gobierno aún en funcionamiento, es crítica. El director médico, Nyuon Koang, calificó el panorama como “catastrófico”.
Datos del Ministerio de Salud confirman al menos 46.716 casos de cólera y 871 muertes en todo el país desde octubre. En la ciudad de Walgak, solo queda una instalación de salud gubernamental completamente operativa.
Este brote de cólera ocurre en medio de una creciente inestabilidad política. En marzo, la ONU advirtió que Sudán del Sur se encuentra al borde de una nueva guerra civil, luego de que un grupo armado atacara una base del ejército y derribara un helicóptero de la ONU. El gobierno respondió con bombardeos, y el vicepresidente y principal líder opositor, Riek Machar, permanece bajo arresto domiciliario por incitación al conflicto.
Inseguridad alimentaria alcanza niveles alarmantes
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) alertó que 7,7 millones de personas en Sudán del Sur enfrentan hambre en niveles de crisis, emergencia o incluso catastróficos.
La situación se repite en otros países de la región, como Somalia, donde más de seis millones de personas sufren inseguridad alimentaria aguda. Los recortes recientes al presupuesto humanitario han reducido drásticamente el número de personas que reciben asistencia mensual: de 2,2 millones en 2024, la cifra ha bajado a solo 820.000 desde abril.
El Departamento de Estado de Estados Unidos reconoció que parte de los recortes a proyectos del PMA en 14 países, incluida Somalia, se debieron a errores en la finalización de contratos de ayuda crítica.
Mohamed Elmi Afrah, analista político y trabajador humanitario con base en Somalia, señaló que aunque el impacto de los recortes es global, “su efecto es especialmente severo en África”.
Con información de AP