Las campañas federales y de la mayoría de las gubernaturas ya están transcurriendo. El y las candidatas presidenciales recorren el país con una agenda repleta de reuniones, mítines y eventos, en los que esbozan sus propuestas de campaña.
Llama la atención la intervención del presidente de la República en la contienda. Previsible pero ilegal. Prácticamente todas las mañanas hace comentarios alusivos a la competencia electoral, ataca a Xóchitl Gálvez y alaga a Claudia Sheinbaum, entre muchos otros comentarios.
Incluso, el pasado martes señaló que existen presuntas maniobras de la oposición para perpetrar un fraude electoral y golpe de Estado técnico desde el Poder Judicial, con el objetivo de anular los resultados de las elecciones federales.
Dicho con honestidad, los actores políticos y principalmente él han violado las reglas. Basta recordar que el Tribunal Electoral ha determinado más de 30 violaciones del presidente a la normativa electoral, sin que sea posible sancionarle. Con sorna ha expresado que lo seguirá haciendo, porque en su imaginario la moral que él dice representar está por encima de la Constitución… ¡no le digan que la ley es la ley!
Si se juzgara la validez de la elección bajo los criterios del precedente del 2006, la nulidad estaría cantada. Paradójico, sin duda. Sin embargo, los tiempos han cambiado. La legislación no es la misma y los criterios jurisprudenciales evidentemente han evolucionado.
De cualquier manera, resulta preocupante que desde el púlpito presidencial se comience a colocar en el discurso el supuesto fraude electoral. Seguramente le preocupa la virtuosa decisión de hace unos días de la Sala Superior que ordenó formar un catálogo de determinaciones firmes y definitivas que declaren la existencia de alguna infracción que pueda trascender a alguna de las diversas elecciones que son calificadas por las distintas autoridades electorales.
Ahora bien, si se trata de conocer propuestas y proyectos de las candidaturas, debemos poner especial atención en las entrevistas que les realicen en medios de comunicación social, pero sobre todo a los debates que están organizando las autoridades electorales, porque esos son los espacios idóneos para analizar sus propuestas, ideologías y posturas.
En la Ciudad de México, una elección por demás importante y cuyo resultado es de pronóstico reservado, ayer presenciamos el primero de tres, en el que se discutió sobre desarrollo humano, estado de bienestar, política social, crecimiento y desarrollo económico. En el siguiente se debatirá sobre corrupción, agua y transparencia, y en el tercer y último encuentro abordarán seguridad, justicia, planeación del desarrollo inmobiliario y urbano.
Para la elección presidencial, el INE organizará tres debates, 7 y 28 de abril, y 19 de mayo, en los que se abordarán los principales temas de interés de la ciudadanía: seguridad, economía y empleo, combate a la corrupción y transparencia, salud y educación, pobreza, medio ambiente, migración y política exterior, atención a grupos en situación de vulnerabilidad, así como política y gobierno.
Confiemos que podamos conocer cuáles son las propuestas para abordar los grandes problemas que aquejan a nuestro país y no escuchemos solamente acusaciones y descalificaciones.
Más allá de lo chusco que pueda resultar, lo verdaderamente importante es lo que le duele a México: atravesamos una crisis de inseguridad cuyo verdadero combate es impostergable, el crimen organizado está desbordado, los niveles de corrupción son de escándalo, el sistema de salud lejos de ser como el de Dinamarca pasa por una de sus peores épocas, la capacidad y calidad de la educación pública son insuficientes, los niveles de pobreza y desempleo no se reducen, la libertad de expresión y los contrapesos democráticos están amenazados.
El etcétera es amplio, se requiere escuchar propuestas de soluciones para poder emitir un voto libre e informado.
POR GABRIEL MENDOZA ELVIRA
