CCE, cuando los aliados se cansan

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Son realmente pocos los dirigentes empresariales que desde inicios del sexenio advertían los riesgos de las políticas públicas que se planteaban desde aquellos primeros días de la 4T, incluso desde las primeras acciones de gobierno tomadas antes de asumir formalmente el poder.

De esas escasas voces críticas, realmente muy pocas se atrevieron a levantar la voz. Habitualmente, en privado mostraban su desacuerdo, pero en público no dudaban en poner su mejor sonrisa y aplaudir al presidente Andrés Manuel López Obrador. Es por supervivencia, dicen algunos de ellos.

Destaca entre los que han sido congruentes entre su dicho y su pensamiento crítico el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos.

Ha sido de tal impacto el mensaje de este dirigente del sindicato patronal que hasta el propio López Obrador se ha tomado tiempo para denostar en el terreno de lo personal a De Hoyos Walter. Y todo su andamiaje de comunicación política, vía medios y redes, se ha encargado de esparcir ese mensaje.

Pero hay un dirigente empresarial que ha apoyado a López Obrador y su gobierno en todo momento y sin chistar. Vamos, parecería un convencido de la 4T.

El presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín, ha sido benévolo con sus consideraciones hacia las políticas del actual gobierno, a pesar de que muchos de los organismos agremiados a ese consejo son parte de ese grupo de críticos de clóset de la actual administración.

El presidente López Obrador tampoco esconde sus afectos por Salazar, al que ha calificado como una bendición al frente de la cúpula empresarial. Ése es un acercamiento que se ha dado gracias al amigo de toda la vida del dirigente empresarial, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo.

Pero aun a los más prudentes, y hasta a los amigos, se les acaba la paciencia y tienen que hacer caso al sentido común. Por supervivencia, como dicen los críticos autosilenciados dentro del sector empresarial.

Es un hecho, como lo aseguran el Consejo Consultivo de Empresas Globales y muchas otras voces, que se ha incrementado la percepción de incertidumbre y de hostilidad hacia la inversión privada.

Y más allá de las declaraciones, se nota en el estancamiento de la Inversión Fija Bruta, en la caída en la confianza empresarial y claro en el desempeño del Producto Interno Bruto.

Es esta inocultable realidad la que hace que Salazar Lomelín lance una crítica al gobierno de López Obrador por cambiar las reglas del juego para la Iniciativa Privada en el sector energético.

Ha sido, justamente, en estos temas que tienen que ver con inversiones en energía donde el presidente del CCE ha sido un poco crítico. En los demás asuntos se ha dado más permiso de respaldo al presidente y sus políticas.

Quizá la necedad de la realidad, con sus cifras y el nulo crecimiento, acaben por hacer que las voces de los dirigentes empresariales afines o autosilenciadas empiecen a pedir con más énfasis nada más que lo justo: sentido común para no hundir económicamente al país.

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