En toda negociación existen posiciones iniciales, margen de maniobra, acciones evasivas, declaraciones y sorpresas. Canadá enreda su arranque “blofeando” con sacar a México de un futuro acuerdo comercial en América del Norte afirmando que hay un uso deliberado de importaciones chinas de bajo coste en las exportaciones mexicanas hacia la región; que el acuerdo actual ha sido poco benéfico para Canadá y que a ello se debe su baja producción de automóviles y el cierre de plantas automotrices en su territorio.
Siendo el sector automotriz el motor inicial del TLC, importa destacar que no son los gobiernos quienes deciden la ubicación de las inversiones ni el mercadeo de la producción, eso es responsabilidad del sector privado e inversionistas financieros. A los gobiernos les toca garantizar la libre competencia, el Estado de derecho, el acceso y servicios de infraestructura y cobrar impuestos, entre otras acciones. Pero la decisión de en dónde instalar una planta, qué modelos o partes fabricar y cómo llevarlas al consumidor final, es un tema corporativo.
Los canadienses siguen fabricando sólo dos millones de autos y las armadoras trasladaron su producción a otras partes de América del Norte, lo que no fue acción de México. Si su sector manufacturero se orientó a las autopartes y a usar componentes chinos, por cierto, en su producción, posiblemente tuvo que ver con su perfil de sueldos y sus sindicatos. Culpar a México es un mero distractor.
Habría que ver si la incompetencia de Canadá en otros sectores no tiene más que ver con su cómoda y aislada geografía que los hace ricos en agua, madera, fósiles y minería, con lo que han comerciado por años con Estados Unidos, pero no mucho más allá.
El turismo canadiense visita México un promedio de 5 veces en su vida. Pero no conoce México y por la actitud declarativa de varios de sus dirigentes, no les interesa hacerlo.
En treinta años de estrecha relación comercial, ambos países hemos fallado en estrechar lazos y solo hemos consolidado nuestras respectivas dependencias exportadoras hacia Estados Unidos. Como inicio de negociación, valdrá la pena dirimir si ese es el status quo en el que queremos continuar indefinidamente.
POR DAVID NÁJERA