Como una opción para mejorar su situación económica y su calidad de vida, un pequeño grupo de habitantes del ejido El Jorullo, un predio de 560 hectáreas ubicado a cuatro kilómetros de Puerto Vallarta, ha encontrado en el turismo de aventura la fuente de sus ingresos.
Y es que un pequeño grupo de 35 habitantes de este ejido decidieron en el año de 2006 aprovechar la gran afluencia turística que tiene esta ciudad para atraer a parte de esos visitantes para que, a través de un recorrido de poco más de cuatro kilómetros con deportes extremos, prueben su valentía, sus nervios, su temple y de pasadita convivan con la naturaleza, la que veces está muy olvidada.
En este esfuerzo, el coordinador de la empresa Canopy River, Alejandro Gómez Pulido, explicó que esta compañía en una cooperativa, la cual da trabajo a 65 personas y que en promedio atiende entre 80 y 100 personas diarias.
Si hubiera que intentar definir a quienes gustan de esta práctica extrema, se podría decir que son personas confiadas, seguras de sí mismas, pues no les importa correr ciertos riesgos –aunque éstos estén muy controlados- en su búsqueda por experimentar nuevas sensaciones y vivir experiencias novedosas.
De hecho, Alejandro Gómez Pulido explicó que si bien en la práctica de esta modalidad extrema la seguridad es primordial, sí hay algunas restricciones: la primera de ellas es que el peso máximo de quien desee realizar esta actividad debe ser de 250 libras (unos 114 kilogramos), “si sobrepasa este límite puede hacerlo, pero tendrá algunos inconvenientes”, pues pueden alcanzar velocidades de hasta 60 kilómetros por hora en la tirolesa.
Mencionó que la edad mínima para poder tomar la salida es de siete años, “y no hay límite hacia adelante, pues personas de la tercera edad han completado el recorrido, además de que esto no es adecuado para aquellos con problemas de espalda y corazón”.
Al hablar sobre los materiales que se utilizan, destacó que el cable en el que se hace la tirolesa es un cable de acero de cinco octavos que, dependiendo de la ruta por la que se vaya, está colocado a una altura máxima de 200 metros de alto y la distancia más larga que se recorre entre dos puntos es de 650 metros.
Además de la tirolesa también tienen rapel, atravesar un río, -el Cuale-, paseo en cuatrimotos y en la gran mayoría de los paseos que se hacen en rapel o tirolesa se concluye el trayecto llegando al punto de partida en mulas.
En la actualidad, el 70 por ciento de los visitantes que tienen son de procedencia extranjera, -en su mayoría estadounidenses y canadienses- y el 30 por ciento restante aventureros mexicanos, y confió en que en el corto plazo esa cifra, -la de visitantes mexicanos- aumente, pues considera que los precios son accesibles según lo que se escoja hacer, entre los 75 y los 100 dólares.
Finalmente, resaltó que “ésta es una maravillosa oportunidad de admirar la fauna silvestre en su hábitat natural, pues durante el recorrido pueden encontrar ciervo cola blanca, tejones, jabalíes y guacamayas”.