En el circuito de Interlagos, tal vez la mejor pista del Mundial de Fórmula 1, casi se sacan los ojos, tan encarnizada fue la pelea entre Checo Pérez y Fernando Alonso en las últimas 16 vueltas del Gran Premio de Brasil y en particular el último giro, con el adelantamiento del español en la curva 4. Una lucha limpia y justa, sin barro ni contaminación. En la trastienda, después de la carrera, presidió la deportividad, un abrazo entre ambos que simboliza casi otro tiempo, ya que la F1 actual es el territorio de los insultos, la piel fina, los desplantes y los agravios mal entendidos.
La pugna entre Checo y Alonso por el tercer puesto casi es una excepción de pulcritud e higiene en esta Fórmula 1 tan acostumbrada al «idiota» o «estúpido» de turno cada vez que hay un incidente de coches, un choque entre carrocerías o una salida de pista con daño colateral. La autocrítica no existe. Rara vez se escucha a un piloto admitir un «fue culpa mía».
Carlos Sainz es uno de los más educados y críticos en este apartado. Habitualmente modélico su comportamiento en relación a sus compañeros de profesión. Todo lo contrario ocurre con Max Verstappen, el campeón de está época, quien ha tenido comportamientos indecentes con los demás pilotos e insolentes con su compañero Checo Pérez.
Igualmente criticable fue la actuación del campeón holandés en Arabia Saudí 2021 con Lewis Hamilton, al que casi saca de la pista al frenar en la recta mientras éste le intentaba adelantar. Aquel domingo Verstappen demostró lo sucio que se puede ser al volante de un coche. Tampoco el año pasado le dejó en mejor lugar su negativa a permitir que Checo Pérez lo adelantase en Brasil cuando ya era campeón del mundo y el mexicano peleaba por el subcampeonato. Verstappen se acordaba de un fallo de su colega en Mónaco que le impidió el éxito.
El último ejemplo es el insulto de Ocon a Alonso durante el fin de semana en Brasil. El francés perdió el control del coche, impactó contra el Aston Martin y su reacción fue el insulto: «maldito idiota», le dijo al español.
Ni un mal gesto
Es la costumbre y sirve para cualquier piloto. Por eso fue diferente el acoso de Checo y la resistencia de Alonso en Interlagos, 16 vueltas a tope, un último giro espectacular y un final de esprint ciclista resuelto por 53 milésimas. Ni una acción antideportiva en la pista, ni un mal gesto, ni una queja… Dos gladiadores frente a frente.
Perdió Checo Pérez, pero eso no implicó rabia o rencor. El mexicano interrumpió una entrevista del español en la zona mixta para felicitarlo por el podio y ambos se fundieron en un abrazo que pareció sincero.
«Fernando hizo una gran carrera -manifestó Sergio Pérez-. Con él se puede pelear tan parejo. Con muy pocos pilotos de la categoría puedes hacer este tipo de maniobras». Y añadió: «Fue una lucha justa y al límite. Muchos pilotos podrían aprender de nuestra batalla. Así es como se hacen las cosas».
Fernando Alonso desveló en Dazn la conversación que mantuvo con el mexicano. «Me dijo que fue una buena carrera, que se había divertido, que había sido muy limpia la lucha y que enhorabuena, que ojalá tengamos más. Y le dije que nunca más se le ocurra ponerme bajo esa presión, que ya tengo una edad. Checo hizo una carrera inteligente, como suele ser habitual».
Checo Pérez es el tercer piloto con más experiencia en la Fórmula 1, trece temporadas ininterrumpidas. Solo le superan Lewis Hamilton (17) y Fernando Alonso (20). Brasil fue un hermoso espectáculo de la vieja escuela para mostrar a las nuevas e impetuosas generaciones que el mal humor y la insolencia de Verstappen no conectan con el gusto del público.
La comunidad latina (Sainz, Checo, Alonso) forma un ecosistema aparte en la F1. Entre Pérez y Alonso existe una buena relación y respeto mutuo desde hace años, pero nadie esperaba ese achuchón que simboliza muchas cosas.
Fuente: ABC