Kobe Bryant: un tiburón entre Jordan y LeBron

Kobe Bryant solía confesar su estrategia para hacer sentirse incómodos a rivales y compañeros con desafíos constantes

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La grandeza de un deportista, de Kobe Bryant en este caso, es inaprensible. Para muchos, Michael Jordan está tan por encima de todos que no hay lugar al debate. Otros sostienen que a LeBron James no se le considera como debiera. Los intangibles se sobreponen a menudo al fardo estadístico de títulos, puntos, victorias, reconocimientos. No hay una balanza que aquilate el liderazgo, la importancia de cada cual para su equipo, su legado. Está claro que ellos, tal vez algunos daría cabida a Stephen Curry, son los que podrían entrar en la conversación, el término que aplican los estadounidenses cuando se refieren al debate entre los más grandes, al menos de los últimos 30 años, desde que Jordan ganó el primero de sus seis títulos con los Bulls.

Por eso, es tanto más aleccionador escuchar las opiniones de Gregg Popovich, el hombre que aspira a meter a los Spurs en los playoffs por 23ª temporada seguida. “Hay muchas personas con muchas condiciones físicas para jugar al baloncesto, deportistas inteligentes, pero él tiene lo que Michael (Jordan) tenía”, explicaba Popovich en 2010, poco después de que Kobe consiguiera su quinto título con los Lakers. “Y no es solo un deseo increíblemente competitivo, sino que un gran sentido del juego. Sabe qué hay que hacer en cada momento. Cuándo tiene que intervenir, ya sea un rebote ofensivo, un robo, un triple, lo que sea necesario. Parece entender lo que exige el juego en cada momento, y hay muy pocas, poquísimas personas en la Liga que puedan hacer eso. Y él lo hace mejor que nadie”.
El berrinche ante Houston

El propio Kobe habló en diversas ocasiones sobre su obsesión por el baloncesto. Explicó, por ejemplo, que el 12 de noviembre de 1996, recién llegado a la NBA, se llevó un berrinche tras jugar cinco minutos y anotar dos puntos ante Houston. Llegó al hotel, encendió la televisión y vio cómo Allen Iverson le metía 35 puntos a los Knicks en el Garden. “Volteé la mesa, tiré las sillas, rompí el televisor. Pensé que había estado trabajando duro. Cinco minutos. Dos puntos. Necesitaba trabajar más duro”, escribió Kobe en un artículo en The Players Tribune. En marzo, se enfrentaron. Y Iverson les metió 41 puntos. “Trabajar más duro no fue suficiente. Tuve que estudiar a este hombre maniáticamente. Leí obsesivamente todos los artículos y libros que pude encontrar sobre Allen Iverson. Obsesivamente observé todos sus partidos, cada uno de sus éxitos y de sus luchas. Busqué cualquier debilidad que pudiera encontrar. Esto me llevó a estudiar cómo los grandes tiburones blancos cazan focas en la costa de Sudáfrica. La paciencia. La temporización”.

Kobe, entre los grandes de la NBA

Bryant siempre fue considerado el sucesor de Michael Jordan, el mejor jugador de la historia. Tras su retirada, sólo LeBron ha sido capaz de alcanzar las estratosféricas cifras de Kobe.

El 20 de febrero de 2000 volvieron a enfrentarse en Filadelfia. Phil Jackson, su técnico en los Lakers, le asignó el marcaje a Iverson. “Nadie sabía cuánto significaba este desafío para mí. Quería que sintiera la frustración que yo sentí. Quería ahogar las risas de todos los que se reían de mí. Él dijo públicamente que ninguno de nosotros podría detener al otro. Me negué a creer en eso. Cuando comencé a defender a Iverson, ya llevaba 16 puntos. Terminó el partido con 16. La venganza fue dulce Pero no estaba satisfecho. Me molestó que me hicieran sentir así. Me juré abordar cada enfrentamiento como una cuestión de vida o muerte”, relató el astro de los Lakers.

El paso de los años reafirmaron a Kobe en sus convicciones. “No cambiaría mi estilo de liderazgo. Me gustaba desafiar a las personas y hacerlas sentir incómodas. Eso es lo que lleva a la introspección y lo que te hace mejorar. Se podría decir que desafié a la gente a ser lo mejor de sí mismos. Desafié a todos y los hice sentir incómodos. Para saber qué funcionaría y para quién, comencé a ver cómo se comportaban. Aprendí sus historias y escuché cuáles eran sus objetivos. Aprendí qué les hacía sentirse seguros y cuáles eran sus mayores dudas. Una vez que los entendí, podría ayudar a sacar lo mejor de ellos tocando el nervio correcto en el momento correcto”. Esa receta la aplicó con el mismísimo LeBron James cuando compartieron camiseta con la selección de Estados Unidos. “Mi principal discusión con LeBron fue acerca de la mentalidad asesina. Observó cómo me acercaba a cada entrenamiento, y constantemente lo desafiaba a él y al resto de los compañeros. Recuerdo que, durante un descanso, pregunté en el vestuario a qué estábamos jugando, qué demonios estábamos haciendo. En la segunda parte, LeBron respondió a lo grande. Salió con una mentalidad verdaderamente dominante. Y lo he visto liderar de esa manera desde entonces”.

Kobe aprendió a moldear su actitud inspirándose en Michael Jordan. Pensó en abandonar el baloncesto para dedicarse al fútbol después de sentirse avergonzado en un partido cuando todavía era un chaval. “Me enteré de que MJ (Michael Jordan) había sido excluido de su equipo de la escuela secundaria en su primer año. Aprendí que él sabía lo que era sentirse avergonzado, fracasado. Pero usó esas emociones para crecer, para hacerse más fuerte. No renunció. Así que decidí enfrentar mi desafío de la misma manera que él. Canalizaría mis fracasos como combustible para mantener encendido mi fuego competitivo. Se convirtió en una obsesión. Aprendí todo sobre el juego, la historia, los jugadores, los fundamentos. Nació mi instinto asesino”.

Fuente: elpais

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