Hay matrimonios que solucionan sus crisis con viajes, regalos o teniendo más hijos. El que forman Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones parece superar sus baches comprándose casitas. Como en el Monopoly, pero en bestia. Y es que la última posible adquisición de una de las parejas más ¿sólidas? de Hollywood está en Londres. Concretamente en Knightsbridge, un exclusivo barrio residencial pegadito a Harrods.
Jugando a las casitas (carísimas)
El adosado en cuestión, del que podemos ver su imponente fachada, cuesta la friolera de 9,75 millones de libras (11,58 millones de euros al cambio, si Boris Johnson y la Bolsa de Londres no dicen lo contrario). Para nosotros, inasumible; para ellos, que acumulan propiedades por medio mundo, una propinilla.
La adicción de los Douglas-Zeta-Jones a las casitas parece más fuerte que la que tuvo Michael al sexo (y que casi le cuesta la vida).
Han tenido propiedades en Mallorca, en Canadá, en Manhattan y hasta en las Bermudas. De algunas, como la de S’Estaca, llegaron a intentar deshacerse, aunque parece que después de varios intentos cambiaron de opinión. Pero chico, es que casi 29 millones de euros no los ganamos muchos en un mes. Total, que a la familia inmobiliaria podría incorporarse en breve un nuevo miembro.
¿Se mudan a Europa? Eso parece
Quizá esta búsqueda de casita en Londres tenga mucho que ver con un cambio de aires: Catherine Zeta-Jones es galesa y Londres le queda bastante más a mano que Nueva York. Los padres de Michael han fallecido (con pocos meses de diferencia, además), por lo que él ahora se siente mucho más libre para emprender una nueva vida en Europa, donde Catherine tiene a su gente.
Puede también que Europa sea un lugar más tranquilo para poner a buen recaudo su relación; una de esas relaciones que parecen un barco a punto de hundirse, pero que siempre salen a flote. El cáncer producto de la mencionada adicción de Michael, el trastorno bipolar de Catherine, la diferencia de edad de ambos (un cuartito de siglo, ahí es nada) y hasta una separación han sido las pruebas de fuego que esta pareja incombustible ha tenido que pasar. Londres parece el lugar perfecto para comenzar de cero. Pues nada, tortolitos: bienvenidos al viejo continente.
Fuente: ABC
