Megan Rapinoe, de estrella mundial del fútbol a musa de Loewe

La campeona del mundo ve cerca su retirada del deporte y encara nuevos retos profesionales

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Megan Rapinoe tiene la energía de una adolescente, la sonrisa de un familiar cercano y el aspecto de una Tilda Swinton millennial. Su presencia es tan potente que al célebre fotógrafo estadounidense Steven Meisel le ha bastado con un retrato de su rostro para convertirla en la protagonista de la nueva campaña de Loewe. La estrella de la selección de fútbol Estados Unidos, de 34 años, comenzó 2019 como una desconocida fuera de su país, conquistó la Copa del Mundo, obtuvo el Balón de Oro, se convirtió en un icono cultural, en activista sin complejos y estrena 2020 como la imagen de marca mundial de la firma española.

“Voy a seguir jugando a fútbol, pero la moda me entusiasma, me divierte mucho”, explicaba a ICON el pasado mes de diciembre en la apertura de la primera tienda de Loewe en Nueva York. Su presencia allí entre celebridades de Hollywood como Maggie Gyllenhaal, Chloë Sevigny o la protagonista de la serie Arde Madrid, Debie Mazar, fue la primera pista de su estreno en 2020 con su primera campaña de moda de lujo.

Consciente de que por su edad puede que no llegue a jugar el campeonato mundial de 2023, la futbolista ha diversificado su radio de acción. No le asusta el final de su carrera deportiva. Al contrario, en diciembre aseguraba estar “muy emocionada” ante todas las puertas que se le han abierto en los últimos meses en otros negocios ajenos al fútbol.

Rapinoe ve su colaboración con la alta costura como una oportunidad para entrar en contacto con la creatividad. “El objetivo no debe ser estar uno al lado del otro, sino de convertirnos en algo más juntos”, dice en el comunicado enviado por Loewe. El director creativo de la marca, Jonathan Anderson, llegó en 2013 con un impulso renovador que se ha ganado admiradores como el rapero A$AP Rocky o la polifacética Tracee Ellis Ross.

A pesar de los continuos rumores de retirada, la futbolista continúa, por el momento, con su carrera deportiva en Seattle (Washington), donde juega en el Reign FC. Pero entre sus planes de futuro está una mudanza a Manhattan junto su esposa, la cuatro veces campeona olímpica con el equipo de baloncesto de EE. UU. Sue Bird, estrella del Seattle Storm.

Este salto le daría la plataforma perfecta para continuar el perfil político que le dio el Mundial de Francia. Rapinoe ha asumido desde entonces su posición de liderazgo para continuar con su lucha pública por los derechos LGTBI, la igualad salarial en su gremio y un enfrentamiento continuo contra el presidente, Donald Trump, iniciado en pleno torneo cuando declaró que no iría a la Casa Blanca a celebrar el triunfo de su equipo.

En estos tres campos, sus resultados han sido diferentes. En 2012 dio su primera muestra de valentía al hacer pública su homosexualidad poco antes de los Juegos Olímpicos de Londres. Mientras el mundo aún espera a que un hombre futbolista haga lo mismo, ella ha normalizado su relación ante todos.

Más difícil lo tiene con la demanda presentada por las 28 jugadoras del equipo nacional femenino de EE. UU. contra su federación por discriminación en los salarios. Esta ha torpedeado sus intenciones con la contratación de dos grupos de presión a su favor. Por lo menos, sí que Rapinoe puede apuntarse un tanto que casi nadie tiene: al final Trump tuvo que claudicar ante una invitación a la Casa Blanca que el equipo nunca ha atendido.

El fervor que la futbolista despierta entre sus seguidores ha hecho que le reclamen un salto a la política. Algo que, por el momento, le produce risa. Su campo de juego son los late night shows, el acceso que le da su fama y las redes sociales. Sí da la cara por otros. Acaba de dar su respaldo a Elizabeth Warren, senadora demócrata por Massachusetts, en su candidatura a la Casa Blanca en las presidenciales de 2020 y ha celebrado en su cuenta de Instagram que Warren eligiera un traje de color violeta para acudir al debate de candidatos celebrado en Des Moines (Iowa).

El mismo color de su característico tupé, que luce despeinado en los carteles que decorarán las calles de París esta semana con motivo del desfile de hombre de otoño-invierno 2020 de Loewe. En ellos solo se ve su busto, con la lengua fuera, un gesto que imita la expresión de un jugador cuando gana, o cuando falla, y tan solo asoman unos tirantes de un sujetador plateado.

’Tenemos que hablar de todo. Tenemos que decir la verdad y no tener miedo. ¡Encuéntrala, vívela, sé!», dice Rapinoe en For Real, una serie de cortometrajes que acompaña a la campaña dirigida por el inglés Benn Northover. Ni en los primeros ni en los segundos la ropa es la protagonista.

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