La bóveda secreta de los multimillonarios mexicanos

Los ‘Papeles de Pandora’ revelan cómo algunos de los empresarios más ricos recurren a sociedades financieras opacas para comprar yates, aviones privados y propiedades de lujo. Entre ellos están Germán Larrea, María Aramburuzabala y Olegario Vázquez Aldir

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Aviones privados, condominios de lujo, yates de alta gama. Esas son algunas de las propiedades que los empresarios más ricos de México han escondido a miles de kilómetros, bajo el sigilo de la confidencialidad y la promesa de pagar menos impuestos que en sus lugares de origen. Ahora esos secretos salen a la luz en los Papeles de Pandora, una investigación global coordinada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y en la que participó EL PAÍS. Entre los más de 3.000 mexicanos identificados destacan nombres como los de Germán Larrea (dueño de la minera más grande del país), María Asunción Aramburuzabala (heredera de la cervecería Modelo) y Olegario Vázquez Aldir (cabeza del Grupo Empresarial Ángeles), cuyas fortunas suman en conjunto más de 30.000 millones de dólares. La filtración abre la puerta de la bóveda secreta de los multimillonarios, en un país donde la recaudación de impuestos es de las más bajas del mundo y la evasión fiscal causa pérdidas del 4% del PIB, según organismos internacionales.

¿Cómo hacer invisibles millones de dólares o un enorme yate? Para la gran mayoría de la gente hacer desaparecer sus posesiones es un truco de magia imposible. Las personas más ricas y poderosas del mundo dirían que lo único que hay que hacer es llamar a un bufete de abogados. La investigación parte de una filtración de 11,9 millones de archivos de 14 despachos que se dedican a los servicios financieros offshore: abrir y administrar empresas y fideicomisos en territorios donde reina el secreto bancario y donde los impuestos sobre los ingresos corporativos son mínimos o nulos. En los Papeles de Pandora, la mayor filtración que se ha publicado sobre documentos financieros confidenciales hasta la fecha, 25 mexicanos de los miles que figuran en los archivos movieron alrededor de 1.270 millones de dólares a jurisdicciones offshore.

El mayor acto de escapismo, sin embargo, no es ocultar el dinero, sino esconder a quién le pertenece. Cuando se compra una casa, quien lo hace aparece en los registros como el dueño de la residencia. En cambio, en la compra de una propiedad a nombre de una empresa offshore, el que aparece como propietario es esa firma. Además, si el nombre de quien crea la compañía no figura en las versiones públicas de los archivos mercantiles, se vuelve prácticamente imposible saber quién es. Esas capas que ocultan la identidad del propietario real se pueden sumar: cabe comprar una mansión usando una empresa de Estados Unidos, que está registrada, a su vez, a nombre de otra en las Islas Vírgenes Británicas. Tal como lo hizo Germán Larrea, el segundo hombre más rico de México según Forbes.

Larrea, que no respondió a múltiples solicitudes de comentarios hechas por este periódico, utilizó este esquema para comprar varias residencias en algunas de las zonas más exclusivas de Estados Unidos con un valor conjunto de 36,9 millones de dólares. La cabeza de Grupo México, la minera más grande del país y el tercer productor mundial de cobre, abrió entre 2013 y 2016 nueve empresas opacas en las Islas Vírgenes Británicas en las que figura como el único accionista y director. Eran compañías de papel: no tenían empleados, oficinas físicas ni actividad económica, pero controlaban a otras sociedades estadounidenses que se encargaban de adquirir las casas en el mercado inmobiliario.

Este empresario de 67 años es reseñado a menudo como “misterioso” y “millonario invisible”, reacio a dejarse fotografiar en público y dar a conocer detalles de su vida privada. Las primeras pistas de su complejo entramado financiero aparecieron gracias a un pleito de vecinos que llegó hasta los tribunales. Larrea, con una fortuna personal que se acerca a los 26.000 millones de dólares, según Forbes, compró en 2013 un apartamento de 300 metros cuadrados en las residencias del hotel Ritz-Carlton de Chicago. Quería hacerse de dos lotes más, pero ofrecía la mitad del precio que se pedía. Peter Francis Geraci, un conocido abogado local, llegó con una mejor oferta y el mexicano demandó bajo el argumento de que tenía prioridad para negociar con el constructor del edificio. Geraci, entonces, contrademandó.

El litigio se inició a mediados de 2014, duró 18 meses y pronto se convirtió en un escándalo mediático. Pero mientras la prensa daba amplia cobertura a la disputa entre Geraci y Larrea, en los tribunales las partes en conflicto eran Geraci contra First 38 LLC, una empresa registrada en Illinois que compró formalmente el lujoso apartamento de Larrea y que era una subsidiaria de Kinnardway Overseas Limited, establecida en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas. Kinnardway era del empresario mexicano, pero de no ser por el juicio eso no se hubiera sabido. “Este registro será privado y no debe hacerse disponible a ninguna persona que no sea el registrador, la compañía y su agente”, se establece en una declaración firmada por Larrea al despacho Trident, que ayudó al magnate a crear la empresa en el Caribe.

Geraci ganó el juicio y cerró en 2016 la compra del penthouse, valorado en más de ocho millones de dólares. Su rival pronto obtuvo su revancha. “Hazte a un lado, Peter Francis Geraci: alguien más ha comprado la propiedad más cara en Chicago en lo que va de año”, se lee en una nota de DNA Info, un periódico local. El diario decía que no se había hecho público quién había pagado 11,7 millones de dólares por un condominio de lujo en las residencias del Waldorf-Astoria. Pero era ni más ni menos que Larrea.

Las residencias del Waldorf-Astoria en Chicago, donde Germán Larrea compró un apartamento.
Las residencias del Waldorf-Astoria en Chicago, donde Germán Larrea compró un apartamento.

Bajo la misma fórmula que utilizó para el apartamento en el Ritz-Carlton de Chicago, Larrea creó Quivery Ventures Limited en Islas Vírgenes, dueña de la empresa Erie Intl LLC en Estados Unidos, que compró la exclusiva residencia en el Waldorf-Astoria. Cuatro habitaciones en la planta 52 del edificio, piscina dentro del apartamento, una pequeña sala de cine, decoración de diseño personalizado, una terraza con vistas al lago Michigan. Esta es la propiedad más cara en la constelación offshore del dueño de Grupo México en los Papeles de Pandora.

El entramado de Larrea es tan hermético que ni siquiera detalló a sus intermediarios financieros el domicilio de las otras propiedades que adquirió ni el nombre de las otras empresas que utilizaba para las transacciones. “Su único activo es el 100% de acciones en una empresa de responsabilidad limitada en Estados Unidos que es dueña de una propiedad en EE UU”. Esa es la frase que el empresario repite una y otra vez en los trámites que realizó con el despacho Trident. “Mientras entre el dinero, ellos no hacen preguntas”, asegura la organización Tax Justice Project sobre Islas Vírgenes.

Chuck Collins, autor de Los acumuladores de riqueza: cómo los multimillonarios pagan millones para ocultar billones, afirma que hay un ejército de especialistas y asesores que facilitan la elusión fiscal y la creación de dinastías empresariales, con esquemas de opacidad que benefician sistemáticamente a los que más tienen porque solo están disponibles para quienes pueden costearlos. “El mercado inmobiliario se ha convertido en una forma de resguardar fortunas, el objetivo no es necesariamente vivir ahí, sino diversificar tus activos por fuera de los mercados financieros”, dice Collins. “Se trata de no poner todos los huevos en la misma canasta”, agrega.

Tener inversiones offshore no es un delito, pero eludir el pago de impuestos sí tiene un impacto económico y social, asociado a la concentración de la riqueza y la desigualdad. “Los mayores perdedores son los sectores más vulnerables de la sociedad, quienes dependen de que haya seguridad social y servicios públicos de calidad”, comenta Collins, “todo ese sistema sufre cuando los ricos no pagan su parte”.

Los impuestos de los mexicanos más ricos han estado en el ojo del huracán en los últimos años. La organización Fundar dio a conocer que durante los Gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el fisco perdonó el pago de 567,8 millones de pesos (unos 28 millones de dólares) a seis de los 10 empresarios más acaudalados del país. Entre los señalados estaba María Asunción Aramburuzabala, una de las mujeres más influyentes de México y acreedora de 10 premios empresariales internacionales. “Nunca me he visto a mí misma en términos de dinero o poder, soy una mujer normal”, dijo Aramburuzabala, heredera del Grupo Modelo, el fabricante de la cerveza Corona, en una entrevista a Forbes en 2016.

La empresaria de 58 años, la mujer más rica y la sexta persona con la mayor fortuna de México, también recurrió a empresas offshore para hacerse de una lujosa finca de más de 1.000 metros cuadrados en el fraccionamiento The Colony de Park City, un popular destino de esquí en Utah. La casa se compró en una cifra que rondó los 6,8 millones de dólares y tiene seis habitaciones, siete chimeneas, una cava, un spa privado y acceso directo a dos pistas, según listados inmobiliarios. Fue adquirida en 2006 a través de DC 16 Inc, una empresa en Delaware creada dos años antes. El dueño de esa compañía es una sociedad escocesa sobre la que Aramburuzabala reconoció tener control significativo desde 2011, según documentos del registro británico de comercio.

A principios de 2008, Aramburuzabala utilizó otra compañía de Delaware, White Pine 16 Inc., para comprar un terreno en el mismo fraccionamiento de Utah, valorado en poco más de un millón de dólares. El terreno se vendió en 2014 y cinco años más tarde, la mansión también pasó a otras manos. En octubre de 2019, DC 16 compró otra propiedad en Nueva York en 1,7 millones de dólares. El apartamento de 56 metros cuadrados está en Park Avenue, en un rascacielos de 96 plantas, la torre residencial “más alta del hemisferio occidental”, según los constructores del proyecto.

Aramburuzabala, con una fortuna superior a los 5.800 millones de dólares, adquirió a través de un fideicomiso además dos aviones privados. En 2014 compró un Gulfstream G550, una aeronave con capacidad para 17 pasajeros y un costo entre los 45 y 60 millones de dólares. Cinco años más tarde lo vendió y compró un Bombardier Challenger 350, el jet ejecutivo más vendido según su fabricante, de acuerdo con varios registros aeronáuticos.

Las transacciones se hicieron a través del Sky Chariot Trust, un fideicomiso creado en 2008 por su madre, Lucrecia Larregui, en Nueva Zelanda. La empresaria y su hermana, Lucrecia Aramburuzabala, también aparecen como beneficiarias. A pesar de que los jets recibieron una matrícula mexicana, XA-BUA, se registraron a través de Sky Chariot LLC, una empresa cuyo nombre se traduce como “carroza celestial”, establecida en Delaware por Asiacity, un despacho de Singapur.

Uno de los aviones privados que adquirió María Aramburuzabala.
Uno de los aviones privados que adquirió María Aramburuzabala.

La familia movió al menos 40 millones de dólares al extranjero a través del Sky Chariot Trust entre noviembre de 2010 y agosto de 2013. Dos meses antes, los accionistas cerraron la venta de Grupo Modelo al consorcio belga AB InBev, el mayor fabricante mundial de cerveza. Los autores de esta investigación enviaron un cuestionario sobre las aeronaves, las residencias millonarias, la decisión de crear múltiples empresas offshore y si fueron declaradas ante las autoridades tributarias competentes. Aramburuzabala no ha respondido.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, México recaudaba en 2019 un 16,5% del PIB en impuestos, por debajo del promedio del 22,9% en América Latina y del 33,8% que se registra en las principales economías del mundo. El año pasado, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) calculó que la evasión del impuesto sobre la renta equivalía a una quinta parte del gasto público anual, unos 1,4 billones de pesos. Más de la mitad de la sangría provenía de los grandes contribuyentes. “¿Cómo se da el dinero de un país saqueado a un paraíso fiscal y no pasa nada y es normal?”, cuestionó Andrés Manuel López Obrador. “Es inmoral”, sentenció el presidente en su conferencia mañanera del 18 de agosto de 2020.

Dos años antes, López Obrador creó el Consejo Asesor Empresarial con ocho hombres de negocios que le aconsejarían sobre el rumbo económico del país. Pero, incluso entre los empresarios que asesoran al presidente hay quienes han recurrido a empresas offshore. Olegario Vázquez Aldir, director ejecutivo de Grupo Empresarial Ángeles (GEA), abrió ocho compañías opacas en las Islas Vírgenes Británicas entre 2010 y 2011, asociadas directamente a él o a sus familiares más cercanos.

GEA tiene entre sus negocios la red de hospitales privados Ángeles, la cadena de hoteles Camino Real, un banco y una aseguradora propios e Imagen, la tercera cadena de medios de comunicación más importante del país. Eso en México. En Islas Vírgenes, Vázquez Aldir tenía un portafolio muy distinto: creó Belamy Management Limited, por ejemplo, para comprar un avión privado; Roxberg Group Limited y Avintura Holdings Limited, para adquirir yates; otras tres empresas para incursionar en el mercado de los bienes raíces y dos más para hacer otro tipo de inversiones. Aunque Vázquez Aldir no aparece en las últimas listas de multimillonarios de Forbes, su patrimonio ha llegado a calcularse en 3.300 millones de dólares.

En 2016, los asesores financieros y jurídicos de Grupo Ángeles iniciaron los trámites para liquidar todas las sociedades offshore, bajo el argumento de que las compras no se realizaron y, por lo tanto, las compañías no fueron utilizadas. El registro de la propiedad, sin embargo, señala que al menos una de estas empresas sí se utilizó.

Northstar Corporation Limited, una compañía que era propiedad de Vázquez Aldir y de su esposa, Marcela Garza Santos, estuvo involucrada en 2014 en la compra de dos mansiones en Vail, el destino de esquí predilecto de las élites mexicanas en Estados Unidos. A través de Northstar, el matrimonio compró un condominio en las residencias del Ritz-Carlton valorado en 4,7 millones de dólares y una enorme casa de 400 metros cuadrados por 5,3 millones de dólares, como consta en archivos oficiales.

El portal Chedrauileaks ya había puesto bajo la lupa las transacciones de Northstar desde 2016, pero Vázquez Aldir no había podido ser vinculado a la empresa porque su nombre no aparecía en la versión pública de los registros. En los Papeles de Pandora aparecen declaraciones firmadas por empleados de GEA en donde la titularidad del empresario mexicano queda demostrada y avalada, además, con identificaciones oficiales y comprobantes de domicilio. En pleno proceso de liquidación, Northstar transfirió el título de propiedad de la mansión a Vázquez Aldir y su mujer, quienes al año siguiente la vendieron en 8,5 millones de dólares. El condominio en el Ritz-Carlton fue vendido desde 2014, siete meses después de haber sido comprado.

En otras dos empresas, Ricardo Technologies Corporation y Girbode Enterprises Limited, Vázquez Aldir comparte el registro de accionistas con sus dos hermanas, su madre y su padre, Olegario Vázquez Raña, el fundador de Grupo Ángeles. Vázquez Raña, cuatro veces atleta olímpico, fue durante 38 años el presidente de la Federación Internacional de Tiro Deportivo, es miembro permanente del Comité Olímpico Mexicano y fue parte del Comité Olímpico Internacional entre 1995 y 2015. Fue hasta 2000 que su hijo asumió el cargo de director ejecutivo de GEA. Vázquez Aldir detallaba a sus intermediarios financieros que era una “persona políticamente expuesta”, una categoría para quien está relacionado a un cargo de responsabilidad pública prominente, como el de su padre.

Como respuesta al cuestionario enviado a los involucrados, Héctor Álvarez, abogado de la familia, sostiene que sus representados y sus empresas “cumplen con todas sus obligaciones fiscales y legales tanto en México como en el extranjero”, que “las transacciones de compraventa de los bienes inmuebles se realizaron a precios de mercado” y que están “a disposición de las autoridades fiscales para cualquier aclaración”. La respuesta insiste en que el uso de estas compañías “no es ilegal”; sin embargo, no ofrece ninguna explicación adicional sobre las empresas ni aclara por qué se dijo que no habían sido utilizadas al momento de cerrarlas. Tampoco se aporta ninguna prueba documental de que se hayan declarado al SAT.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) alerta de que el 1% de los mexicanos más ricos concentra el 29% de los ingresos del país y las 50 empresas más grandes representan alrededor del 40% del PIB. “Las grandes empresas y los dueños de negocios en América Latina son en parte responsables de mantener baja la tributación efectiva y de alejar los sistemas fiscales de impuestos más progresivos, a través de su proximidad al poder político”, asevera el PNUD en un informe publicado en junio. Naciones Unidas señala que las grandes fortunas presionan a los Gobiernos para bloquear reformas tributarias que los perjudiquen y exigir condonaciones y subsidios a su favor, en detrimento de sectores que necesitan esos recursos.

México pierde cada año más de 8.250 millones de dólares en impuestos por el abuso de jurisdicciones offshore, según Tax Justice Project. Es el tercer país de América Latina que más ingresos pierde, solo detrás de Brasil y Colombia. Mientras se abre la bóveda secreta de los multimillonarios con cada filtración, en una línea que va desde los Papeles de Panamá hasta los Papeles de Pandora, el negocio de la economía en las sombras sigue al alza. “El número de superricos crece en el mundo, el número de familias de alto nivel adquisitivo sigue aumentando, entonces el sector [offshore] también está creciendo”, advierte Collins. “Y la cantidad de riqueza que se está escondiendo también está creciendo”, sentencia.

Fuente: elpaís

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