Los niños huérfanos de México

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Pasan los días y no dejan de circular declaraciones en el país que nos dejan de pronto sin aliento, como lo fueron esta semana los diálogos sostenidos entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y John Kerry -este último, quien invito a desarrollar propuestas bilaterales sobre energías limpias- y que externó una preocupación clara por el rumbo de la reforma energética del país.

Por otra parte, el extraño anuncio del presidente de “pausar” temporalmente las relaciones con España, “hasta que aprendan a respetarnos”, aparentemente por los supuestos abusos de algunas empresas que han aprovechado las circunstancias para enriquecerse, según su dicho. Así, la situación deja mucho que desear, más, si no se ha logrado explicar claramente lo que significa “pausar” una relación y llevársela despacio. Sólo como referente, habrá que destacar que España es la segunda inversión extranjera en México y de acuerdo a datos de la Secretaría de Economía, desde 1999 y al cierre del 2021, las empresas españolas habrían invertido aproximadamente 76,040 millones de dólares en el país, cifra que sólo se ve superada por Estados Unidos.

Así entre sorpresas y desencuentros, se suman otras realidades preocupantes que no obtienen la misma atención y prioridad en los discursos mañaneros, como es el caso de niños huérfanos por la pandemia y la incapacidad y/o falta de estrategias y medidas de contención para atender este problema. La cruda realidad es que es un tema que nos toca la puerta y que implicaría que una estrategia de incidencia social por parte de la federación, estados y municipios estuviese ya planteándose o incluso aplicándose, pero muy poco ocurre y habría que acelerar motores.

 La cantidad de niños huérfanos en el país por la pandemia es un tema grave. Para tener una idea del problema, desde inicios de la pandemia y hasta el mes de abril del 2021,se habían estimado aproximadamente 244,500 niños, niñas y adolescentes en México quienes habrían perdido a sus cuidadores primarios o secundarios, ésto de acuerdo al estudio “La orfandad ocasionada por la pandemia”, elaborado por el instituto Belisario Domínguez del Senado (bibliodigitalibd.senado.gob.mx/bitstream/handle/123456789/5398/ML_208.pdf?sequence=1&isAllowed=y) En el mismo sentido, el análisis estimaba en el mes de septiembre, que por cada 100 muertes por Covid-19, aproximadamente 90 menores de edad, perdían a uno o ambos de sus cuidadores primarios o secundarios, lo cual plantea un escenario preocupante, estimando la duplicación de esta cifra actualmente, pensando en la situación de orfandad que se presenta y enfrentará nuestro país este año.

Así, miles de niños, niñas y adolescentes amanecen el día de hoy vulnerables, ya que perdieron a sus cuidadores primarios o secundarios, o quedaron sin espacio para vivir y sin refugio o núcleo familiar que pudiera tenderles una mano. La situación es grave. México sufre un problema serio en torno a la orfandad infantil, que lo posiciona en el tercer lugar sólo por debajo de la India y Brasil de conformidad al estudio del Instituto Belisario Domínguez del año pasado.

A esto, faltaría sumar las muertes causadas por violencia criminal, que también han repercutido en el número de niños que se han quedado huérfanos, sin un lugar dónde alimentarse, estudiar, ser cuidados o acogidos. Para tener un referente, solo por eventos criminales en el país, se han contabilizado entre 30,000 y 40,000 huérfanos, como consecuencia de la violencia directa, de conformidad a datos planteados en el Foro “El impacto del tráfico de armas en niños, niñas y adolescentes; México ante el desafío de la violencia”, en el que participaron miembros de la Secretaría de Relaciones Exteriores, académicos y expertos en temas de violencia en el mes de diciembre del año pasado.

En el mismo sentido, no sólo la orfandad, sino el impacto directo de la violencia sobre la población infantil ha sido un problema recurrente que no ha tendido la atención debida.

Alrededor de 2,037 homicidios entre niños, niñas y adolescentes entre los 0 y 17 años de edad se cometieron tan sólo en el 2021, y alrededor de 4,328, niños se han reportado como desaparecidos de acuerdo a la información de Red por los derechos de la infancia. Esta es una realidad palpable de la cuál poco se habla. ¿Qué haremos como sociedad frente a esta realidad que nos alcanza y que nos incumbe? ¿Las instituciones y los gobiernos tienen idea de la magnitud del problema? La realidad es clara, el destino de la mayoría de los niños huérfanos en este país terminará en manos del crimen organizado, quienes le proveerán de comida, dinero, que los utilizarán y desecharán, o inmersos en lógicas delictivas incapaces de poder resistir y defenderse si no se actúa con claridad y precisión frente a este problema.

¿Estamos a la altura de las circunstancias o volteamos para otro lado a ver si por magia esto desaparece?

Por Marisol Ochoa

fuente: El economista

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