Lo que ocurrió el pasado domingo en el Consejo Nacional de Morena no fue una reunión más. Fue un acto de definición. Un momento para refrendar, con toda claridad, el compromiso que nos dio origen: ejercer el poder no como privilegio, sino como una responsabilidad al servicio del pueblo.
Nuestra presidenta, Claudia Sheinbaum, con la estatura ética y popular que le reconoce más del 85% del pueblo de México, nos lo recordó con firmeza: “El compromiso con el pueblo y con la historia es grande e implica darlo todo.” Y sí, en un país donde el poder fue durante décadas sinónimo de abuso, corrupción y separación, hoy tenemos una mandataria que lo convierte en virtud cuando lo pone al servicio de los demás.
Morena está creciendo. Vamos por los 10 millones de afiliadas y afiliados. Pero el crecimiento verdadero no es solo cuantitativo. Hoy decidimos crecer también en conciencia, en congruencia y en integridad. Porque no se trata de sumar por sumar, sino de fortalecer el alma de un movimiento que nació para transformar.
Por unanimidad, el Consejo Nacional aprobó reglas claras para nuestro camino:
? Cero lujos: ni coches blindados ni viajes en aviones privados.
? Separar el poder político del poder económico: se acabaron los favores a cambio de cargos.
? Erradicar el nepotismo: Morena es el único partido que establece como principio irrenunciable el fin de esta práctica antidemocrática.
? Garantizar procesos internos con equidad y transparencia: para que no se necesiten millones, sino vocación de servicio.
Deliberamos con orgullo junto a consejeras y consejeros nacionales, liderazgos territoriales, dirigencias estatales, gobernadores, integrantes del gabinete federal y compañeras y compañeros históricos del movimiento. Fue un ejercicio de conciencia colectiva, de responsabilidad política y de profunda convicción.
Hoy Morena envía un mensaje claro: no vamos a permitir que este movimiento se desvíe. Volvemos al origen. A la raíz ética de una esperanza que ha demostrado que sí hay otra forma de gobernar, de construir, de transformar. La humildad en el ejercicio del poder no es una debilidad: es nuestra mayor fortaleza.
Tenemos prohibido fallar. Y sabemos que solo con ética, cercanía y responsabilidad, seguiremos avanzando en este proyecto de justicia e igualdad para todas y todos.
Hoy, como siempre, es un orgullo ser morenista. Porque servir al prójimo -como dice la canción- es un honor. Y cuidar a Morena es también cuidar a México.
POR CAMILA MARTÍNEZ GUTIÉRREZ
