¿Las prioridades de tu pareja están alineadas con las tuyas?

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Frecuentemente hablo en mi columna sobre prioridades, que son el pilar de cualquier plan de vida, que incluye, desde luego, el aspecto financiero. Todo empieza por tener claro qué es lo verdaderamente importante para nosotros.

Hace un tiempo, durante una sesión de coaching en finanzas personales, me sorprendí al platicar con una pareja. Mayte y Jorge (no son sus nombres reales) llevan tres años de casados y están a principios de sus treintas. Sus finanzas las manejan de forma completamente separada, pero comparten gastos y ese acuerdo les funciona a ellos muy bien. Pero tienen pocos ahorros y les interesa empezar a formar un patrimonio. Sus metas: terminar de pagar la hipoteca y empezar a ahorrar para su retiro.

Hasta aquí todo estaba muy bien, pero entonces pregunté a cada uno sobre sus prioridades: ¿Qué es lo más importante para ustedes?

Jorge empezó a contarme cómo les encantaba viajar juntos y tener experiencias extremas. Habían hecho varias cosas: escalar y bajar a rappel, salto en paracaídas, los rápidos, parapentes entre otras. Esto era lo que él más disfrutaba en la vida e incluso ya había investigado algunos destinos, en el extranjero, con paisajes hermosos. Quería seguir sumando ese tipo de cosas a su vida.

Mientras él hablaba, noté a Mayte un poco pensativa, incluso distraída. Como si no estuviera tan convencida, como si quisiera decir algo pero sin saber cómo. Entonces le pregunté ¿para ti qué es lo más importante en la vida?

Ser madre, me dijo. Sólo dos palabras cortas, que Jorge no había escuchado nunca. Le causó una enorme sorpresa. ¿Qué? ¿Por qué nunca me lo has dicho?, preguntó. Mayte le respondió “siento que tú no quieres lo mismo”.

Empezaron entonces a hablar. No es que Jorge no quisiera tener hijos: simplemente nunca lo había pensado. Mayte tampoco hasta que su hermana mayor fue madre y empezó a sentir esa misma necesidad. Ambos sabían que tener un hijo modificaría, de manera sustancial, el estilo de vida que amaban y al cual estaban acostumbrados.

Les sugerí posponer la sesión para que tuvieran la oportunidad de conversar como pareja. Que hablaran de esto juntos y tantas veces como fuera necesario. No había prisa.

Algunas semanas después me volvieron a buscar. Habían tomado la decisión de intentar tener un hijo dentro de dos años. Querían entonces aprovechar ese tiempo para hacer dos o tres viajes a diferentes destinos en el extranjero, para hacer turismo de aventura. Sin dejar de lado la creación de un fondo de emergencias –poco a poco– e iniciar su ahorro para el retiro, aprovechando el plan que ofrecía la empresa donde trabajaba Jorge.

Me dio gusto que lo hayan hecho. Este proceso hizo que se les viera más enamorados, más compaginados que antes. Pero además me hizo recordar algunas cosas importantes que quiero compartir:

  1. Nuestras prioridades en la vida cambian: evolucionan. Nuestras necesidades como personas, como pareja, también. Por eso ningún plan puede estar escrito en piedra: debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse a las nuevas circunstancias.
  2. Muchas parejas se separan no tanto por falta de comunicación, sino porque aunque en algún momento sus prioridades estaban alineadas, cada uno ha evolucionado en una dirección distinta. Es triste, pero se vale. Es más triste quedarse en una relación que no refleja lo que uno quiere de verdad.
  3. También hay cosas en la vida que son inevitables: como los imprevistos, el fallecimiento o el retiro. Para estas hay que planear siempre. Es muy curioso pero mucha gente las deja de lado, incluso aquellas que aseguran que una de sus prioridades es la seguridad. Eso me da mucha tristeza porque cuando la gente se da cuenta, muchas veces es demasiado tarde. Desde luego, siempre hay que considerarlas en equilibrio con otras prioridades, porque también se trata de disfrutar el camino. Pero nunca hay que posponerlas ni dejarlas de lado.

Fuente: eleconomista

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