Una lata de refresco vacía va al cubo amarillo si se quiere reciclar. Un cepillo de dientes, aun fabricado íntegramente con plástico, no. Esto puede parecer una obviedad pero después de 25 años de experiencia separando residuos en los hogares españoles, lo cierto es que no se domina la materia. El amarillo sigue siendo el contenedor que «más dudas genera», reconocen desde Ecoembes, la organización que los gestiona.
Puede parecer lógico, y como señala Fernando Martín, coordinador del Área de Información del Residuo de Ecoembes, muchas veces estas confusiones están motivadas, paradójicamente, por «un compromiso mayor» por reciclar lo máximo posible. «Pero no todo el plástico va al cubo amarillo y muchos ciudadanos no lo saben», reconoce el técnico.
Ni juguetes, ni chupetes o biberones, ni menaje de cocina -tampoco los tupperwares- o cubos… Y no, el vaso de papel-plástico en el que toma el café ‘para llevar’ de la cafetería nunca -nunca- debe ir depositado en la bolsa amarilla.
La lista de cosas de lo que cualquier ciudadano responsable echaría al cubo amarillo y se equivocaría es larga: papel plastificado usado en carnicerías y pescaderías, botes tipo Pringles, cápsulas de aluminio de café, moldes de silicona para cocinar, termos, cajas de CD’s y DVD’s, carcasas de vídeos de VHS y cintas de casete, monederos y carteras -ni fabricadas a base de plásticos-, bolígrafos, sacapuntas, mecheros, materiales de plástico de cuadros o fotografías, envases de los medicamentos o neceseres.
De todos estos materiales, el menaje de cocina es el ‘error’ que más se encuentran los gestores de residuos en la bolsa amarilla. Y las equivocaciones no son anecdóticas: actualmente se siguen encontrando un 30% de «impropios» (como se llama técnicamente al residuo que ha sido mal separado y ubicado en el contenedor) en el volumen total de desperdicios recogidos por Ecoemebes.
Control de calidad de la separación
Para llegar a esta cifra, que es una media porque existen diferencias geográficas, la citada organización realiza lo que se denomina «caracterizaciones». En lenguaje no técnico se podría decir que son ‘catas’ aleatorias en las bolsas recogidas para analizar cómo se está reciclando en la fracción amarilla. «El objetivo de estas intervenciones es de carácter analítico y es aneja al proceso de reciclaje», puntualiza Martín. En el año 2023, en las 97 plantas de tratamiento que existen repartidas por el país, Ecoembes ha llevado a cabo más de 7.700 caracterizaciones.
Estos análisis de cómo están separando los residuos plásticos los habitantes de una determinada localidad tiene su proceso. En primer lugar, se homogeneiza la descarga de los residuos mecánicamente y se coge una tonelada. Esta se divide en cuatro montones volumétricamente similares y se coge el material de dos de esos cuartos opuestos, que son elegidos al azar. Los dos restantes son rechazados. Tras abrir las bolsas que pudieran estar cerradas, se realiza otro cuarteo y se cogen 50 kilos de cada uno de ellos y otros 25 de dos opuestos. Al final, se quedan con 250 kilos de residuos, que serán los que se analicen como muestra válida para alcanzar conclusiones estadísticas.
«En los convenios que se firman con las entidades locales se analiza la cantidad de residuos que compondrán estas caracterizaciones y de qué forma se calcula cada muestra cada año», puntualiza el responsable del Área de Información del Residuo de Ecoembes.
El reciclaje va por barrios
Los datos obtenidos de estos análisis son importantes por dos motivos: por un lado para afrontar pagos justos -a menor número de impropios en el contenedor amarillo más deberá pagar Ecoembes por el tratamiento de los residuos- y, por otro lado, para enfocar adecuadamente las campañas de concienciación de la asociación, de cara a una mejora progresiva del reciclaje en las ciudades.
«La separación, por muchos factores subyacentes que son diversos, presenta muchas variaciones en función de los lugares analizados. Por ello es importante conocer ‘in situ’ la calidad de la separación que hacen los ciudadanos, para saber dónde hay que incidir más en campañas informativas y de concienciación», concluye Martín.
Todos los datos obtenidos con estas caracterizaciones se cargan en un programa al que los ayuntamientos y consorcios pueden acceder para conocer, de primera mano, el resultado de la recogida selectiva en sus municipios.
También ayuda a conocer las tendencias de consumo y si la diversidad de envases y materiales disponibles en el mercado están resultando fáciles de asociar a su correspondiente contenedor por el ciudadano.
En todo este proceso, Ecoembes se coordina con plantas de selección y ayuntamientos para ofrecerles asesoramiento técnico y acceso a la información.