«Mi mundo se hundió cuando la policía me enseñó las fotos de hombres desconocidos que me violaban en presencia de mi esposo, que me había drogado para venderme como una muñeca de trapo«. Gisèle Pélicot cuenta de ese modo, ante el Tribunal de Aviñón, el descubrimiento del atroz comportamiento de su marido, Dominique Pélicot, que drogó a su esposa, durante varios años, para ponerla a la venta como objeto sexual en una web pornográfica.
En su primera declaración ante el Tribunal, Gicèle Pélicot se ha presentado muy digna, sobria, pero muy precisa en su descripción de los actos de barbarie sexual perpetrados por su esposo y por 80 hombres durante casi una década. Gisèle ha deseado guardar provisionalmente su nombre de casada, en instancia de divorcio, para asumir con ejemplaridad su presencia en el proceso de un caso histórico.
De entrada, la esposa víctima describe sus relaciones, durante varias décadas con el padre de sus tres hijos: «Lo tenía como un tipo muy simpático», «un hombre encantador», «un padre feliz, al frente de una familia feliz». Tras esa imagen convencional, la mujer violada por 50 hombres conocidos y más de 30 desconocidos, varias veces por semana, durante siete años, descubrió un personaje tenebroso, el 2 de noviembre del 2020, cuando la policía comenzó por enseñarle algunas de las 4.000 fotografías obscenas y pornográficas, sadomasoquistas, que su esposo había tomado de ella y sus violadores.
«Descubrí un mundo de pesadilla»
«Mi mundo se hundió aquel día», declara Gisèle Péricot, agregando: «Había construido una vida feliz, en familia, con nuestros hijos. De repente, descubrí un mundo de pesadilla alucinante, cruel, obscena. Un mundo de barbarie desalmada. En las fotografías tomadas por mi marido, estaba desnuda, cuando los hombres se sucedían para violarme». La esposa drogada para ser vendida como objeto sexual prosigue de este modo el descubrimiento de las atrocidades de las que fue víctima: «Me trataban como una muñeca de plástico. No se trataba de escenas de sexo. El padre de mis hijos fotografiaba violaciones y escenas masoquistas en las que participaban uno o dos hombres, incluido el padre de mis hijos. Nada de sexualidad. Se trataba de crueldad gratuita contra una mujer convertida en objeto que se usa, se viola y se tira».
Algunos de los hombres que violaron a Gisèle Péricot han intentado defenderse afirmando que solo habían asistido, como espectadores a escenas de «amor de una pareja libertina». Ella responde de manera contundente: «Se trata de nuevas vejaciones infames. Jamás he practicado esos comportamientos que me horrorizan». La esposa violada comenzó por descubrir algunas de las 4.000 fotos tomadas por el padre de sus hijos. Tardó un tiempo antes de descubrir las escenas filmadas con una cámara semiprofesional.
Gisèle Péricot ha terminado su primera declaración, ante el Tribunal de Aviñón con unas palabras de agradecimiento: «Los policías me salvaron la vida. Cuando descubrieron los horrores bárbaros del padre de mis hijos, drogándome, hundimiento décadas de vida tranquila. Me descubrieron el verdadero rostro del horror. Con sus descubrimientos puede comenzar a intentar construir una nueva vida».








