“Nos comunicamos hasta morir”

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La mayoría de información ya no es producida por los medios. Hoy los post, reels y videos cortos de personas inundan las redes sociales y los chats normando la opinión de la gente.

Byung-Chul Han en su libro “Infocracia” reflexiona sobre cómo ha mutado el concepto de información y las afectaciones que ello ha generado en la sociedad, pues hoy la información que circula y se consume a diario, ya no es gran medida producto de los medios de comunicación, sino de las personas.

Siempre imaginamos que nuestro futuro sería como lo pintaron los dos grandes clásicos distópicos: “1984” de Orwell o “Un mundo feliz” de Huxley. La realidad es que estamos lejos de la idea orwelliana de ser vigilados por la pantalla del Gran Hermano, donde la policía del pensamiento o Ministerio de la Verdad nos controlan lo que pensamos; ya que, por un lado, somos nosotros mismos quienes hemos cedido nuestra privacidad, compartiendo nuestro quehacer diario y ubicación en redes sociales y, por otro, privilegiamos recibir información breve, corta y resumida.

Estamos más cerca de “Un mundo feliz”, vivimos en una sociedad paliativa donde todos los deseos y necesidades debe ser satisfechas de inmediato, la gente, como refiere Byung-Chul Han, está obnubilada por la diversión, el consumo y el placer, cegada por la obligación de ser feliz en la vida.

Debemos de coincidir con Han, hoy el nuevo modelo sometimiento es el “smartphone”, vivimos un régimen de la información, donde las personas ya no son espectadoras pasivas que se rinden a la diversión, se han convertido en emisores activos que están constantemente produciendo y consumiendo información; existe un frenesí comunicativo, que ahora adopta formas adictivas. La fórmula de sometimiento del régimen de la información es: nos comunicamos hasta morir.

La mayoría de la información que se recibe, transmite o replica ya no es gran medida producida por los medios de comunicación -quiénes operan bajo el imperativo de no desinformar-, hoy los post, reels y videos cortos de personas inundan las redes sociales y los chats normando la opinión de las personas e influyendo en sus pensamientos.

La información, como sostiene Byung-Chul Han, tiene su propia lógica, su propia temporalidad, su propia dignidad, más allá de la verdad y la mentira. También las noticias falsas son, ante todo, información y tienen un efecto inmediato, aunque se ponga en marcha un proceso de verificación. La información corre más que la verdad y no pude ser alcanzada por esta; de ahí que, cualquier intento de combatir la infodemia con la verdad estará condenado al fracaso.

Con ello no quiero decir que debamos rendirnos ante las noticias falsas o la mentira, sino lo contrario; debemos de volvernos personas más críticas y escépticas con la información que recibimos, asumiendo el compromiso de verificarla, antes de normar nuestro criterio; solo así podremos escapar de los futuros distópicos que nos están alcanzando.

Fuente: Heraldo de México / JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ

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