La segunda noticia es que, en una semana, Israel bombardeó Yemen, Líbano, Siria, Palestina y, el martes pasado, en un ataque sin precedentes, Doha.
Junto a la guerra de exterminio en Gaza, otras dos noticias de Medio Oriente han acaparado la atención en estos días. El 29 de agosto, el gobierno de Donald Trump decidió denegar visas a los funcionarios que representarán a Palestina en la Asamblea General de las Naciones Unidas este mes, incluyendo la prohibición del presidente palestino Mahmud Abás.
La segunda noticia es que, en una semana, Israel bombardeó Yemen, Líbano, Siria, Palestina y, el martes pasado, en un ataque sin precedentes, Doha, capital de Qatar, donde varios líderes del movimiento palestino Hamás se encontraban. En respuesta, Qatar anunció que suspendería sus esfuerzos de mediación entre israelíes y palestinos.
Durante más de 75 años, la ONU ha ocupado un lugar esencial en la historia de los palestinos. Varios “momentos” jurídicos anómalos e injustos de su parte pueden identificarse, entre ellos el plan de partición de 1947, o su fracaso en otorgar al Estado de Palestina la membresía plena en 2011. E envío de fuerzas de paz de la ONU se ha negado a los palestinos. No es la primera vez que Washington dificulta visas a funcionarios de ciertos países. Pero ningún caso pasado implicó la prohibición de un jefe de Estado (la Asamblea General de la ONU reconoció a Palestina como Estado observador no miembro en 2012.
Por su parte, el ataque israelí a Qatar pone de manifiesto que Israel está totalmente fuera de control y opera con enorme arrogancia e impunidad. Nada lo detiene, empezando por la sociedad israelí. Según el Instituto para la Democracia de Israel, una encuesta de junio pasado arrojaba que 76.5 % de los israelíes considera que el sufrimiento de los palestinos no debe tenerse en cuenta al planificar la continuación de las operaciones militares.
Presentan el fin del conflicto como un “precio a pagar” para liberar a los rehenes, solo a ellos. Asimismo, se constata la extrema vulnerabilidad de las petromonarquías del Golfo y su dependencia de Estados Unidos. Desde 1996, Doha alberga la mayor base militar estadounidense en la región y es “importante aliado no miembro de la OTAN”. Washington acaba de demostrarle que de nada de eso le sirve cuando de Israel se trata. Los Estados del Golfo ya no tienen cartas diplomáticas fuertes que jugar, salvo romper relaciones diplomáticas con Israel, lo cual parece improbable.
En estas circunstancias, y en particular cuando intervienen Estados poderosos, el uso eficaz del derecho y las instituciones internacionales depende tanto, si no más, de la voluntad y la acción políticas concertadas. El problema es que, no solo la ONU sirve ante todo a los intereses de su burocracia, que actúa con autoindulgencia y autoengrandecimiento, sino que todo cambio serio en la política global está secuestrado por el veto de actores en el Consejo de Seguridad. Esto es peligroso para la ONU, y va mucho más allá de la suerte de Palestina o de Qatar.
Fuente: Heraldo de México/ MARTA TAWIL








