‘Criptobros’, los nuevos lobos de Wall Street: la inquietante revolución monetaria que planea Trump

Donald Trump, que hace tres años llamaba «estafa» al 'Bitcoin', ahora promete convertir América en «la capital cripto del planeta». eso significaría una revolución económica y financiera global, como cuando Richard Nixon abandonó el patrón oro en 1971. Moviendo los hilos están magnates de Silicon Valley, los denominados 'criptobros', que llevan años soñando con crear dinero fuera del control del estado. Te contamos quiénes son los nuevos lobos de Wall Street y por qué debes temerlos.

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Bitcoin por fin ha llegado a la Luna! La criptomoneda que nació en foros antisistema ha superado los 100.000 dólares. En las redes sociales, los inversores ‘degenerados’ –como se autodenominan los que buscan retornos de mesa de ruleta– lo celebran con emojis de cohetes, mientras que los tradicionales desempolvan la profecía del exitoso inversor Warren Buffett, el Oráculo de Omaha (y del sentido común), cuando advirtió: «Puedo decir con casi absoluta certeza que las criptos acabarán mal».

De momento van como un tiro. Y esta vez no parece otro rally especulativo. En un giro que hace temblar el sistema financiero, Donald Trump ha puesto el poder regulatorio en manos de amigos de confianza que aspiran a ponerle el turbo: Paul Atkins, el comisionado que permitió algunas de las prácticas más temerarias que llevaron a la crisis de 2008 y se reinventó como abogado de la industria cripto, dirigirá la todopoderosa Comisión de Valores y Bolsa (SEC); mientras David Sacks, miembro de la ‘PayPal Mafia’, como sus colegas Peter Thiel y Elon Musk, aquellos libertarios que soñaban con crear dinero fuera del control estatal, dirigirá las políticas de la Casa Blanca en materia de inteligencia artificial y criptomonedas. Como señala The New Republic, «los criptobros están salivando». Pero, oiga, ¿quiénes son los criptobros?

Los ‘criptobros’ ya no se conforman con estar en la periferia del sistema, reclaman el centro mismo. Los más influyentes son hombres blancos sudafricanos, educados en el ‘apartheid’ en un sistema de castas

Son los nuevos ‘lobos’ de Wall Street, aunque disfrazados con piel de cordero. Ya no se conforman con estar en la periferia del sistema; reclaman el centro mismo. Lo que esto signifique (¿revolución desde arriba o la madre de todos los Ponzis?) enfrenta a los analistas, que solo se ponen de acuerdo en una cosa: sea lo que sea, funciona de arriba abajo. Así que empezaremos por el tejado. Allá en las alturas, los más influyentes son hombres blancos (y algún asiático), educados en Stanford y otras universidades de la élite. Y no es casualidad que Musk, Thiel y Sacks sean sudafricanos blancos que crecieron en el apartheid y compartan la añoranza hacia una sociedad «ordenada verticalmente» (léase ‘segregada’) en castas. Su obsesión por crear sistemas paralelos al Estado, y ahora por colonizarlo, puede leerse como una forma de restaurar el poder que cierta versión del progresismo (lo woke) les disputa. En 2021, el asalto al Capitolio de sus feligreses ‘acojonó’ al mundo; en 2024, los cuernos de búfalo se han quedado en el trastero. Nadie los necesita porque los criptobros van camino de atrincherarse en el mismísimo Despacho Oval. Además, han pagado para instalarse allí. Musk donó 245 millones de dólares a la campaña de Trump, más que toda la industria petrolera.

o mismo. Los más influyentes son hombres blancos sudafricanos, educados en el ‘apartheid’ en un sistema de castas

Son los nuevos ‘lobos’ de Wall Street, aunque disfrazados con piel de cordero. Ya no se conforman con estar en la periferia del sistema; reclaman el centro mismo. Lo que esto signifique (¿revolución desde arriba o la madre de todos los Ponzis?) enfrenta a los analistas, que solo se ponen de acuerdo en una cosa: sea lo que sea, funciona de arriba abajo. Así que empezaremos por el tejado. Allá en las alturas, los más influyentes son hombres blancos (y algún asiático), educados en Stanford y otras universidades de la élite. Y no es casualidad que Musk, Thiel y Sacks sean sudafricanos blancos que crecieron en el apartheid y compartan la añoranza hacia una sociedad «ordenada verticalmente» (léase ‘segregada’) en castas. Su obsesión por crear sistemas paralelos al Estado, y ahora por colonizarlo, puede leerse como una forma de restaurar el poder que cierta versión del progresismo (lo woke) les disputa. En 2021, el asalto al Capitolio de sus feligreses ‘acojonó’ al mundo; en 2024, los cuernos de búfalo se han quedado en el trastero. Nadie los necesita porque los criptobros van camino de atrincherarse en el mismísimo Despacho Oval. Además, han pagado para instalarse allí. Musk donó 245 millones de dólares a la campaña de Trump, más que toda la industria petrolera.

Los nuevos lobos de Wall Street

CRIPTOBROS

Vitálik Buterin creador de EthereumEl idealista que desafía a Wall Street |  El niño prodigio que a los 19 años creó Ethereum y su criptomoneda Ether representa la cara más técnica y visionaria. Su moneda hace posible las finanzas descentralizadas (DeFi), un experimento radical que aspira a recrear todo el sistema bancario sin bancos: préstamos, trading y derivados financieros controlados por código en lugar de humanos. Buterin es un idealista… Si alguien puede construir la arquitectura digital para destronar al dólar, es él.

David Sacks: la mafia de PaypalNombrado ‘criptozar’ de la Casa Blanca |  Junto a Musk y Thiel, formó parte de Paypal y, como ellos, es un expatriado sudafricano con nostalgias infantiles de una sociedad segregada que ilustra la revancha del hombre blanco. Ahora, Trump ha decidido que supervise las dos tecnologías más disruptivas, las criptomonedas y la Inteligenica Artificial. El minado de critomonedas se va a disparar, entre otras cosas porque se usará para financiar la carrera de la IA.

Brian Armstrong: CoinbaseEl profeta del nuevo mundo, el Network State |  El CEO de Coinbase —una de las principales compañías del sector— es el gurú cripto más escuchado en Washington. Mientras vende en el Congreso el bitcoin como herramienta de libertad financiera, promueve el ‘Network State’: su visión de un mundo donde los estados-nación y los gobiernos han sido sustituidos por comunidades de Internet —unidas por un interés común (por ejemplo, la sostenibilidad)— y que votan en blockchain.

Giancarlo Devasini: Director financiero de TetherEl banquero central en la sombra |  Es el director financiero de Tether, una criptomoneda estable diseñada para mantener un valor fijo vinculado al dólar en una proporción de 1:1. Es decir, en teoría, un Tether siempre debería valer un dólar. Esta criptomoneda estable o stablecoin aspira a ser el nuevo patrón oro del mundo cripto. Devasini era cirujano plástico, pero dejó la medicina cuando vio que las criptos eran más lucrativas.

Changpeng ‘CZ’ Zhao: ex-CEO de BinanceEl estafador confeso más rico del mundo |  Construyó la mayor plataforma de compra-venta de criptomonedas del mundo: Binance. Multado con 50 millones de dólares y forzado a dimitir por lavado de dinero (se declaró culpable), sigue siendo el más rico del sector. La paradoja perfecta: fue castigado por el sistema, pero conserva su fortuna. Es de origen chino y tiene nacionalidad canadiense.

Pero bitcoin nunca ha funcionado como moneda real y sus principales usos siguen siendo turbios: la avaricia y el crimen. Como señala Dennis Kelleher, CEO de Better Markets: «Si tuvieras que revelar los riesgos asociados, nadie participaría». Porque, bajo esta fachada de nueva respetabilidad, el mundo cripto sigue siendo el Salvaje Oeste. Te puedes encontrar con docenas de estafadores, desde el caído Sam Bankman-Fried hasta los operadores de esquemas pig butchering (‘matanza del cerdo’) que te enamoran primero y te despluman después; y es el método de pago preferido para el ransomware, el tráfico de drogas y el lavado de dinero.

Por eso, lo primero que se le pide a la SEC es «claridad regulatoria»… Pero la regulación que anhela la industria cripto tiene un objetivo sospechoso: que las criptomonedas sean clasificadas como commodities (materias primas), no como valores. Es la diferencia entre ser regulados como el trigo o como acciones de Apple. Esto significaría que dejarían de ser oficialmente ‘dinero’ para convertirse en simples mercancías. Como revela The Atlantic, esto permitiría a las plataformas operar con mucha menos supervisión, como los futuros de cereales o petróleo, pudiendo escapar del control directo de la SEC.

El bitcoin propone un sistema monetario que no requiere confianza y no está garantizado por nada tangible. Un experimento adoptado ya no por El Salvador de Bukele, sino por el Estado más poderoso de las finanzas mundiales

Esta jugada tiene un punto débil. Puede amedrentar a los grandes fondos de pensiones. Si de verdad los criptoactivos aspiran a la normalización, necesitan que los fondos de los maestros de Ohio o los bomberos de Texas se metan sin miedo. La razón es simple: no son simples inversores, sino los custodios del futuro financiero de generaciones enteras. Su entrada no solo aportaría billones en capital fresco, sino más valioso: legitimidad.

La historia del dinero siempre ha sido una historia de confianza. Las reservas de oro en las bóvedas de Fort Knox y otros bancos centrales daban respaldo físico a cada billete en circulación. Cuando Nixon abandonó el patrón oro en 1971, consagró el reinado del dinero fíat: billetes que no valen nada por sí mismos, sostenidos por la fe en el sistema. El dólar se convirtió en la moneda refugio global porque el mundo confiaba en la Reserva Federal estadounidense. Ahora, bitcoin propone algo radicalmente diferente: un sistema monetario que no requiere confianza y que tampoco está garantizado por nada tangible. Y este experimento está siendo adoptado no por El Salvador de Bukele, pionero en estas lides, sino por el Estado más poderoso y epicentro de las finanzas mundiales.

Como señala el periodista de Washington Christopher Beam, «la ‘total falta de propósito’ de las criptomonedas puede haber sido su mayor ventaja: sin una misión clara más allá de que ‘el precio suba’, el movimiento ha podido transformarse en lo que pedía este momento histórico». Pero Warren Buffett mantiene su advertencia: «Ya me meto en suficientes problemas con cosas que creo que entiendo… ¿Por qué demonios debería apostar a favor o en contra de algo sobre lo que no sé nada?». Para el CEO de Berkshire Hathaway, las criptomonedas son como conchas marinas: no tienen valor intrínseco, solo son valiosas si alguien paga más por ellas que lo que pagaste tú. El tiempo dirá si el mayor inversor de la historia tenía razón o se está perdiendo tocar la Luna.

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