La expectativa era que el presidente electo Trump impusiera impuestos a las exportaciones mexicanas en el día uno de su mandato, pero no que lo anunciara con tanta anticipación. Como probablemente lo esperaba, esto ha tenido un fuerte impacto sobre los mercados y una respuesta estructurada de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Esta provocación, sin lugar a duda, pareciera buscar un efecto de desestabilización tanto en Canadá como en México, buscando advertir de una posición de cero tolerancias no solo en el comercio, sino en otros rubros como migración. Sin embargo, no plantea una respuesta de convivencia entre ambos países que sea viable. Para Estados Unidos, pone en riesgo la estabilidad del mercado común que se ha creado entorno a los sectores automotriz, electrónicos, dispositivos médicos, productos agropecuarios que han beneficiado a la economía estadounidense en forma amplia. Atrás de este esquema se encuentra una visión de limitar productos que tengan contenido proveniente de China, con quien Estados Unidos tiene un gran déficit, tal como puede verse en el siguiente cuadro en que se muestra que el déficit alcanzado es de 336 mil 60 millones de dólares y con México, de 216 mil 281 millones de dólares.
Esta situación de déficit de Estados Unidos con China y con México requiere, para desaparecer, de una reingeniería de la economía estadounidense que no se arregla con tarifas, es una cuestión estructural que requiere que los estadounidenses eleven su inversión en ciencia y tecnología, tal como lo ha venido haciendo China, asimismo, esta situación deriva de la falta de integración del aparato productivo estadounidense. La provocación de elevar los impuestos a los bienes provenientes de México tendrá, como consecuencia, una desestabilización de la economía de Estados Unidos de manera importante, porque no sólo se cortarán cadenas globales de valor, sino que se provocará una mayor inflación.
En este caso, México requiere establecer en el Senado de la República, como en la Secretaría de Economía, grupos de trabajo que muestren los efectos negativos para nuestro país, así como para Estados Unidos, del aumento de impuestos a las exportaciones mexicanas. Se debe dar contenido al comunicado que envío la presidenta Sheinbaum, es momento de construir y apoyar una renegociación del Tratado de Libre Comercio que convenga a la región de Norteamérica. Los aliados en este caso deberán ser los canadienses, ya que de igual forma se verán afectados por esta situación unilateral de Estados Unidos.
A lo largo de los últimos 30 años los tres países hemos construido una zona económica común, con muchas desigualdades, pero finalmente el esfuerzo se ha iniciado, no es momento de destruir lo que se ha construido. La pregunta que le surgirá al lector es qué hacemos con China. La respuesta no es tan fácil como dejar de importar, la complejidad deriva de la alta integración que tienen los productos manufacturados de China. Son insumos esenciales; en esta perspectiva, sustituirlos implica desarrollarlos en la región y esto es una tarea que se dice fácil, pero requiere de una fuerte inversión y de desarrollo de tecnologías similares o superiores a las que contienen las importaciones que se hacen de China. Esta es una tarea de años, con una concentración en nuevas tecnologías y esto es lo que no ha venido realizando nuestro país, tal como puede constatarse con el registro anual de patentes por parte de mexicanos, que son exiguas frente al registro de las patentes extranjeras en nuestro país.
Es el momento de convocar a las universidades y politécnicos del país a construir una nueva realidad económica, debemos convertirlos no en lugar de enseñanza únicamente sino en propulsores de una nueva visión manufacturera para nuestro país. Esta es la única salida que tenemos a mediano plazo, debemos aprender del esfuerzo que han hecho los países asiáticos en esta materia, son los abastecedores de semiconductores para todo el mundo, pero para ello construyeron capacidades de innovación en forma permanente, se requiere renovar la ideología empresarial hacia un nuevo futuro, innovar para poder competir. Esta provocación del presidente Trump debería ser utilizada en forma positiva para rediseñar nuestro modelo productivo carente de innovación y por ello, tan dependiente de los insumos asiáticos. Esperamos que la nueva administración de la presidenta Sheinbaum sepa aceptar el reto en la dimensión que significa y promueva una transformación de la economía.