Lo que nos dejaron las elecciones

Una de las causas del resultado de las pasadas elecciones es la desigualdad que existe en México, nuestro país es uno de los más desiguales según una gráfica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD)

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Quedó muy claro el 2 de junio que la mayoría de las encuestas reflejaban la realidad, los mismos que salieron en su momento a defender al Instituto Nacional Electoral (INE), hoy lo atacan sin presentar pruebas.

El triunfo de Morena es indiscutible, avasallante, refleja que la gente no compró el discurso de los partidos de oposición, y mucho menos confía en líderes como Marko Cortés Alejandro Moreno, dos impresentables, que lo único que buscaban es no quedarse sin fuero, así como el tradicional hueso para los próximos seis años.  

Seis de cada diez votantes eligieron a Morena, ya dejemos de hablar de fraude, el triunfo es tan contundente que la intención del votante quedo claro en las urnas. No fue como se dijo una cuestión de clases sociales, ya que en la clase media alta el 49% voto por Claudia Sheinbaum y en la clase media, el 59% eligió como la próxima presidenta de México a la abanderada de Morena, mientras solo el 30% voto por Xóchitl Gálvez

El error de Xóchitl Gálvez fue aliarse con el PRI, cuyo líder ha sido señalado de diversas corruptelas, al igual que no haber pedido la cabeza de Marko Cortés, cuando exhibió públicamente sus negociaciones inconfesables en la elección para gobernador de Coahuila.

No quisieron entender los lideres del PAN y del PRI, del repudio de sus personas entre la mayor parte de los electores. Nunca vieron la necesidad de refundarse y rendir cuentas. Los partidos y sus cúpulas, principalmente, están anquilosadas, basta ver la lista de sus candidatos a la cámara de Senadores y de Diputados.

Es una realidad lo que pasó el 2 de junio y tienen que asimilarlo rápido, si se quieren engañar que sigan diciendo que hubo fraude electoral, lo cierto es que fueron casi 36 millones de votos a favor de Claudia Sheinbaum.

Es incomprensible que el inútil de Marko Cortés siga diciendo que no fue una contienda legítima, que la cancha nunca estuvo pareja. Al afirmar que fue una elección de Estado, lo único que refleja es lo limitado del individuo. Por más que se revisen las actas en los cómputos, no cambiará el resultado de la elección.

Más absurdo y patético resulta, que los líderes del PAN y PRI digan que descartan renunciar a sus cargos ante los resultados de las elecciones. Por vergüenza, por dignidad, deberían renunciar ya no a sus partidos, sino a seguir haciendo política.

El alegato de fraude a estas alturas es insostenible, puede haber irregularidades como siempre las hay en cualquier elección, pero la victoria de los candidatos de Morena es tan apabullante, que el discurso debe ser otro.

Una de las causas del resultado de las pasadas elecciones es la desigualdad que existe en México, nuestro país es uno de los más desiguales según una gráfica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD). Los partidos de oposición carecen de un discurso que les hable de manera creíble a los sectores más desprotegidos sobre este tema. 

Quién les cree a los líderes de la oposición cuando hablan de desigualdad, hoy argumentan fraude para que la sociedad no les exija su renuncia.

Ya dejemos el discurso del fraude que solo le conviene a unos cuantos, claro que pueden existir inconsistencias, pero no fraude electoral. Hoy sostener lo contrario, es el reflejo de la mediocridad, incompetencia y desvergüenza de un par de líderes que no se ocuparon más allá de sus propios intereses.

POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO

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