El dopaje hunde a la marchista mexicana Lupita González

El Tribunal de Arbitraje Deportivo ratifica la suspensión por cuatro años por el uso de una sustancia prohibida. La deportista niega la acusación y señala que los abogados, recomendados por la máxima autoridad del deporte de México, le obligaron a mentir

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La trayectoria de Lupita González se ha parado en seco. El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) ha ratificado la suspensión por cuatro años a la marchista mexicana por el consumo de una sustancia prohibida, trembolona, un esteroide anabólico que reduce grasa y aumenta la masa muscular. La sanción fue anunciada en mayo de 2019 por la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (ahora World Athletics), sin embargo, la deportista apeló la decisión al alegar que había consumido carne contaminada. La mexicana ha rechazado su dopaje y ha despejado la probabilidad de su retiro. “Muchos van a dudar, lo sé. Pero me considero una persona que ha trabajado bien”, dijo este viernes en una videoconferencia. Sus planes, afirma, se han reiniciado y apunta a los Juegos Olímpicos de 2024.

La mexicana González se sometió a un examen antidopaje el 16 de noviembre de 2018 y fue en ese momento cuando se detectó la sustancia prohibida. Un año después se anunció el positivo. “Todos los atletas son estrictamente responsables de la presencia de cualquier sustancia prohibida en su cuerpo”, aseguró el organismo internacional de atletismo. La primera defensa legal de la deportista había asegurado que ella había consumido hígado en un negocio callejero. Los litigantes buscaron comprobar su versión, pero las autoridades internacionales lo desestimaron. González ha reconocido este viernes, en una conferencia de prensa, que esos abogados, recomendados por la máxima autoridad del deporte en México, le obligaron a mentir en su caso. “Mi error fue confiar en ellos”, dijo, “estoy muy arrepentida, pero mi experiencia y falta de coraje de defender mi verdad es por lo que estoy pagando”.

González recurrió a abogados especializados en casos de dopaje, quienes reconocieron que sus antecesores se equivocaron al mentir. Y ellos mantuvieron la versión de que la mexicana consumió carne contaminada a través de la ingesta de tacos en dos días de octubre de 2018, pero no de hígado como había asegurado en primera instancia. El veredicto del alto tribunal deportivo se aplazó cinco veces y este jueves determinó que la deportista no pudo comprobar cómo entró esa sustancia en su cuerpo y tampoco demostrar que no tuvo intención. “Dopaje no es solo consumir una pastilla que le va a mejorar el rendimiento a un deportista, por comerse unos tacos una deportista está suspendida cuatro años”, mencionó Andrés Charría, abogado de la mexicana, con relación en los casos de consumo de carne contaminada. “La única verdad es que yo no me dopé”, zanjó la mexicana.

Lupita González sacudió México el 19 de agosto de 2016. La delegación mexicana de deportistas la pasaba mal sin cosechar medallas. González, una menuda chica que practicaba atletismo a manera de rehabilitación, logró colarse en el podio de los 20 kilómetros de marcha y consiguió una plata histórica en unos Juegos Olímpicos: ninguna mexicana había ganado en esa disciplina. Su nombre que rayaba en el anonimato se convirtió de pronto en uno de los más reconocidos y aclamados. Su carrera, de hecho, ya había despegado ese mismo año en el Mundial de Atletismo cuando terminó en el segundo lugar, pero una sanción por dopaje al primer lugar, la china Liu Hong, le dio el oro a la mexicana. Y un año más atrás, en 2015, ganó el oro en los Juegos Panamericanos.

En el verano de 2017, Lupita González se colgó otra plata en el Mundial de Atletismo en Londres y un año después tocó el cielo al ganar el oro en el campeonato del mundo de marcha atlética. Nada podía detener a esta atleta que ilusionaba al deporte de su país al poder competir por los primeros puestos en los Juegos Olímpicos. Sorprendía, además, por destacar en medio de un clima de peleas políticas dentro de la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo y la Comisión Nacional de Deporte y Cultura Física (Conade). Era vista como una garantía de éxito rumbo a Tokio.

Los éxitos de la marchista mexicana le hicieron merecer el apoyo de la Marina de su país. Las Fuerzas Armadas le ficharon para convertirla en una deportista de alto rendimiento. Los atletas como ella no son miembros activos de la milicia, sino que su obligación es superar las marcas y desempeño deportivo. Tras la suspensión “seguiré formando parte de la Secretaría de Marina. Lo que ellos dispongan, yo acataré”, ha dicho la deportista. El epílogo de la carrera de González está manchado por el dopaje.

Fuente: elpaís

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