Tan simbólica en Italia como la mafia, la pasta o el jersey rosa de líder es la maglia ‘ciclamino’. Una camiseta distintiva, hermosa, que representa el color de la flor que lleva dicho nombre, la ciclamen, un tono fucsia que premia al ciclista del Giro de Italia que haya acumulado más puntos, mejores puestos que no tiempos, durante la carrera.
La ‘ciclamino’, que tiene bonito hasta el nombre, ocupa en esta edición la ancha espalda de Jonathan Milan, velocista del Lidl Trek que ayer consiguió su segunda victoria al esprint.
Milan pasea con orgullo el maillot que ha pertenecido a corredores con regularidad en las llegadas y que han sembrado el Giro de proezas o éxitos, Cipollini, Abdoujaparov, Sagan, Bettini o Jalabert.
El gigante del Lidl se impuso después de una jornada de mucha velocidad y poca emoción para el televidente, en el que despuntó por encima de los ciclistas y sus andanzas el tren totalmente rosa con el epígrafe ‘Amore infinito’ que identifica al Giro y que discurrió paralelo al pelotón durante un tramo final de la etapa.
Se anunciaba caída por el paso estrecho y las rotondas de llegada a Francavilla al Mare y, como estaba cantado, hubo montonera. Jakobsen, el de la caída pavorosa en Polonia, fue uno de los implicados mientras veía en la distancia como Milan remontaba a Groves y se llevaba el segundo triunfo.
Fuente: ABC
