“Los edificios temblaron y no se puede caminar de la cantidad de árboles que se han caído”

Los habitantes de la península de Yucatán sufren el paso del huracán Delta. En un momento económico crítico, la región padece inundaciones, cortes de luz y daños materiales

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Las ráfagas de viento han mantenido en vela toda la noche a Sabrina Rojas, residente en Playa del Carmen, en Quintana Roo. Lleva sin electricidad desde esta madrugada y espera a que las autoridades permitan salir a la calle a los vecinos. “Hay cosas rotas, las zonas más precarias o las más cercanas al mar estarán peor”, narra. Por la ventana observa los árboles caídos pero asegura que a pesar de todo, el huracán no ha dejado estragos graves y no hay heridos. “Estamos todos bien. Por suerte fue tranquilo. Los lugares de acá están pensando en abrir”, detalla con optimismo. Hace días que la península de Yucatán se preparaba para la llegada del huracán Delta, que tocó tierra esta madrugada tras su paso por Cuba y Haití. Golpeó primero a la pequeña isla de Cozumel y luego el noreste de la península. Luis Alberto Ortega, director del Centro Nacional de Comunicación y Operación de Protección Civil, contó a la prensa que no se reportan fallecidos, pero sí daños materiales “mínimos”, la mayoría en la isla Cozumel, de 100.000 habitantes.

En la colonia 10 de abril de ese municipio, enclavada entre Centro, la colonia Emiliano Zapata y el aeropuerto, vive Antonio Morales con su familia. “La zona en que vivimos está toda inundada”, cuenta Morales. Esperaban la llegada del huracán en la casa familiar: “Lo más fuerte fue a las tres o cuatro de la mañana, se cortó la luz y empezó a subir mucho el nivel del agua”. “Nos íbamos informando con otros amigos para ver cómo se desarrollaban las cosas”, relata. Toda su familia está bien, pero aún quedan entre “30 o 40 centímetros de agua”, mucho menos de lo que llegó a haber en el momento más fuerte del vendaval. Sin embargo, sí que se han producido daños materiales con la caída de árboles, inundaciones y cortes de luz, según informó Protección Civil. Las autoridades regionales han exhortado a la población a tomar precauciones ante los vientos huracanados y las olas que pueden llegar a medir nueve metros, informa Europa Press. Esto sucede en un momento en el que el turismo, principal motor económico regional, ya sufría los efectos de la crisis del coronavirus, materializada en una drástica caída en la llegada de visitantes.

Morales actualmente no tiene trabajo, pero antes tenía un negocio de comida que se nutría especialmente del turismo, muy machacado por la crisis del coronavirus: “Tuvimos que cerrar el negocio porque con el tema de la covid el trabajo bajó mucho”. Ana Cano es otro ejemplo de este golpe, es dueña del restaurante La Troje, en Cancún, y describe un paisaje desolador. “No se puede caminar de la cantidad de árboles que se han caído”, asegura mientras afirma que los edificios “temblaron” al paso del huracán, sobre las cuatro de la mañana. No tiene luz ni internet, y dice que no siente “miedo”, pero sí un “temor a salir” después del paso de Delta. “Hay cables eléctricos tirados por la calle y todo está húmedo”, dice Cano. Llueve sobre mojado en la crisis económica yucateca, la temporada de huracanes ha venido a dar un nuevo revés a la industria turística, que se encuentra en horas bajas y ha perdido hasta un 74,8% de su actividad hasta agosto a causa del virus en comparación con el año pasado, informa EFE. Para Cano, la economía está “de la fregada”. “Ahora hay que volver a empezar”, sentencia.

El temporal ha obligado a evacuar a cerca de 35.000 personas, que han tenido que ser alojadas en refugios hasta que pase Delta. Igualmente, hay cientos de municipios que han activado estos centros para proteger a la población de las inclemencias del viento y la lluvia. Un ejemplo de esta disposición es el de la escuela Elvira Parra Ávila, en Mérida, Yucatán. Este centro anunció en su cuenta de Twitter que a partir de las 7.30 de este miércoles quedaba a disposición de todas las familias que necesitaran auxilio en materia de refugio o alimento. La directora de la escuela, Guadalupe Beatriz Lara, cuenta en conversación telefónica que “no para de llover desde las siete” de la mañana. “Esta es una colonia muy pobre [donde se encuentra la escuela], y ahora mismo han llegado ya cuatro o cinco familias”, relata Lara. Y añade: “El Ayuntamiento de Mérida ha enviado ropa y comida para los afectados”.

Fuente: elpaís

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