Gabriel Matzneff, el escritor pedófilo aplaudido por las élites en Francia

Tras décadas de complacencia política e intelectual, la editora Vanessa Springora acaba de publicar un libro devastador en el que narra cómo el autor la sedujo cuando ella tenía 14 años y él 50, convirtiéndola en «muñeca» de sus caprichos íntimos

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El escándalo del escritor pedófiloGabriel Matzneff (Neully-sur-Seine, 1936) está desenterrando la más expresa complicidad de todas las élites literarias y políticas francesas de los años 80 y 90 del siglo pasado, «riendo las gracias» y aplaudiendo el «arte de amar» de un escritor que, entre los cuarenta y sesenta años, hacía gala de seducir a un largo rosario de chicos y chicas de los diez a los quince años.

El 2 de marzo de 1990, el crítico literario más famosos e influyente de las últimas décadas, con mucho, Bernard Pivot, entrevistó a Gabriel Matzneff en «Apostrophes», su legendario programa de televisión, invitándolo a contar sus «artes de la seducción» con niños y niñas de diez a quince años. Entre risas cómplices del crítico literario y varios escritores, Matzneff contó, riéndose, él mismo, cómo solo «tenía éxito» con chicos y chicas muy menores de edad.

En aquella emisión, solo la escritora canadiense Denise Bombardier denunció el comportamiento pedófilo de Gabriel Matzneff, subrayando su carácter innoble, agregando: «No comprendo cómo Francia puede aceptar esa apología escrita, permanente, en nombre de la “literatura”. No comprendo cómo la “literatura”, entre comillas, pueda justificar y aplaudir la pedofilia, la seducción y abuso de niños de diez a quince años. Me parece un comportamiento despreciable».

Matzneff llevaba una larga década contando por escrito sus aficiones y arte de seducir menores. «Lo que me cautiva -escribía en 1975- es menos un sexo determinado que la más extrema juventud, entre los diez y los quince años. Algunas chicas siguen siendo deseables después de los quince años. Por el contrario, no me imagino hacer el amor con un chico que ha cruzado el umbral de los diecisiete años». A finales de los años 70, durante los 80 y los 90 del siglo pasado, Matneff comentó en infinidad de ocasiones su sensibilidad pedófila, abiertamente confesada.

Por aquellos años, Matzneff fue un colaborador eminente del vespertino «Le Monde», desde donde ganó una cierta celebridad parisina, muy «radical chic» son pretensiones «espiritualistas». Instalado en el Palacio del Elíseo, François Mitterrand lo consideró su amigo, invitándolo a grandes recepciones con la élite política y cultural de la izquierda socialista de la época. Años más tarde, en 1995, Jacques Chirac, presidente conservador, concedió al mismo Matzneff la condecoración de Oficial de honor de las artes y las letras, impuesta por el ministro de Cultura de la época, Jacques Toubon (derecha tradicional).

Toda la Francia política, de izquierda y derecha, toda la Francia literaria, de «Le Monde» a «Le Figaro», se «divertía» con las historias de Matzneff, entre los cincuenta y los sesenta años, seduciendo a numerosos chicos y chicas de diez a quince años. Aquí y allá, algunas voces muy aisladas se atrevieron a denunciar la pedofilia de un escritor «radical chic», cuya producción literaria era un largo rosario de confesiones de su «gran arte» de la seducción de menores.

Un testimonio devastador

Décadas más tarde, la editora Vanessa Springora (París, 1974), directora de Éditions Julliard, uno de los grupos editoriales más importantes de Francia, acaba de publicar un libro devastador: «Le consentement» (El consentimiento), contando por lo menudo cómo Matzneff la sedujo cuando tenía catorce años, y cómo ejerció sobre ella la influencia de un «gurú», utilizándola, manipulándola, convertida en «muñeca» de sus caprichos íntimos.

¿Por qué contar la historia décadas más tarde? Springora se justifica de este modo: «Mi madre fue la primera en advertirme de que Matzneff era un pedófilo peligroso. Y como tal era reconocido y “apreciado”. Viví durante años una historia sórdida, que me ha perseguido toda la vida. Ahora, cuando él tiene 83 años, sigue contando y fabulando la historia a su manera… me ha parecido innoble e intolerable. Alguien debía contar la realidad del personaje, más allá de mi angustia personal. Su paso por mi vida fue devastador. Décadas más tarde continúa “documentando”, falsificando, grabando y contando a su manera los estragos que hizo en mi vida. Más allá de mi aventura personal, he intentado contar, también, cómo era la Francia de aquellos años…».

Matzneff no solo ha vivido de su «leyenda literaria». El poder político de los años 80 y 90 del siglo pasado le concedió ciertos privilegios materialesJacques Chirac, presidente conservador, le ofreció un piso de alquiler muy moderado. Sucesivos ministros ede Cultura confirmaron unas «ayudas» y rentas en forma de pensiones «complementarias» en torno a los 20.000 y 30.000 euros anuales.

El libro de Springora ha caído como una bomba fétida. Bernard Pivot, jubilado como crítico literario, ha comentado: «Por aquellos años, la literatura era más importante que la moral». Franck Riester, ministro de Cultura, ha pedido a sus servicios que «estudien» la situación y eventuales privilegios de los que se ha beneficiado el escritor pedófilo, que pudieran serle retirados.

Fuente: ABC

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