El ‘Dr. Muerte’ elige la permisividad de Suiza para probar su cápsula ‘Sarco’ para el suicidio

A pesar de las dudas legales, el activista a favor de la eutanasia, Philip Nitschke anunció que será utilizada por primera vez «en las próximas semanas»

0
106

El controvertido activista a favor del suicidio y la eutanasia Philip Nitschke, conocido popularmente como ‘Dr. Muerte’, anunció el pasado 10 de junio, a través de en un foro en línea, que su cápsula de la muerte Sarco sería utilizada por primera vez en Suiza «en las próximas semanas». El Sarco es una especie de ataúd futurista sellado en el que un sujeto puede introducirse y, desde dentro y sin ayuda de nadie, presionar un botón que pone en marcha la expulsión de nitrógeno. De esta manera, según su diseñador, se consigue una muerte sin dolor.

Sin embargo, a pesar de la promesa del ‘Dr. Muerte’ nadie garantiza que los sujetos que se han prestado voluntariamente para estrenar el Sarco vayan a morir realmente rápido y sin dolor, puesto que aparentemente no ha sido nunca antes probado. El sistema se fundamenta en la asfixia con nitrógeno y el único caso de ejecución realizada en Estados Unidos mediante esa técnica acabó con el reo retorciéndose y convulsionando en la camilla, con grandes temblores y jadeos en busca de oxigeno.

A pesar de ello, fuentes solventes suizas, como el diario Neue Zürcher Zietung, confirman que los preparativos para el estreno están prácticamente concluidos y que el lanzamiento está previsto para julio. El moribundo seleccionado para el primer uso de Sarco, de hecho, ya está en Suiza, uno de los países más cómplices con la eutanasia y que ha sido elegido por Nitschke precisamente por su permisividad. Nitschke ha creado, de hecho, una guía especial titulada «Ir a Suiza: cómo tomar la decisión final».

Sarco es la culminación de décadas de esfuerzo por parte del controvertido activista, obsesionado con conseguir un aparato de este tipo. En los años 90, ayudó a cuatro pacientes terminales a suicidarse, cuando Australia fue el primer país del mundo en permitirlo por un corto tiempo, por medio de la «máquina de salvación», de su propia invención. El artilugio permitía pulsar un botón en un ordenador portátil y con ello activar personalmente la administración intravenosa de una droga letal.

El dispositivo se encuentra ahora en el Museo Británico de Ciencias. Más tarde, Nitschke fundó la organización Exit International y publicó el libro «La píldora pacífica», libro prohibido en Austria, su país de origen, en el que ofrece consejos prácticos sobre el suicidio con venenos o gases. Después de eso, la Asociación Médica de Austria le impidió continuar ejerciendo y, a modo de protesta, quemó públicamente su licencia médica en 2015, antes de emigrar a los Países Bajos ese mismo año.

Obsesionado con la idea de facilitar el suicidio, desarrolló allí una bolsa de plástico que se puede colocar sobre la cabeza y sellar, antes de que el nitrógeno ingrese a través de una manguera. El Sarco, que está a punto de inaugurar este verano en Suiza, es esencialmente una combinación de este método suicida con la «máquina de redención» que ha desarrollando en colaboración con el diseñador holandés Alexander Bannink. Lo presentó al público en la feria de diseño de Venecia, en 2019, y anunció por primera vez su intención de comercializarlo en 2021, pero incluso en la permisiva Suiza fue tal la alarma social que sus socios suizos dieron marcha atrás.

La fundación de Exit Switzerland le permite ahora prescindir de ellos y cumplir su «sueño», aunque expertos suizos dudan sobre la legalidad de sus intenciones. Kerstin Noëlle Vokinger, profesora de Derecho y Medicina en la Universidad de Zúrich, considera por ejemplo que la Ley de Dispositivos Médicos también cubre los dispositivos que sirven para cambiar una «condición fisiológica o patológica», por lo que la máquina debería haber obtenido la necesaria licencia antes de su funcionamiento, que debería además ser supervisado por la autoridad de productos terapéuticos Swissmedic.

La ley prevé una pena de prisión de hasta tres años para quien «comercialice» un dispositivo médico sin autorización. La ley suiza establece, por otra parte, que quienes ayuden a alguien a suicidarse por «razones egoístas» pueden incluso enfrentarse a cinco años de prisión y este podría ser el caso si Nitschke cobrara tarifas comerciales. Para evitar consecuencias personales, Nitschke ha reclutado a ciudadanos suizos, que serán quienes hagan el trabajo.

Además, están las dudas sobre su eficacia y los problemas que pueda llegar a los incautos usuarios. La ejecución del asesino Kenneth Eugene Smith, la primera en llevarse a cabo mediante asfixia con nitrógeno, el pasado 25 de enero en Estados Unidos, sembró serias dudas al respecto. «Smith permaneció consciente durante varios minutos mientras se retorcía y convulsionaba en la camilla, jadeando en busca de aire, tirando de sus ataduras y temblando violentamente en una larga agonía», según testigos.

El propio Nitschke viajó a Alabama en diciembre para revisar el entorno de ejecución, en nombre de los abogados de Smith, y pudo comprobar que el procedimiento conlleva el riesgo de que la muerte sea lenta y angustiosa.

Fuente: ABC

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here