Enfila el EZLN su crítica a los partidos de oposición y la 4T

0
238

San Cristóbal de Las Casas, Chis. “La alharaca que arma los siete días de la semana la ultraderecha, (también conocida como la oposición), no tiene como destinatario al votante”, pues “éste ya está militando en el oficialismo con el pago de los cada vez más raquíticos, a la hora de llegar al destinatario, apoyos sociales”, afirmó el Capitán Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

“Se equivoca el oficialismo al festinar que la histeria de la derecha no produzca ningún efecto apreciable en lo que le importa: las votaciones. La ultraderecha no hace berrinche y patalea para que la gente de México le mire. Es para que en el norte revuelto y brutal la tomen en cuenta”, agregó.

En un comunicado difundido este miércoles señaló que “este sector, aunque pequeño en número, es bastante ruidoso en medios de comunicación. Sin embargo, tendría al menos dos problemas: Uno es el cuándo exponerse como lo que son. Y cuando dicen, en sus sobremesas, México no será Venezuela, lo hacen pensando en no mostrarse hasta que la bandera de las barras y las turbias estrellas ondee sobre el antiguo Palacio de Cortés. ‘No seremos Juan Guaidó, que se quedó esperando el desembarco de los marines’, se dicen”.

El problema más grande que tienen, manifestó, “sería decidir quién sería quien recibiría como anfitrión al invasor. Y en su afán de tomar la delantera, se revelarían. ¿Alito? ¿Anaya? ¿Salinas Pliego? ¿Un triunvirato? Esto último tiene el encanto de lo clásico. En general, actualmente la 4T le debe mucho a la ultraderecha. Sus eructos mediáticos le dan cohesión interna, discurso patriotero y munición para las mañaneras y los cagatintas afines”.

Marcos expresó lo anterior al referirse al “hipotético” caso de que Estados Unidos invadiera a México. “Vamos a suponer un escenario ficticio: las posiciones que las fuerzas armadas norteamericanas han tomado en la frontera con México y en aguas del Golfo de México y del Pacífico, no son para amenazar, presionar o vigilar a los cárteles. Tampoco para escaramuzas o golpes de mano de entrada por salida en contra de algún cártel. La disposición estratégica de esas fuerzas es para una invasión”.

Si esto fuera así, dijo, “entonces las referencias al himno nacional serían más bien algo retórico. Un llamado a la unidad nacional, como en los tiempos de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo. Siempre siguiendo con el supositorio, entonces se esperaría que los malos gobiernos empezarían preparativos: se activaría el Servicio Militar Obligatorio y se instruiría a la población civil en el manejo de armas de fuego, construcción de defensas, usos de abrigo y cubierta, conocimiento del terreno, cadena de mando. Claro, para eso habría que dotar a la población civil de armamento, por muy rudimentario que éste sea. Y las fuerzas armadas reorientarían sus acciones a la preparación de la defensa”.

Sostuvo que “la prueba de que esto es impensable para los gobiernos es que precisamente la llamada ley de la Guardia Nacional aprobada iría en sentido contrario. Toda la estructura y estrategia de las fuerzas armadas en México estarían, en lo militar, dispuestas no para el control interno, sino para la defensa frente a un ataque del extranjero. Y los ejércitos no estarían diseñando, construyendo y administrando los megaproyectos de la propaganda oficialista de la 4T”.

Continuó: “Supongamos que el señor Trump no se conforma con doblegar a México con aranceles, cierres selectivos de fronteras, y con medidas comerciales y financieras. Supongamos que el Trump es alguien ansioso por darse a notar, por “pasar a la historia” (¿les suena?). Supongamos que no le interesa un dominio discreto y callado de su objetivo, y que necesita alardear y piensa que nada mejor que las armas para hacerlo. Supongamos que el Trump es un ‘buleador’ que no sólo necesita humillar a su objetivo, necesita que se vea, que esa acción cobarde “sirva de lección”. Claro, inteligente no es, pero tiene el arma cargada y apuntando”.

Afirmó que “con su nueva prerrogativa, las fuerzas militares, en lugar de espiar a quienes critican y se oponen a la 4T, recabaría información sobre el terreno y de las capacidades militares del probable agresor. Por su parte, la parte agresora recabaría la información necesaria sobre el objetivo de la invasión. Y, como se ha visto, pesaría más la información sobre el carácter del enemigo, su sicología, su modo pues”.

Señaló que “otro elemento para considerar en esa supuesta invasión sería si tiene apoyo local en el territorio invadido. Porque, a diferencia de Ucrania y Palestina, donde no apareció -o no ha aparecido todavía-, un Juan Guaidó como en Venezuela, en México sí hay quien suspira y aspira a ser parte de la Unión Americana”.

Fuente: La Jornada

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here