El temblor no vino del suelo, sino del cielo. En la madrugada del 21 de diciembre de 1988, un radiocasete con material explosivo escondido en la bodega de un Boeing 747 desencadenó una matanza en el aire, que en tierra tomó forma de lluvia de metralla sobre la localidad escocesa de Lockerbie. Un testigo directo del horror describió la secuencia al corresponsal de ABC, Alfonso Barra, como «un diluvio de fuego que cayó del cielo en llamas». Para otro de los vecinos, el accidente fue como un terremoto seguido de una bola de fuego. 11 personas murieron en tierra; 259 dentro del avión.
El Vuelo 103 de Pan Am, que realizaba un itinerario entre Frankfurt y Detroit, haciendo escala en Londres y Nueva York, despegó del aeropuerto de Heathrow con veinte minutos de retraso.
Fuente: ABC