No debes confiar ni en tu propia sombra

Pero ejercer el poder es más que derrotar a un contrincante en las urnas. Es aguardar el embate de los adversarios, el reacomodo de las fuerzas políticas

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Ante la parálisis, los ataques de sus enemigos políticos y el desencanto de los votantes, el Presidente piensa en voz alta, con nostalgia: tenía más poder cuando era candidato. 

En la serie La mente del poder el líder de un país sudamericano está cercado por los empresarios que quieren controlar el litio.

El jefe máximo resiente el agobio de los cabilderos y de los grupos de presión, y en vez de concentrarse y preparar una estrategia para recuperar su popularidad, sólo piensa en su padre, en esa figura de autoridad que lo marcó y del cual no ha obtenido reconocimiento. Ni siquiera porque ganó unas elecciones. 

La dualidad aspirante versus presidente ya se había abordado en la película El candidato (1972). El film retrata el pasmo del triunfador ante el desafío de gobernar. Suplica a sus asesores de campaña que lo acompañen en la nueva tarea. La respuesta es contundente: ese no es nuestro trabajo. El espectáculo terminó, una vez conseguidos los votos, toca a otros enfrentar al Leviatán. 

En La mente del poder el Presidente evoca la adrenalina de la campaña presidencial, esa montaña rusa en la que el único objetivo es ganar. Pero ejercer el poder es más que derrotar a un contrincante en las urnas. Es aguardar el embate de los adversarios, el reacomodo de las fuerzas políticas. La cacería inicia desde el día uno de gobierno. Los errores se magnifican, cualquier oportunidad es aprovechada para mancillar el símbolo del poder. 

Y con el poder también llega la soledad (¿en quién puedo confiar?), la paranoia, los delirios se incrementan, la salud se ve mermada.  

En La traición escrita. Una conjura en la China imperial, Jonathan Spence nos habla de las obsesiones de un hombre poderoso que vive en la zozobra, oculto en las tinieblas de su palacio: “El emperador Yongzheng recibe el primer informe de Yue Zhongqi sobre la conspiración a finales de noviembre.

Siendo un gobernante meticuloso y apasionado por el detalle, lee el informe en persona y con detenimiento; así hace con todos los informes secretos procedentes de las provincias, ya que no delega cuestiones semejantes en los secretarios ni en el personal ministerial”. La lección eterna: No debes confiar ni en tu propia sombra.

POR DANIEL FRANCISCO

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