¿Y por qué no no denunciaste?

La justicia sigue siendo inaccesible para miles de personas

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La denuncia es un mecanismo de justicia, legalmente es la solicitud formal para iniciar una investigación respecto de algún delito en el cual se busca responsabilizar las acciones de otra persona que generan perjuicios o daños; la denuncia es un derecho y también puede ser una obligación, es personal y en México, casi inaccesible.

Con frecuencia he escuchado las dudas que existen respecto de las historias de violencia de género basadas en el tiempo en el que las mujeres tardan en denunciar; pareciera que existe un camino perfecto en el cual debes cumplir ciertos requisitos para poder acceder al estándar de credibilidad de la opinión pública; puede ser dónde estabas, qué relación tenías con tu agresor, qué vestías, si consumiste alguna bebida alcohólica ese día o incluso en qué hora del día te encontrabas.

La denuncia es mucho más compleja que un documento, la denuncia acarrea factores personales y sociales; comencemos por señalar que la violencia está normalizada y puede ser tan invisible que no la reconocemos; otro factor que hay que considerar es que estos actos, en la mayoría de ocasiones, se ejerce por parte de alguien que tiene un vínculo de confianza o afecto con la víctima, es decir, puede ser un familiar, un amigo, compañero de trabajo, novio, esposo, etc.

Hemos romantizado el amor, la familia y las amistades, hemos dicho frases como “el amor lo puede todo,” “la familia es para siempre,” “quien dice quererte no te hace daño,” y en la realidad, es que son premisas que hoy en día son refutables y debatibles. El no reconocer la violencia es difícil pero no reconocer a tu agresor como tal, es el reto mayor.

Hablar duele, cuando verbalizas lo que pasa se vuelve irreversible, ya salió y es imposible volver atrás y aparentar que no se piensa así; decirlo a sí mismo y decirlo a los demás es retador, siempre habrá dudas respecto de cómo decirlo, a quién hacerlo o si habrá quién crea o no. El primer contacto es fundamental, la primera persona que escucha una historia de abuso tiene una responsabilidad inimaginable, la seguridad al decirlo parte desde la primera impresión que existe al escuchar, puede transmitir fortaleza así como miedo y ansiedad.

Todo lo anterior, determina un camino personal y social con el círculo de la sobreviviente o víctima de violencia pero como si no fuera poco y el camino suficiente, todavía siguen los pasos legales, pararnos en una fiscalía, hablar con Ministerios Públicos, hacer peritajes y contar una y otra vez lo que sería más fácil olvidar que revivir.

De acuerdo a cifras de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) el 98.6% de los delitos sexuales en México no se denuncian pero la denuncia no hace que sea real o más creíble una historia que otra; la denuncia significa fuerza, valor, proceso, sanación, destrucción también, camino que no es lineal, que no es único, que no hay pasos numerados o caminos inequívocos.

La denuncia es importante, claro que es necesaria pero tampoco es exigible, no en un país donde la violencia es tan normalizada y cuando nuestras instituciones re victimizan y sobresaturan, donde no se les cree, ni tampoco hay garantías de justicia. Debemos trabajar para que las denuncias comiencen a tener un porcentaje mayoritario de sentencias; solicitar que los servidores públicos puedan ser capacitados con perspectiva de género y sobretodo, que la sociedad deje de exigirles hablar o respuestas.

Diana Murrieta

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