Sí, las refinerías son un desastre

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En semanas recientes, se ha puesto en discusión pública el despilfarro de 1.6 billones de pesos transferidos a Pemex durante este sexenio. ¿A dónde fue a parar este dinero? La respuesta es simple y se encuentra en las propuestas que ambos candidatos han planteado: lo tiramos a la basura refinando.

Para dimensionar el problema, basta ver los estados de resultados de Pemex. Entre 2019 y el cierre de 2023, las pérdidas operativas de Pemex Transformación Industrial suman 830 mil millones de pesos, aproximadamente la mitad de los fondos inyectados a la empresa.

Las enormes pérdidas son resultado del capricho presidencial de aumentar el volumen de procesamiento en las refinerías existentes con la ilusión de lograr la soberanía energética. Administraciones previas priorizaron la optimización económica de la refinación, y no su volumen procesado, lo que redujo la utilización del SNR.

La edad y la configuración de las 6 refinerías mexicanas en operación explican por qué el aumento en la utilización lleva a pérdidas. Originalmente diseñadas para procesar mezclas de petróleo ligero y pesado, al aumentar el volumen, nos vemos obligados, por diversas razones, a incrementar el volumen de crudo pesado que se alimenta a las refinerías. Esto resulta en una menor producción de productos de alto valor, como gasolina o diésel, y un aumento en productos de bajo valor, sobre todo combustóleo. Este círculo vicioso se completa cuando el exceso de combustóleo, al no tener mercado, se mezcla con crudo ligero para exportarlo, lo que a su vez nos lleva a producir más combustóleo.

Los datos de Pemex lo muestran claramente: en enero de 2018 el SNR procesó 595 mil barriles diarios con un 30% de petróleo pesado; en enero de 2024, procesó 954 mil barriles con un 50% de petróleo pesado. Aunque el volumen de crudo procesado aumentó un 61%, el 85% de ese aumento se explica por un incremento en el volumen de crudo pesado. Esto resulta en márgenes de refinación aún más reducidos, incluso negativos, es decir, lo que sale de las refinerías vale menos que lo que entró.

La decisión política de aumentar el volumen procesado en el SNR, que debe ser con crudo pesado, ha causado pérdidas significativas, ya que nuestras refinerías no están diseñadas para procesar ese tipo de crudo. Esto es particularmente grave en Madero, donde solo se procesa crudo pesado y donde el 40% de los petrolíferos producidos son combustóleo; en Salina Cruz, es el 45%. Aunque Pemex no publica resultados por refinería, se puede inferir que en estas es donde se pierde más dinero.

Por si fuera poco, está el tema ambiental. Al ingresar más crudo pesado, las refinerías contaminan más. El 55% de crudo pesado que ingresa a Cadereyta explica la nube de azufre amarillo que se ve en Monterrey. Además, el exceso de combustóleo generado plantea otro problema: el incremento en el uso de termoeléctricas de CFE de combustóleo, como la ubicada en Tula, que afecta la calidad del aire.

Sí, se pueden cerrar refinerías, aunque obviamente no de un día para otro. Mantener Madero abierta a estas alturas, considerando que tiene más de 100 años, es absurdo. Se debe cerrar y crear un programa de recapacitación y conversión para los empleos que se perderán. Para el resto de las refinerías es necesario regresar a una optimización económica de su utilización, tomando en cuenta la materia prima con la que contamos. Es una muy buena noticia que ambos candidatos de oposición pongan el dedo en la llaga a la causa de origen del desastre que ha sido el “rescate” de Pemex.

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