Ni retiro en su rancho La Chingada ni jubilación política se prevé para el todavía presidente Andrés López Obrador, a partir del próximo 1 de octubre, cuando cambie de pecho la banda presidencial.
Muy al contrario, el personaje que invirtió 18 años en llegar a la cúspide del poder en México, está dando abiertas señales de pretender mantenerse como el mandamás en el país. Así quedará ratificado para sus huestes el 5 de febrero, cuando use el aniversario de la Constitución Política del país para presentar su paquete de al menos 10 reformas a la Carta Magna, a la cual pretende cambiar 36 artículos, 26% de los 136 que contiene.
Dichas reformas podrían dividirse en las de corte político, para hacerse de un poder absoluto en el país, sin contrapesos; y las de corte social, para perpetuar sus clientelas electorales.
Las de corte político son: al Poder Judicial, para que ministras, magistrados y jueces se elijan por voto popular; la electoral, para que también los consejeros salgan de las urnas y se acoten las facultades del INE; la que desaparecería los organismos autónomos, excepto la CNDH, donde despacha su pupila Rosario Piedra.
También la de revocación de mandato, que bajaría de 40 a 30% la participación ciudadana para que sea vinculante; y la del trasladar a la Sedena el mando de la Guardia Nacional, que este 2024 acaba de reasumir la Secretaría de Seguridad.
Las de corte social: pensiones y jubilaciones, para que los trabajadores se retiren con el 100% de su sueldo; salario mínimo, que aumentaría siempre más que la inflación; elevar a rango constitucional la pensión de Adultos Mayores; prohibición del fentanilo, drogas sintéticas y vapeadores; penalizar el maltrato animal; y reactivar los trenes de pasajeros.
En suma, una cirugía extrema y sin anestesia, cual moderno Prometeo, al documento que rige nuestra vida política, con el objeto de perpetuar su proyecto político personal, pues aunque dichas iniciativas no sean aprobadas en lo que resta de su sexenio se las enjaretará como oferta y programa de gobierno a la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum.
De tal suerte que, de ganar la elección del 2 de junio y convertirse en presidenta, no tenga más opción que abanderar esas causas y poner a trabajar a sus bancadas en el Congreso de la Unión para concretarlas. En los hechos, sería él gobernando por encima de Sheinbaum, a quien incluso le quiere imponer las obras del próximo sexenio, como construir más refinerías. Más aún, pues inició el ensayo para armarle su gabinete, con la sugerencia de que se ratifique a Jenaro Villamil al frente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano.
Pero siempre cabe la posibilidad de que los electores o Sheinbaum tengan otros datos… y otros planes.