La «Oda a Stalin» casi dejó a Neruda sin premio Nobel

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La «Oda a Stalin» casi dejó a Neruda sin premio Nobel

Diciembre es el mes por excelencia de los premios Nobel y, fiel a sus tradiciones, la Academia sueca que concede el premio de literatura ha desclasificado, en diciembre, 50 años después, los documentos que recogen las discusiones y los debates alrededor del premiado de aquel año. Esta vez le ha tocado el turno al poeta chileno galardonado Pablo Neruda

«Tengo la impresión de que Neruda tiene una ventaja sobre otros posibles candidatos en términos de poderío natural poético y de dinámica vitalidad. Sin embargo, la pregunta es si la tendencia comunista con la que concibe toda su poesía es compatible con el propósito del premio Nobel. Por supuesto, el color del partido en sí no puede ser un obstáculo. El modo de pensar de un autor, ya sea marxista, sindicalista, anarquista o cualquier otro, es parte de su libertad. Neruda, sin embargo, está totalmente involucrado políticamente, entre otras cosas a través de sus himnos a Stalin y de otras prestaciones suyas puramente propagandísticas. Sobre esa base, tengo mis reservas sobre su candidatura, sin querer, sin embargo, rechazarla firmemente de antemano». Quien así se expresaba no era otro que Anders Österling, el que fuera presidente del comité del Nobel y, aunque no era la primera vez, tampoco era el único de los miembros del comité Nobel, que se oponía a concederle el premio a Pablo Neruda.

El periodista Kaj Schueler ha desentrañado, cincuenta años después, los documentos desclasificados por la Academia, en un extenso artículo publicado el pasado día cuatro en el diario sueco ‘Svenska Dagbladett’ y que desvela algunos debates del polémico premio. La lista corta de los cinco candidatos de 1971 la componían, además de Pablo Neruda, Patrick White, que sería galardonado en 1973, W. H. Auden, André Malraux y Eugenio Montale, que lo recibiría en 1975. Neruda contaba con el apoyo incondicional de Lars Gyllensten y de Artur Lundkvist, que, paradojas de los premios, se obstinó en negarle el premio a Jorge Luis Borges por lo que Lundkvist consideraba sus deslices con la dictadura militar argentina. También contaba Pablo Neruda con el apoyo del asesor externo en temas de literatura en español y posterior miembro de la Academia sueca Knut Ahnlund. Pero Österling sabía cómo convencer a sus colegas académicos y para ello nada mejor que echar mano del testamento de Alfred Nobel y de su compromiso con lo «ideal». Con Ezra Pound en 1959 el argumento de Österling fue que Pound «propagaba ideas en desacuerdo con el espíritu del premio Nobel» y en 1963 le tocó el turno a Samuel Beckett, por su «demostrativo carácter negativo y nihilista» que no coincidía con las «intenciones ideales» del Nobel. Beckett recibiría el premio en 1969 y Pound falleció en 1972 sin recibirlo.

Pero en los años sesenta Österling dejó la presidencia del comité en manos de Karl Ragnar Gierow y algunas cosas cambiaron. A Gierow tampoco le entusiasmaba la candidatura del poeta chileno, aunque se mostró algo más flexible que su antecesor. En uno de los documentos desclasificados reconoce Gierow incluso las lagunas a las que se enfrentan a menudo los miembros de la academia ante la falta de traducciones directas al sueco de las obras de los candidatos, para finalmente reafirmarse de una manera muy gráfica en sus dudas sobre la candidatura de Neruda. «Alcanzar un juicio sumario de la obra de Pablo Neruda es para mí una tarea tan imposible como cruzar a nado el río Amazonas. Gracias a los extraordinarios salvavidas de corcho con los que el Sr. Lundkvist y el Prof. Ahnlund proveyeron a los necesitados, me mantengo a flote. No me uniré a la candidatura de Neruda sin alguna reserva».

Un debate muy actual

Pasados los años, lo que al parecer no cambia es el debate ético, por no decir nada del político, del ideológico e incluso del religioso. Llama curiosamente la atención que el llamativo artículo de Schueler coincide el mismo día cuatro de enero de 2022 y en las mismas páginas del diario sueco ‘Svenska Dagbladet’ con un artículo de opinión del académico del comité sueco, Per Wästberg, en el que defiende la literatura al margen de la ideología, incluso de la ética.

«No leo una novela porque sea éticamente edificante, sino por el riesgo de que me desconcierte y de que me hiera. Las novelas no son un impermeable contra las granizadas de la vida», defiende decidido el académico Per Wästberg que, para concluir, acude, ni más ni menos, que a Vargas Llosa para defender la pureza de la ficción y, por ende, la independencia ideológica del premio Nobel de Literatura.

«La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez», afirmaba en su discurso de aceptación del premio Mario Vargas Llosa en diciembre de 2010, tal y como nos recuerda oportuno Per Wästberg. Habrá que esperar hasta diciembre de 2060 para averiguar la parcela que ocupó la política y la ideología en los debates sobre el autor hispano-peruano galardonado, Mario Vargas Llosa.

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fuente: https://www.abc.es/cultura/abci-stalin-casi-dejo-neruda-sin-premio-nobel-202201080050_noticia.html

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