Desde su invención en el siglo XIX, los ascensores han revolucionado la manera en que nos desplazamos en edificios de múltiples pisos, influyendo de manera importantísima en el número de plantas que estos pueden alcanzar. Un elemento común en casi todos los ascensores son los espejos. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué están presentes en estos espacios?
Los espejos en los ascensores cumplen una función esencial que va más allá de lo estético; actúan como una herramienta psicológica para combatir la claustrofobia. La presencia de un espejo en estos espacios tan reducidos hace que el ascensor parezca más grande y, por ende, menos peligroso.
La inclusión de espejos se popularizó a partir de la década de 1950, convirtiéndose en un estándar en muchos edificios modernos. La idea era simple pero efectiva: ampliar visualmente el espacio confinado para hacer que el lapso entre pisos fuera más confortable. Además, cuando los espejos se colocan en todas las paredes internas del ascensor, el efecto se multiplica, proporcionando una sensación de amplitud aún mayor.
Además de ofrecer una sensación de mayor espacio, los espejos en los ascensores también cumplen una función de seguridad importante. Permiten a los usuarios observar discretamente a otras personas presentes en el ascensor, lo que puede prevenir situaciones de riesgo como robos o abusos, al ofrecer una visibilidad completa del entorno sin necesidad de movimientos explícitos.
Fuente: ABC
