Javier Rigau está pletórico y satisfecho. Hace unos días, el Tribunal de Roma le absolvió de la denuncia por difamación que interpusieron contra su persona Concetta Cinque y Girolamo Piazzolla, los progenitores de Andrea Piazzolla, el exasistente de Gina Lollobridiga. Señalar que, el pasado noviembre, el joven italiano fue condenado a tres años de prisión por el expolio del patrimonio de la veterana actriz. «Me han absuelto con fórmula plena, el grado máximo en Italia. Estaba todo tan documentado que no ha hecho falta ni que fuera a testificar», explica el empresario catalán en conversación con ABC. Aunque confiaba en que fuera así ya que «mi abogado me dijo que era una canallada que esta familia me demandara por una cosa probada».
Según el escrito de acusación contra Rigau, todo se remonta al 29 de septiembre de 2019 cuando el catalán espetó en ‘Domenica Live’, un programa de la televisión italiana, que los Piazzolla son «una banda familiar especialistas en la técnica de la persuasión de la mente. Todo fue una conspiración. Todo fue planeado. A Gina la engañaron». El empresario acudió a las inmediaciones de Mediaset después de que su abogado, Michele Gentiloni, le convocara en su despacho de Roma junto a Milko Skofic, primogénito de la intérprete y Dimitri Skofic, el nieto. «Nos dijeron que Andrea Piazzolla estaba todos los días en los programas de televisión difamando, con mentiras indecentes, a toda la familia. Y nos pidieron que fuéramos alguno para rebatirle. Yo iba a ir acompañado de Dimitri, pero su madre no le dejó y tuve que ir en solitario pese a no dominar la lengua. Eso sí, se me entendió perfectamente», asegura. Así, añade que «ahora pediré responsabilidad civil por la sentencia que he ganado».
Este procedimiento judicial no es el único que enfrenta a Rigau con los Piazzolla. «Andrea está enviado a juicio por el presunto delito de blanqueo de dinero. Se hicieron una serie de maniobras muy chapuceras con la venta de un Jaguar», explica el empresario catalán a este periódico. También apunta que «un día recibimos una llamada en la que nos decían que querían hablar con nosotros porque todos los muebles de la casa de Gina estaban en una sala de subastas: sillas, cuadros, esculturas, fotos, alfombras… Todo. La Fiscalía se puso en contacto con Gina Lollobrigida y ella les dijo que su asistente los había llevado a reparar y que era él quien lo había decidido así. Gina les aseguró que jamás se separaría de ninguno de sus bienes porque los había comprado gracias a su esfuerzo y con mucha ilusión. Y fue ahí cuando le comunicaron que estaban en la sala para ser vendidos. Por esto, también está imputado».
El empresario lamenta que Milko «no me haya seguido en todo porque yo le hubiera hecho una autopsia a Gina». Es más, «si me tocan las narices, lo haré. Al final, falleció hace poco más de un año». Rigau desliza, visiblemente molesto, que «cuando la ingresaron en la clínica Pio XII de Roma, los sanitarios se quedaron horrorizados. Solo pudieron ponerle las vías de hidratación. Las de alimentación se las iban a poner el lunes, si resistía, pero falleció por la mañana». Y lamenta no haber podido hacer más porque «los hubiera llevado por vía penal con 20 querellas más y los hubiese masacrado judicialmente», pero «es muy difícil luchar con el hijo de Gina. Pese a que siempre hemos tenido una relación óptima, no creo que hubiera podido tener un peor compañero de batalla que Milko. No es bueno, es demasiado bueno. Si hubiera tenido un vástago con el mismo carácter que yo, esta gente no desearía que amaneciera». «Si se hubiese puesto una querella en 2013, cuando se lo dije, -no fue hasta 2016 cuando lo hicieron- no hubiera desaparecido parte del patrimonio», añade.
Arrepentimiento final
Javier Rigau nunca olvidará la situación que se encontró cuando llegó al hospital y vio a Gina Lollobrigida antes de su fallecimiento. «Me dijeron que estaba preparada para verme y no dudé en entrar. Nunca he visto algo tan horripilante. Llegó a la clínica desnutrida, llagada, con fuertes dolores debajo del pecho y con los riñones sin funcionar». Fue entonces cuando «con una voz muy bajita, casi susurrando, me dijo ‘lo siento’». «Cuando era pequeño, me hacía mucha gracia una de las escenas finales de ‘Cuando llega septiembre’ en la que aparecía Gina guiñando un ojo. En nuestros inicios, me dijo ‘Ese guiño, de ahora en adelante, será para ti’. Cuando fui a verla al hospital, que no podía ni hablar, me cogió la mano, me senté en los pies de la cama y la pobre Gina me hizo ese guiño», confiesa antes de desvelar que «murió después de hacer las paces con nosotros». Y es que Lollobrigida deslizó a su primogénito que sentía que «había hecho todo mal».
Fuente: ABC
