Guía para entender las emociones: no son buenas o malas, sino necesarias

El equipo de psicólogos de «En equilibrio mental», con Jesús Matos al frente, explica a través de videos prácticos y sencillos para qué sirven cada una de las emociones y cómo gestionarlas

0
380

Durante los últimos cientos de años hemos considerado al ser humano como el animal racional por antonomasia, pero hemos olvidado que también es el ser más emocional del planeta. Algo que debemos tener en cuenta es que el entorno primigenio en el que evolucionó el ser humano es muy distinto al actual. En ese momento las emociones cumplían una función específica: estábamos tristes cuando tocaba, sentíamos miedo cuando correspondía o nos enfadábamos en momentos puntuales… pero ahora la sociedad es completamente distinta, y muchas veces las emociones aparecen sin necesidad. Por eso de manera innata tendemos a evitar los sentimientos. Pero eso no es positivo porque si entramos en el bucle de evitar las emociones, desarrollamos estrategias para «no sentir».

Vivimos en una sociedad muy represora de las emociones en la que a veces sentir esas emociones parece una cosa indeseable. Pero no podemos escapar de lo que somos. Somos capaces de sentir un abanico enorme de emociones. Pero, ¿qué son realmente y para qué sirven? Veamos…

El problema es que en muchas ocasiones no somos capaces de entender lo que nuestras emociones nos quieren decir, o simplemente no les hacemos caso.

La respuesta de estrés es una respuesta muy útil y necesaria para las personas y una gran ayuda para solucionar situaciones de amenaza esporádica. Es tan importante que se trasmite evolutivamente mediante la genética. Por tanto, esta respuesta en sí misma no es nociva, sino adaptativa y es solamente cuando aparece de manera muy frecuente, intensa o duradera, produciendo un desgaste en los recursos y aparición de problemas (malestar físico o emocional, peor rendimiento, enfermedades…), cuando aparecen las llamadas patologías del estrés.

A veces nuestro cuerpo nos lleva avisando durante un tiempo de que algo va mal, pero a pesar de ello, seguimos sin atender esa demanda. ¿Qué ocurre cuando no eres capaz de parar?

Evitación emocional

En otras ocasiones, lo que sentimos es doloroso y como nadie nos ha enseñado a gestionar emociones, creemos que la mejor solución es tratar de «no sentir». El problema es que justamente conseguimos lo contrario a lo que esperamos. ¿Qué pasa cuando no quieres sentir? Esto es lo que sucede cuando evitamos las emociones…

Sin embargo, aunque a veces creamos lo contrario, los seres humanos tenemos la capacidad de gestionar emociones, solamente tenemos que aprender a hacerlo. Por ejemplo, cuando sentimos ansiedad podemos relajarnos. ¿Qué pasa cuando te relajas? Así nos regulamos emocionalmente frente al estrés.

Es más, una de las claves para manejar con eficacia nuestros estados emocionales es aprender a cuestionar lo que pensamos, ya que cuando aparece una emoción, tendemos a pensar de manera más emocional y menos realista.

Pero además de trabajar con nuestra manera de pensar, también es importante hacerlo con nuestra manera de actuar. Cuando, por ejemplo, nos sentimos tristes, es muy común que no tengamos ganas de hacer nada, pero dejarnos llevar por la emoción puede tener consecuencias negativas para nosotros. Veamos qué pasas cuando «no tenemos ganas de nada» y nos dejamos llevar por la inactividad.

Una buena manera de comenzar a actuar es plantearnos metas. Parece algo bastante obvio, pero parece que a muchos de nosotros se nos olvida constantemente.

También es cierto que en muchas ocasiones nos olvidamos de todo lo que tenemos y de todo lo que hemos conseguido para centrarnos «en lo que no tenemos» y «en lo que nos falta por conseguir». Por ello es importantísimo desarrollar una actitud de agradecimiento ante la vida.

¿Control o descontrol?

Otro punto importante para mejorar nuestra autoestima y nuestro bienestar es aprender a poner límites a los demás. En muchas ocasiones no lo hacemos por miedo a que nos rechacen o nos dejen de querer, y accedemos a hacer determinadas cosas que no nos gustan. Por ello es importantísimo «aprender a decir que no».

Y aprender a gestionar emociones no tiene nada que ver con reprimirlas o negarlas. Es mucho más útil que las dejemos fluir. Hasta el llanto tiene beneficios. Te contamos cuáles son los tres tipos de lágrimas y cuál es la función de cada uno de ellos…

Y… ¡ojo! No hace falta enfrentarte sólo a la vida… El ser un humano es un animal social. Y en nuestro código genético está la colaboración. Por ello es vital aprender a pedir ayuda.

En definitiva, no hay emociones «buenas» o emociones «malas», ni tampoco «negativas» o «positivas». Todas ellas son necesarias. Lo que tenemos que aprender es a identificar, validar y aceptar.

Fuente: ABC

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here